La Guardia Civil, escolta aéreo del regreso a Teror de la Virgen del Pino

Un helicóptero apoya a 1.300 pies el dispositivo de seguridad que acompaña a la Patrona en el retorno a su Basílica tras 16 días de peregrinaje

El regreso de la Virgen del Pino a Teror, este domingo, desde el helicóptero del Servicio Aéreo de la Guardia Civil

C. B.

Las Palmas de Gran Canaria

A los mandos del helicóptero EC-135, el comandante Mesa, el capitán López y el guardia civil Torres llegan desde Fuerteventura —donde la nave del Servicio Aéreo (SAER) tiene su base— para escoltar desde el aire la procesión que acompaña a la Virgen del Pino de regreso a la Basílica de Teror, tras dieciséis días de peregrinaje por Gran Canaria. Es una cita histórica, la primera bajada de la Patrona tras once años de recogimiento en su templo. Aterrizan en el helipuerto de Nelson Mandela. Torres —mecánico— comprueba que todo funciona como debería en el Cuco —el apodo que reciben los helicópteros de la Guardia Civil— antes de que despegue para encarar esta misión. 

«Realizamos labores de coordinación, en apoyo a las unidades de tierra, sobre todo, de Tráfico. Comprobamos que todos los cortes de carretera estén cerrados para que ningún coche por despiste se meta en medio del dispositivo», explica el comandante Mesa sobre las labores de la jornada. 

Ellos aportan la visión aérea, indispensable, al resto de unidades que forman el dispositivo de seguridad de la Guardia Civil, con hasta 170 agentes desplegados, entre la Usecic, GRS, equipo Pegaso y Milano, Grupo Cinológico, Tedax, Tráfico y Seguridad Ciudadana. «Cada vez que un servicio requiere de visión aérea, ahí estamos», subraya el comandante.

Desde la cabina del EC-135 están en permanente contacto con sus compañeros, ya sea a través de la emisora o vía móvil. «También tenemos comunicación con la torre de control y un teléfono integrado», puntualizan. 

El guardia civil Torres da el visto bueno al comandante Mesa y al capitán López para que despeguen

El guardia civil Torres da el visto bueno al comandante Mesa y al capitán López para que despeguen / Andrés Cruz

Mesa y López reciben el ‘ok’ de Torres. Todo está bajo control. El Cuco está listo y puede despegar. A partir de ese momento, se convierten en el escolta aéreo de la Virgen del Pino y en los guardianes de todos los fieles que la siguen. El helicóptero sale del Nelson Mandela al filo del mediodía, cuando la Virgen ya deja atrás Las Palmas de Gran Canaria y encara la subida a Teror por la GC-21. Quedan todavía cinco horas por delante de procesión, hasta que la Patrona llegue a su pueblo. 

El EC-135 surca la capital, sube hasta Tamaraceite y localiza a la comitiva. Lo hacen en un vuelo visual, a 1.300 pies de altura, unos 400 metros. El comandante y el capitán avisan a través de la emisora de que han llegado a la posición acordada. «El relevo con la Policía Nacional se ha hecho sin incidentes. Sin novedad», dicen.

«A baja altura no usamos instrumentos, pero debemos estar pendientes de todo. Por eso siempre vamos dos pilotos y un tripulante. Aunque podríamos volar con un solo piloto, por seguridad la Guardia Civil establece que vayamos dos, sobre todo en el mar, entre islas, al ser vuelos monótonos de igual dos horas», especifican los mandos del SAER, a un equipo de LA PROVINCIA/Diario de Las Palmas que los acompaña durante las tareas del dispositivo.

Desde la cabina, además de al desarrollo de la peregrinación, deben estar atentos a todos. Pájaros, antenas, cables... Son las principales amenazas. «Hay que decirlo todo. En esta ruta, por ejemplo, Teror es una zona en la que hay que estar alerta, porque hay cables que cruzan el valle y eso para nosotros es un obstáculo», explican antes de llegar a esa área, ubicada en el entorno de Huertas del Palmar. La procesión avanza, ellos son los vigías.

Pero en los últimos años, el SAER se ha encontrado con nuevo ‘compañero’, a veces, indeseado: el dron. «Cualquiera lo lleva y cualquiera lo puede comprar». Ahí radica el problema. En operativos como el de este domingo —organizados con meses de anticipación— la Comandancia de la Guardia Civil comunica a AESA las zonas restringidas y emite un Notam, un aviso para pilotos sobre áreas en las que no se permite volar y el tiempo que estarán ‘cerradas’. Teror, y parte de su valle, es una zona prohibida, a excepción de las naves no tripuladas del Estado. 

«Los drones teóricamente no pueden ir a más de 120 metros, aunque algunos suben más y ahí está el riesgo. Nosotros volamos a 1.300 pies, en teoría a partir de los 500 te libras de ellos, pero hay ocasiones que los hemos detectado», especifica el capitán López. Ocurrió durante el mundial de rally, sin que el dron causase incidencias, aunque su piloto sí fue identificado. 

La procesión se acerca ya al valle de Teror. Los mensajes de atención se suceden en los auriculares:

–Doscientos metros para cables. Cables a las doce, dice López.

–Vistos, contesta Mesa.

–Cien metros. Próxima torre, a cuatrocientos metros, actualiza López.

Es su forma de comunicarse, de controlar los elementos que se pueden convertir en adversarios, aunque este Cuco lleva tanto en la parte inferior delantera como en la superior cortacables. También posee flotadores, necesarios en caso de caer en el mar. «El riesgo cero en este trabajo no existe», dice el capitán López, al tiempo que comprueban que en Teror las zonas ya están cortadas al tráfico «a falta de al menos dos horas para que llegue». 

Otras coberturas

El comandante y el capitán llevan, respectivamente, 30 y 29 años en la Guardia Civil, y en la especialidad, 24 y 20. Desde hace dos años y medio trabajan juntos en Canarias. Lo hacían en la base de Fuerteventura hasta que Mesa ascendió a comandante y se trasladó a Tenerife. En Canarias, el SAER de la Guardia Civil cuenta con una base en cada provincia para dar respuesta rápida a las incidencias. «Este trabajo engancha, pero te tiene que gustar volar», coinciden ambos. 

La procesión de la Virgen del Pino es solo uno de los dispositivos en el que se requiere su presencia. Han estado en el mundial de rally, en el Día de las Fuerzas Armadas, en el vuelco del cayuco en el muelle de La Restinga y en el de la guagua en La Palma, en tareas de migración o en operaciones contra el narcotráfico. El SAER también es indispensable en los incendios. «Coordinamos los medios aéreos de extinción, incluso a los aviones FOCA llegados de Península».

El EC-135 tiene una cámara infrarroja que, en esos caos, se usa para el control de los focos de calor, y también una cámara que transmite en vivo las imágenes al puesto de mando aéreo para que tengan una visión amplia del incendio. Esos vuelos son más complejos. «Un servicio se dificulta cuando hay muchas naves», asegura López. 

Entre conversación y conversación, la procesión avanza lenta, hace paradas. Poco antes de las 17 horas, tal y como estaba previsto, entra en Teror. Finaliza el servicio de Mesa, López y Torres. El Cuco se retira. Sin incidentes.

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