Ni en Nueva York ni en Los Ángeles: esta hamburguesería ochentera está en Santa Brígida
Retro, local y brutalmente sabrosa, una experiencia que viaja en el tiempo

La Provincia

El coche no vuela, pero algo se transforma cuando cruzas la puerta. Las luces de neón dibujan siluetas nostálgicas, las máquinas arcade zumban como en un salón recreativo de otra época y el aroma a carne cocinada al momento se mezcla con referencias cinematográficas que marcaron a toda una generación.
Esto no es una hamburguesería cualquiera, es Delorean Burger, el nuevo local de Santa Brígida que desde su apertura, el pasado 7 de julio, ha logrado lo que parecía imposible: fundir lo retro, lo local y lo sabroso en una experiencia que viaja en el tiempo.
Detrás del atrezo ochentero hay algo más que una idea bien ejecutada. Hay una historia compartida entre amigos nacidos entre los años 80 y mediados de los 90, que decidieron construir un lugar propio, con raíces, con intención, con alma.
“El nombre surgió en un brainstorming, como todo lo bueno”, dice entre risas Iván Naranjo, copropietario. “Queríamos crear algo que fuese mucho más que comida. Una experiencia completa que une gastronomía, atención, ambiente y cercanía. Todo eso suma. Todo eso importa".
Aunque por fuera parezca una escenografía sacada de Stranger Things, Delorean está sólidamente anclado a su entorno. No es una franquicia, ni una réplica clonada al estilo de las grandes cadenas. Es un homenaje vivo al lugar donde nació.
“Todo el equipo es del municipio. Abrimos aquí porque sentimos que Santa Brígida merecía un espacio como este. Le tenemos mucho cariño y respeto a su gente, a su historia, a su gastronomía”.
Esa fidelidad al kilómetro cero se nota en cada plato: papas de cultivos cercanos, cochino negro de un ganadero local, proveedores elegidos con criterio de proximidad y compromiso. Lo que se sirve en la mesa tiene cuerpo, pero también tiene identidad.
Elegir una burger, elegir una historia
La carta no es un menú al uso, es una invitación al juego, a la memoria y al sabor. Aquí cuando se pide una hamburguesa, se escoge una historia. Algunas propuestas retrotraen a veranos de infancia; otras parecen sacadas de un guion firmado por Spielberg y cocinado por un chef con alma científica.
Así nace el “No seas gallina, McFly”, un entrante de solomillos de pollo de corral crujientes con salsa sweet chili y miel, o “Los Indios”, rollitos de hojaldre rellenos de queso fresco con una mermelada de pimientos casera que bien podría firmar un abuelo del barrio con talento para los fogones.

Hover Pork de Delorean Burger / LP/DLP
Las hamburguesas son el corazón de esta carta. Destacan la “Biff Bacon” combina doble cheddar, bacon crujiente, salsa baconesa casera y mermelada de cebolla al chipotle; la “Hover Pork” eleva la idea del pulled pork con queso gouda semicurado, col, filete smash y salsa americana; y “La Pekinesa” se entrega al desenfreno: doble carne jugosa, queso fundido sin permiso, cebolla crunchy, pepinillo rebelde y una salsa misteriosa “afinada en su laboratorio”.
Además, está la joya inesperada del mes: “La Paradoja”, una edición especial que va más allá con doble smash de secreto ibérico, alioli de pimiento asado, mozzarella fundida, guanciale, rúcula y tomate natural.
Las papas también tienen su protagonismo absoluto, la “Papichurri” es un festival de bacon, guanciale, mozzarella fundida, cebolla crujiente y una salsa secreta digna de un multiverso paralelo. Y como colofón, el postre “Back in Time”, una torrija de pan brioche, helado de vainilla y crujiente de caramelo gratinado. No es un final. Es un epílogo de película.
Comer, quedarse y repetir
Todo en Delorean Burger está pensado para que el cliente no solo coma, sino que se quede. Que vuelva a jugar, a reír, a compartir, a hacerse fotos, a ser niño otra vez. El salto del delivery a un espacio con mesas fue solo el comienzo. Ahora, el local cuenta con una zona recreativa, máquinas arcade, merchandising oficial y una escenografía pensada para mirar, tocar y comentar.
El papel que envuelve las hamburguesas decorado con personajes de Rick y Morty parece haber salido directamente de una dimensión paralela donde todo sabe mejor. Y los posavasos, lejos de ser lo de siempre, son mini vinilos que no suenan, pero activan algo. Como una canción que se recuerda sin necesidad de oírla.
“Nosotros tratamos de ofrecer una experiencia inigualable, o al menos lo más enriquecedora posible”, insiste Iván. Y lo logran. Todo invita a quedarse un poco más y a sentarse sin prisa. A dejar que el entorno te cuente cosas. A descubrir que aquí hasta lo más pequeño tiene intención.
Comer en Delorean es participar de un universo estético y emocional, diseñado para despertar algo. Una risa. Un clic. Un recuerdo. Un viaje sin coche, pero con sabor. Solo basta con desviarse por la carretera del Centro, número 142, y dejar que una hamburguesa te lleve donde quieras.
El local abre los miércoles y jueves de 20:00 a 23:00 horas, los viernes de 19:30 a 23:30 horas, sábados de 13:00 a 16:00 horas y de 19:30 a 23:30 horas, así como los domingos de 13:00 a 16:00 y de 19:30 hasta las 22:30 horas. Un lugar 100% instagrameable y pet-friendly. Puedes encontrar más información en sus redes sociales.
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