¿Sabías que entre dos roques de Gran Canaria se esconde una historia de amor y picardía?

Dos nombres que aún hoy se pronuncian son los causantes de una leyenda popular que dio forma al Roque Nublo y al Roque Bentayga

Guillermo Suárez García y Antonio Santiago Hidalgo

La Provincia

Johanna Betancor Galindo

Johanna Betancor Galindo

Las Palmas de Gran Canaria

Quien camina entre los barrancos de Gran Canaria sabe que allí, además del viento, corren historias que se transmiten de generación en generación. Cuentos y mitos que no están en los mapas, sino en la memoria de quienes las escucharon de niños y que a día de hoy forman parte de la sabiduría ancestral.

Uno de ellos relata la historia de Roque Nugro y María Castaña–María Bentayga, una pareja que, según dicen, bajaba de la cumbre hasta San Mateo para comerciar y que acabó dejando a medio pueblo con una deuda que nunca nadie pudo cobrar.

El creador de contenidos Daniel @belizaurio la rescató en TikTok tras hablar con una vecina de Tejeda: “Nunca había oído que el roque tuviese nombre de mujer, así que le pregunté por qué lo llamaba así”. A partir de ahí, el relato volvió a circular como una perla de la tradición oral canaria, llena de picardía y paisaje.

La versión más conocida de este cuento fue recogida por el investigador Francisco Javier Gil Rodríguez en 1990, gracias al testimonio de Guillermo Suárez, más conocido como “Pancho” , un vecino de El Sequero de Tirajana, que conocía bien los barrancos y los cuentos que en ellos habitan. Se publicó en la XXII Ruta de Bentejuí (1994) y más tarde en el Boletín del Salto del Pastor Canario.

La Luna llena se esconde detrás del horizonte en el Teide, visto desde el Roque Nublo, en Gran Canaria

La Luna llena se esconde detrás del horizonte en el Teide, visto desde el Roque Nublo, en Gran Canaria / Nacho González Oramas

El cuento

Según se cuenta en la tradición oral, Roque Nugro y María Bentayga eran un matrimonio que, durante años, bajaba a San Mateo con mulos cargados de productos de la cumbre. Vendían, compraban y en poco tiempo se ganaron la confianza de todos.

Tan buenos clientes parecían que, un día, los vendedores del pueblo les preguntaron por sus nombres. “Yo me llamo Roque Nugro y esta es mi señora, María Castaña – María Bentayga”, respondieron.

Al principio, pagaban religiosamente todo lo que se llevaban, pero con el tiempo comenzaron a pagar solo una parte. Y más tarde, dejaron de pagar por completo.

La deuda fue creciendo hasta que un día desaparecieron sin dejar rastro. Alarmados, los vendedores del pueblo decidieron ir tras ellos. Siguieron el camino de la cumbre, preguntando por la pareja en cada caserío. Hasta que llegaron a Tejeda, donde formularon la pregunta definitiva:

—¿Conoce usted a un señor llamado Roque Nugro y a su esposa, María Bentayga?

La respuesta, repetida por varios lugareños, fue tan desconcertante como genial:

—Sí, cómo no. Roque Nugro es aquel —dijeron señalando al gran roque— y María Bentayga, aquella otra.

Astucia hecha roque

La historia contada con sorna y sabiduría, transformó dos figuras del paisaje en símbolos de una burla elegante y definitiva.

Desde entonces, el relato ha circulado como una de esas joyas que, entre mito y humor, nos habla de la astucia isleña. Porque si algo tienen los cuentos del campo canario es que transforman la picaresca en paisaje, la deuda en burla, y el ingenio en leyenda.

La genialidad del cuento reside en cómo la cultura popular convierte una anécdota en geografía. Roque Nugro y María Bentayga dejaron de ser simples nombres y se convirtieron en parte del relieve de la isla.

También es oportuno anotar, en palabras del autor, que otros ancianos de la zona se refieren al otro roque emblemático de la Caldera de Tejeda, el Roque Bentayga, como María Bentayga. 

Es muy posible que pudiera ser otra variante a esta historia, donde perviven, tal vez, personificaciones masculinas y femeninas de los roques emblemáticos de los antiguos canarios, entremezclados con episodios más modernos.

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