Pablo Sosa, biotecnólogo y socio de la empresa Oscillum: «No tenemos en España el apoyo para nuestras etiquetas inteligentes contra el desperdicio alimentario»

Acaba de recoger en Islandia con sus socios, Pilar Granado y Luis Chimeno, el premio internacional Jóvenes Inventores 2025 por sus etiquetas inteligentes que reducen el desperdicio alimentario

El biotecnólogo y socio de la empresa Oscillum, con raíces en Agaete, Pablo Sosa.

El biotecnólogo y socio de la empresa Oscillum, con raíces en Agaete, Pablo Sosa. / LP/DLP

José A. Neketan

José A. Neketan

Las Palmas de Gran Canaria

Acaba usted de recoger en Islandia junto a sus socios, Pilar Granado y Luis Chimeno, el premio internacional de Jóvenes Inventores 2025 por las etiquetas inteligentes que reducen el desperdicio alimentario ¿Cómo se llega hasta aquí?

Creo que se llegó por una ocurrencia que nos pasa a todas las personas. Abrir la nevera, ver un filete de pavo que llevaba tiempo y que ya había cambiado de color y que olía. Y como pasa muchas veces, pues tienes que tomar una decisión, que es o comerlo o tirarlo. Yo en aquel momento tomé la decisión de comérmelo, era estudiante y estaba a final de mes (se ríe). Había que arriesgar y sobreviví a esa experiencia. Desde ahí, mis compañeros, mis socios ahora, y yo vimos que esa misma situación se repetía en varias ocasiones, y fue ahí cuando dijimos que deberíamos crear algún sistema que midiera la vida útil de los productos en tiempo real. Que me dijera si me puedo intoxicar o no. Así fue surgiendo un poco el concepto que ha ido evolucionando hasta el producto que ya tenemos hoy.

Sin duda, esto supone un impulso motivacional para ustedes.

Para nosotros esto cierra un gran círculo, porque llevamos ocho años desarrollando la tecnología para este proyecto. Ahora se ha comenzado la comercialización, o sea, hemos estado en un proceso de industrialización y estamos iniciando la comercialización este año. En febrero salieron las primeras muestras industriales. Entonces, para nosotros esto es un broche internacional. Este premio es como la FIFA o la Champions de la ciencia, pero de la ciencia joven. Se nos galardona como científicos, no como emprendedores. Entonces, para nosotros es muy importante y bonito porque ahora estamos entrando en una etapa nueva que es menos ciencia y más ventas. Por eso casi lloro en la gala. Bueno, casi no, me temblaban las piernas, no sé si las lágrimas también.

«Se nos galardona como científicos, no como emprendedores y eso es muy importante»

Esas etiquetas inteligentes que han creado permitirá combatir el desperdicio alimentario a nivel mundial.

Sí, ahora mismo realmente es que no vendemos estas etiquetas. No las comercializamos en España, no porque no quisiéramos, sino porque no hemos encontrado el partner o la empresa que inicialmente nos apoye y colabore con nosotros. Hemos tocado muchas puertas de todas las zonas y siempre lo mismo. «Cuando el consumidor me lo exija» o «cuando el consumidor lo quiera», entonces claro, en España nos está costando mucho entrar porque somos una empresa pequeña y tenemos que conseguir que el consumidor nos conozca gracias a estos premios. Ahora estamos recibiendo un montón de mensajes a las redes sociales y al correo electrónico de consumidores queriendo probarlo, queriendo usarlas. Hemos iniciado la comercialización y ya estamos en seis países de África, y en Latinoamérica estamos hablando y trabajando con Perú, además de mantener conversaciones con Uruguay, Chile o Colombia. Esta es la prueba de que nadie es profeta en su tierra, como se dice.

Además, se trata de un problema global.

Sí. Nosotros lo que hemos desarrollado básicamente en nuestra empresa Oscillum son productos para combatir enemigos invisibles. Nosotros lo que decimos es que tenemos herramientas para visibilizar enemigos. Un enemigo que tenemos nosotros a veces es la nevera, aunque parezca tontería, para saber cómo están nuestras comidas. Eso es un enemigo invisible. También tenemos un nuevo producto que hemos lanzado ahora que visibiliza el daño que nos hace la radiación ultravioleta y nos recuerda cuándo tenemos que volver a ponernos crema solar. Es decir, nuestra especialización ahora como empresa son todos esos enemigos invisibles que no somos capaces de percibir, pero que nos hacen daño, y poder visibilizarlos para que podamos usar las herramientas correspondientes contra ellos. 

«Hemos iniciado la comercialización en seis países de África y pronto en Latinoamérica»

¿Cómo le podría explicar a la gente de a pie el funcionamiento de esas etiquetas inteligentes?

