La naturaleza resucita en la cumbre de Gran Canaria

Muchas personas cambiaron esta Semana Santa la arena de la playa por la pinocha de muchos lugares de la cumbre donde se permiten acampadas.

Las últimas lluvias han hecho que la naturaleza explote en colores, disfrutando de un espectáculo natural que merece la contemplación de ver unos montes resucitados de verdor.

José A. Neketan

José A. Neketan

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

La Caldera de los Marteles, parada obligatoria en la ruta hacia la zona de cumbres de la Isla desde Telde o el Sureste, registraba casi a mediodía solo nueve grados y viento frío. La niebla jugaba a hacer aparecer y desaparecer este espacio natural. De uno de sus caminos salía Jonay Pérez, un joven fotógrafo profesional que estaba de paseo junto a su familia.

Natural de Vecindario pero que actualmente reside en Cataluña, Jonay pasa unos días en Gran Canaria por motivos laborales, y este domingo salió de paseo por esta zona, «que hacía más de diez años que no venía». Subió del sendero encantado. «Hay mucho color. Flores muy bonitas, y además el tajinaste azul, que no lo conocía». 

En uno de los coches aparcados en la explanada de la caldera, Tanausú y Cristina consultaban en su teléfono un lugar donde comer por la zona. Acababan de hacer una ruta circular de algo más de dos horas. La pareja reconoció que la primera opción que tenían para el domingo era una ruta por Firgas, «pero el tiempo estaba mucho peor que por aquí». Tenían claro que querían dedicar el día a caminar y, de alguna manera, acertaron con el lugar, donde la naturaleza es ahora mismo una auténtica explosión de vida y color.

El sancocho pendiente

Aridane y Ernesto también tuvieron la primera parada en la Caldera de Marteles. Vieron desde Telde que el día estaba nublado y no dudaron en subir en coche hacia la cumbre. «La idea es coger frío y disfrutar de cómo está el monte de bonito». Aridane confesó que no ha podido disfrutar de un solo día de la Semana Santa por motivos laborales y quiso que el último domingo sirviera para un merecido descanso. La intención de los dos amigos era continuar hacia la zona del Pico de Las Nieves y Tejeda, y estar en casa después del mediodía para comerse el sancocho que tenían pendiente desde el Viernes Santo.

Domingo de Resurrección en la Cumbre

Domingo de Resurrección en la Cumbre / Andrés Cruz / LPR

Vacaciones en caravana

La familia Padrón Medina vino desde Gáldar a disfrutar en su caravana a la zona del Corral de los Juncos. Llegaron el miércoles y ya estaban recogiendo todo para volver a casa. «Hemos disfrutado de estar más en familia, porque si nos quedamos en casa hay más tecnología para nuestros hijos y con ello menos convivencia», asegura la matriarca. Hoy tocaba regresar a los trabajos y su hijo y su hija a los estudios, por eso empezaron a recoger desde temprano, «porque llegar y montar lo haces en una hora, pero para recoger es otra historia porque hay que llevarlo todo limpio y ordenado, y eso te lleva más de dos horas». 

La familia ha dedicado estos días a pasear por el monte con su perro Peca y a juegos de mesa a la caída de la tarde. Al joven Daniel le ha gustado estar en la naturaleza y al aire libre, y a su hermana Arantxa el haber disfrutado del tiempo en familia. Reconocieron que no suelen salir en caravana muchas veces al año. No por ello están a favor de que creen lugares para esta forma de vida que cada vez tiene más adeptos en las Islas. «Lo que sí debemos hacer es las cosas bien, porque por culpa de campistas que no han hecho las cosas de forma correcta nos ha afectado a todos los que nos gusta disfrutar de nuestros días de esta forma».

En el mismo espacio reservado para caravanas estaban de charla en torno a una mesa Regina, Naty y Carla. Llegaron con sus familias desde el lunes y aún continuaban el domingo en este lugar que ofrece unas vistas espectaculares hacia el Roque Nublo y el Teide

Domingo de Resurrección en la Cumbre

Domingo de Resurrección en la Cumbre / Andrés Cruz / LPR

Son amigas y suelen coordinarse desde hace varios años para salir juntas con sus familias para disfrutar de esta forma de vida. Hace varios meses que habían hablado de subir al Corral de los Juncos. La convivencia, la tranquilidad y el compartir son algunas de las cosas que más les ha gustado esta semana que llevan en la zona. 

Las tres amigas coinciden en que la vida en la caravana «es una maravilla», que le permite disfrutar de la naturaleza «y de unos amaneceres y atardeceres espectaculares en lugares como este». También destacaron que sus hijos viven las vacaciones de una forma diferente, con aventuras y montes donde caminar y divertirse en la naturaleza, lo que hace que los saquemos de las pantallas». Las madres aseguran que en los lugares donde residen los menores casi no pueden salir a la calle, «mientras que aquí el patio donde jugar es inmenso y precioso, y además no están diciendo todo el día cómprame, porque aquí de comprar nada», comentaron entre risas. 

El rally prohíbe acampadas

Algunas de ellas tienen permiso hasta el viernes, que comienza el campeonato del mundo de Rallys, que se celebra en Gran Canaria el próximo fin de semana. Este evento ha hecho que se anulen los permisos para poder estacionar caravanas y hacer acampadas en las zonas habituales de la cumbre.

Las tres familias se muestran muy críticas con esta decisión. «Estamos a más de medio kilómetro de la carretera, no sé por qué nos tenemos que ir cuando somos aficionados a este deporte desde hace muchos años», criticaban, y advirtieron que «ya verán como el campo se queda hecho una mierda, porque muchas de las personas que van a los rallys se dedican a hacer asaderos y botellones y no hacen caso ni a las carreras».

En el Garañón, las cabañas y las instalaciones también han estado repletas. En un muro y al sol queda un grupo de personas del colectivo cultural Picoviento, del Cruce de Arinaga, echando las últimas conversaciones. Los miembros aprovecharon la ocasión para anunciar que el próximo 24 de mayo presentan en el teatro Cruce de Culturas su nueva obra 'Arrállate un millón', en la que están volcados trabajando y ensayando para que sea un éxito, igual que la convivencia de la que han disfrutado durante estos días de Semana Santa en la cumbre. 

En la zona de acampada de Los Llanos de la Pez los últimos que quedan empezaban a recoger los bártulos. Los campistas dicen que el fin de semana hubo muchísimas casetas de campaña y gente, pero la lluvia del sábado y el frío, que llegó a rozar la sensación térmica de cero grados, hizo que a primera hora de ayer domingo se apuraran en retirarse.  

Marcos, Joana, su hija Ariel y su perro Bounty subieron a pasar solo una noche en su tienda de campaña. Son de Tamaraceite y reconocieron que pasaron bastante frío, «pero sabíamos a qué veníamos». Eligieron pasar la noche del sábado de acampada porque sabían que la mayoría de la gente elegiría la playa para el último día de Semana Santa, «y aquí estamos en contacto con la naturaleza. Abandonas las comodidades de la casa pero te sientes vivo, y además el campo en primavera está precioso». 

No solo de flores está llena la zona de cumbre, «por ser una tierra muy agradecida», como se suele decir. También es fácil ver perdices, cernícalos y hasta enormes cuervos.

A la bajada, a una altura de 1.800 metros, el paisaje regala la visión de un espectacular mar de nubes para despedir la visita.

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