Santa Lucía

Cierra el centro de animales por roces entre empleados y voluntarios

Un cruce de acusaciones en una tensa reunión el jueves suma más dimisiones de trabadores, que se sienten «acosados»

Sergio, de Agüimes, acude al centro para jugar con los perritos, su terapia.

Sergio, de Agüimes, acude al centro para jugar con los perritos, su terapia. / LP/DLP

Santa Lucía

El Centro de Protección Animal (CPA) las Carboneras de Santa Lucía cerró el pasado sábado temporalmente. Continúa su actividad de acogida y mantenimiento de perros y gatos abandonados, pero a puertas cerradas. Un conflicto que arrastran hace meses operarios del centro y un sector de los voluntarios fue el detonante el jueves, durante una reunión convocada por el concejal del área de Bienestar animal del Ayuntamiento de Santa Lucía, Mario Bordón. Los afectados, animales y personas como Agustina Díaz, de 86 años que lloró cuando fue a jugar ayer con los perros porque le sirven de terapia y duerme bien o Sergio Arencibia, que manifestó que «me olvido siempre las muletas. Se me quita todo después de jugar con los perritos jugando». Terapia de vida.

Cruce de acusaciones por presunto ‘enchufismo’, de mala gestión y poca profesionalidad de empleados, el posible acoso de voluntarios e incluso, la presencia de dos ediles de la oposición en el ayuntamiento, caldearon más la situación durante el encuentro entre trabajadores, voluntarios y el responsable municipal en Las Carboneras. «Hasta tal punto que casi se llega a las manos. Terminó con la dimisión del trabajador más veterano que «incluso lanzó el móvil al suelo de la rabia. Es el cuarto que deja el empleo este año por la situación inaguantable», comenta Bordón.

El proyecto del centro es pionero en España, entre otras, por su ubicación singular, levantado sobre el antiguo vertedero de Las Carboneras y hoy, un oasis para estas mascotas y visitantes. Hoy está cerrado al público y voluntarios hasta que se normalice la plantilla en la instalación municipal, que precisamente sacó a licitación en mayo pasado su gestión por un millón de euros hasta 2029.

Tres operarios y la veterinaria trabajan estos días sin entender bien por qué ha sido necesario llegar a esta situación: «Debe prevalecer el bienestar animal, no los egos», afirma la portavoz de los empleados que prefiere mantenerse en el anonimato por «huir de críticas , mentiras y juicios paralelos en redes sociales». Lo comenta en referencia a un sector del voluntariado que participa en el centro, que vuelca en sus redes «mentiras con las que solo perjudican al animales». Descarta enchufismos o falta de profesionalidad, entre otros y sí confirma que son casos concretos de voluntarios que se toman atribuciones «que no les corresponden».

La Asociación Voluntarios de Protección Animal Carboneras, Acma, encabeza el grupo de voluntariado oficial del CPA santaluceño. Su presidenta, Elizabeth Sánchez, participó en la reunión previa al cierre del centro, del que culpa al concejal. Niega las acusaciones vertidas por empleados que puedan implicarlos y considera que como asociación están legitimados para fiscalizar lo que consideran que pueden ser actuaciones contra el bienestar animal. Junto a su marido, Alfredo Méndez, defiende que es su asociación «la que ha levantado el centro promocionando a través de sus redes sociales la adopción de animales, no el ayuntamiento». Argumenta que «en 2024 y solo por sus campañas se adoptaron 180 mascotas y que en este van por 76». Sánchez lanzó criticó al personal del centro al asegurar que se ha atendido a animales «tomando una bebida energética y fumando». Culpa a los malos cuidados la muerte de un perro en enero y otro, del que dijo desconocer las causas. También cree que hay «enchufes de familiares ocupando cargo sin tener estudios». A pesar de estas manifestaciones, reconocen que no han denunciado los hechos por vía judicial ni policial pero sí los han puesto en conocimiento del responsable municipal.

No son de la misma opinión otros voluntarios consultado asiduos al centro, al igual que Agustina y Sergio, que han encontrado cariño, terapia y compañía entre los abandonados, que también tienen por ahora un refugio.

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