El punto negro más peligroso de la GC-1 está en La Pardilla: esto es lo que ocurre cada día

Una brusca reducción de carriles en uno de los tramos más transitados de Gran Canaria provoca retenciones, frenazos y riesgo real de accidentes

El periodista Bernardo Hernández propone medidas urgentes mientras llega una solución definitiva

Vía y las carreteras interiores colapsadas

La Provincia

Las Palmas de Gran Canaria

La vía más transitada de Gran Canaria esconde un punto negro que muchos conductores conocen bien. Está en el tramo sur de la GC-1, justo donde la autopista pierde capacidad en cuestión de metros. Las consecuencias son retenciones diarias, frenazos bruscos y un riesgo creciente de accidentes.

El periodista y experto en seguridad vial Bernardo Hernández (@bernardo.hernandez375 en TikTok) alerta sobre este tramo crítico situado en la zona de La Pardilla, y propone medidas inmediatas para evitar que la situación empeore mientras llegan las soluciones definitivas.

Una reducción de carriles

En sentido sur, justo antes del tramo de La Pardilla, la GC-1 reduce su capacidad de forma brusca, pasa de cinco carriles (tras la incorporación de la GC-3) a solo tres.

Esa reducción repentina provoca un cuello de botella que afecta de forma directa al tráfico en la zona de Bocabarranco y se traduce en retenciones diarias que alcanzan hasta el cambio de rasante, apenas unos cientos de metros más atrás.

“Muchos conductores llegan a esa zona a bastante velocidad, sin haber reducido lo suficiente ni guardado la distancia de seguridad”, explica Hernández. La consecuencia está clara: “Terminan alcanzando a los vehículos que ya están detenidos en la retención”.

Operativo de emergencias desplegado en la GC-1 este miércoles.

Operativo de emergencias desplegado en la GC-1 este miércoles. / LP/DLP

Peligro creciente y medidas paliativas

Mientras se trabaja en una solución estructural que recupere la capacidad original de la vía y asegure una salida fluida sin interrupciones, el experto señala medidas paliativas. Entre ellas, destaca dos propuestas:

  • Instalación de sensores inteligentes que detecten retenciones y las anuncien con antelación en paneles luminosos.
  • Colocación de radares fijos o móviles que normalicen la velocidad del flujo de vehículos antes de llegar al tramo de reducción.

Ambas acciones permitirían, según Hernández, reducir el impacto del cambio de carriles y minimizar el riesgo de colisiones, más aún, si se disminuye la velocidad.

Recordar lo básico puede salvar vidas

Hasta que lleguen los cambios definitivos, el especialista recuerda datos clave que todo conductor debería tener en mente: “Un coche que circula a 120 km/h necesita al menos 90 metros para detenerse en seco. Si va a 150, no tendrá suficiente en caso de asfalto mojado”.

En una vía como la GC-1, donde los cambios de densidad y ritmo de circulación son constantes, conocer las distancias de frenado y mantener la atención es vital. Y, sobre todo, no confiarse nunca, aunque se recorra ese tramo cada día.

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