Pues es muy sencillo. Básicamente es un biosensor. Nosotros, aunque esa palabra parezca muy técnica, los biosensores ya los hemos visto. Un biosensor muy habitual, por ejemplo, es el aparato de la diabetes que todos hemos visto usar. Básicamente lo que hacemos es algo muy parecido, pero con bacterias. Nosotros lo que hacemos es que nuestro componente detecta el crecimiento bacteriano, y conforme más bacterias haya más cambios de color se dan. Entonces, hacemos una indicación de ese crecimiento bacteriano, así podemos evitar que una comida que parece fea pero está buena la tires o que una comida que parece en buen estado pero que realmente está mala lo sepas y la puedas desechar. Básicamente lo que nosotros aportamos es información, y con esa información el consumidor hace lo que quiere. Hemos demostrado cómo la información hace cambiar hábitos de una manera muy sana. Entonces, fomentamos evitar el mal gasto de alimentos en países de vía de desarrollo y aquí también. Pero mira, una intoxicación alimentaria en zonas rurales, no solamente en países en vía de desarrollo, puede ser muy peligroso para la salud pública porque esa persona puede estar muy lejos de poder tener ciertas medicaciones, entonces es importante prevenir, que es la mejor medicina, y nuestra etiqueta ayuda a todo eso. 

¿Qué les lleva a crear a usted y a sus socios en 2019 la empresa Oscillum?

Pues fue un poco ver la necesidad. La ciencia en España, desgraciadamente, no se apoya lo suficiente. Por ejemplo, en este premio en el hemos participado, somos los primeros españoles que han sido nominados y que hemos ganado. Pero la ciencia en España, desgraciadamente, en algunos sectores se está desfomentando o ya no es tan accesible como antes. Entonces, las salidas laborales que teníamos como biotecnólogos eran bastante limitadas. Igual que le pasa a muchísimos profesionales técnicos de una altísima cualificación, que al final trabajar en nuestro país nos cuesta, y más en nuestra tierra, sobre todo en Canarias. Entonces el emprendimiento es una opción. Entonces entre eso, que habíamos detectado un problema, que nos habían apoyado y que éramos jóvenes e inexpertos básicamente por el sentido de que siempre te piden años de experiencia para entrar a cualquier puesto de trabajo, dijimos pues mira, esto es como un máster, lo típico que se dice siempre del máster de la vida, y decidimos hacerlo y aprender. Vamos a ver cómo es el mundo realmente , y eso fue lo que nos hizo constituir la empresa Oscillum.

"Canarias puede ser un buen lugar para la investigación por sus ubicación geográfica y sus extraordinarias conexiones"

Ahora que se acaba de celebrar la PAU para los estudiantes, ¿recomendaría a los jóvenes hacer la carrera de biotecnología?

Sí, además la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Ulpgc) empezará a impartir esta titulación en el curso 2025/2026. Creo que es un grado que puede ayudar muchísimo. Mi carrera lo que hace es aplicar la ciencia a la sociedad, que eso es muy bonito. La ciencia no tiene que quedarse solamente en el mundo científico y que solo lo entendamos unas pocas personas. No, hay que acercarla a la sociedad. La biotecnología es la ciencia que se dedica a convertir las innovaciones académicas de mayor excelencia en cosas útiles para que al final lo terminen usando mi madre, mi abuelo o mi primo en el día a día. Yo creo que eso nos puede venir muy bien en un ecosistema como es Canarias y a los jóvenes canarios. Al fin y cabo crecemos en una isla privilegiada y somos muy versátiles.

¿Podría ser Canarias un buen lugar para la investigación?

Sí, Canarias tiene algo ideal que es su ubicación geográfica para la investigación y tenemos unas conexiones impresionantes. El turismo no solamente nos ha traído riqueza, y también algunas penurias, sino también nos ha permitido crear un territorio muy bien conectado, tanto en internet como en infraestructuras como aeropuertos o carreteras. A todo eso hay que sumarle que estamos trabajando por ser autosuficientes energéticamente, y eso permite a la ciencia crecer muchísimo porque nos posibilita estar conectados. Estamos en medio del Atlántico, cerca de Estados Unidos, de Latinoamérica y de África, que es un continente muy olvidado pero con mucho potencial. Hay grandes potencias como China que ya está viendo ese potencial en África y la Unión Europea está llegando tarde. Entonces, somos un eje importante en los tres puntos. Tenemos unas infraestructuras que son potencialmente muy útiles para la ciencia y para el crecimiento industrial. Pero el problema que tenemos es que yo creo que tenemos un sentimiento de inferioridad. Los canarios y las canarias como científicos somos muy buenos, tanto como uno de Madrid o como uno de Múnich. Lo que pasa es que hay poca inversión. Eso te hace tener que irte fuera y te hace sentir que los otros son más porque vas tú a su casa y eso afecta moralmente.

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