¿Una parrillada entre montañas y bajo roca volcánica? Así es esta joya oculta en Gran Canaria

Unos creadores de contenido viral comparten su experiencia en un restaurante ubicado en un entorno formado por cuevas que sorprende por su comida casera, precios accesibles y localización única

Mirador La Cilla

Mirador La Cilla / Tripadvisor

Las Palmas de Gran Canaria

En plena cima de Gran Canaria, rodeado de montañas y con vistas de postal, se esconde un restaurante que parece salido de otro mundo.

Esculpido en una colina y con un mirador natural que domina el Roque Nublo y el Roque Bentayga, La Cilla es mucho más que un restaurante, es una experiencia gastronómica inolvidable. Y si encima puedes disfrutar de todo esto por menos de 15 euros por persona, el plan se convierte en irresistible.

Así lo demostraron los creadores de contenido @viajandocontanda, quienes compartieron en redes sociales su visita a este restaurante de Artenara, destacando su relación calidad-precio y la espectacularidad del entorno.

Una parrillada en las alturas

El grupo pidió una tabla combinada como entrante que incluía chorizo, papas arrugadas, croquetas y queso canario y una parrillada para dos personas con entrecot, pollo, chuletas y pimientos.

“Todo lo compartimos entre cuatro personas y pagamos 56 euros, bebidas incluidas. El queso asado con mermelada nos encantó”, afirman. Todo en un ambiente espacioso y fresco, decorado en madera, roca natural y colores vivos que recuerdan al estilo tradicional de la isla.

Un restaurante dentro de una montaña

El Restaurante Mirador La Cilla está ubicado en Artenara, el municipio más alto de Gran Canaria. Para acceder al mirador integrado en el restaurante, es necesario atravesar un túnel excavado en la roca, que desemboca en una terraza con una de las mejores panorámicas de la isla, dentro de una zona declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco.

El local abre de domingo a jueves de 12:30 a 19:00 horas, y los viernes y sábados hasta las 22:30 horas.

Sobre Artenara

Artenara es un municipio conocido por sus casas-cueva, muchas de ellas aún habitadas, que forman parte del paisaje volcánico del centro de Gran Canaria. Este enclave es perfecto para una escapada rural, desconectar del bullicio y descubrir rincones mágicos.

Además de su patrimonio natural, el municipio conserva tradiciones gastronómicas y culturales que lo convierten en una visita obligada para quienes buscan desconexión.

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