"El devorador de barcos" de la costa de Gran Canaria: los hundimientos se cuentan por decenas

Conocida por los marineros desde tiempo atrás y delimitada en cartas náuticas desde al menos 1848, la conocida como la Baja de Gando descansa a unos 2 metros bajo la superficie

La leyenda del tesoro del Alfonso XII | FEDAC/MUSEO MARÍTIMO BARCELONA/ S. GARCÍA CHAPMAN

La leyenda del tesoro del Alfonso XII | FEDAC/MUSEO MARÍTIMO BARCELONA/ S. GARCÍA CHAPMAN / Amalia García-Alcalde

Las Palmas de Gran Canaria

Frente a la costa de Gran Canaria, en la península de Gando, se esconde un peligro geológico milenario, un arrecife submarino que ha ganado fama como “el devorador de barcos” porque, durante décadas, este banco rocoso ha provocado accidentes navales, como el dramático naufragio del trasatlántico Alfonso XII en 1885.

Conocida por los marineros desde tiempo atrás y delimitada en cartas náuticas desde al menos 1848, la conocida como la Baja de Gando descansa a unos 2 metros bajo la superficie, apenas a 1,5 kilómetros de la Punta de Gando.

Así lo demuestra el vídeo subido a Instagram por la cuenta @soyyeraysanchez, en el que se ve la prominencia de una roca que es casi imposible de divisar si no se sabe que está ahí, a cientos de kilómetros de la costa. Impresiona solo verlo.

El hundimiento del Alfonso XII

Su existencia en zonas de paso frecuente la convierte en una amenaza constante, especialmente para embarcaciones confiadas en navegar cerca de la costa. No es una leyenda: centenares de naufragios documentan su implacable peligro.

Así lo demuestra el más famoso de todos. El 13 de febrero de 1885, sobre las 16:30, el majestuoso vapor de la Compañía Trasatlántica Española, Alfonso XII, encalló en la Baja tras un estruendoso crujido. Con más de 110 metros de eslora, capacidad para 244 pasajeros y 3000 toneladas de arqueo, transportaba 10 millones de reales en oro para la tropa en Cuba, además de un centenar de personas entre tripulación y viajeros-

A pesar del caos, no hubo víctimas humanas: los pescadores locales auxiliaron a todos los ocupantes tras el hundimiento, ocurrido a unos 48 metros de profundidad.

El mito del tesoro

La carga de oro fue parcialmente rescatada: nueve de las diez cajas recuperadas tras sumergir parte del casco. La décima caja desaparecida alimentó una mítica búsqueda submarina que aún atrae buceadores técnicos.

Los restos del barco, con su hélice y timón visibles, se convirtieron en un tesoro para arqueólogos y buscadores.

El sitio apareció en expediciones de rescate lideradas por buzos españoles e ingleses, y se dinamitaron partes del pecio para acceder a su interior

Más casos

A lo largo de los años, la Baja de Gando ha seguido cobrando víctimas como el Monte Isabela, un pesquero noruego, y el remolcador Adriático, que también sufrieron encuentros con el arrecife.

Este peligro forjado a lo largo de milenios persiste en la actualidad y da buena cuenta de la importancia de seguir las rutas marítimas oficiales, usar cartas actualizadas y mantener la precaución.

Tracking Pixel Contents