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Pintoresca y de aguas tranquilas: la joya secreta de Gran Canaria que sorprende a primera vista

La playa se abre paso junto a un pequeño puerto pesquero y la silueta de una fábrica de cemento

Una bañista observa la marea en la playa de El Pajar.

Una bañista observa la marea en la playa de El Pajar. / Juan Castro

Las Palmas de Gran Canaria

En el suroeste de Gran Canaria, entre acantilados volcánicos y el rumor del Atlántico, se esconde un lugar que rara vez aparece en las guías convencionales.

La playa de El Pajar, también llamada Playa de Santa Águeda (Arguineguín), un enclave sorprendente que combina lo pintoresco con lo auténtico, lejos de las multitudes de Maspalomas o Mogán.

Un rincón auténticamente isleño

La playa se abre paso junto a un pequeño puerto pesquero y la silueta de una fábrica de cemento que, lejos de restarle encanto, le da un aire insólito y muy local.

Basta bajar a la arena para que la escena cambie: aguas tranquilas, familias que conversan bajo sombrillas, niños que juegan seguros en la orilla y un ambiente sereno que invita a bajar el ritmo.

Un bañista en la playa de Santa Águeda con la cementera al fondo.

Un bañista en la playa de Santa Águeda con la cementera al fondo. / LP/DLP

El Pajar no es un lugar para prisas. Aquí se viene a flotar en el mar, a remar suavemente en kayak o a dejarse llevar sobre una tabla de paddle surf.

El acceso es sencillo desde la GC-1 y, aunque el aparcamiento puede llenarse en temporada alta, la caminata hasta la cala se convierte en parte del encanto.

Sabores junto al mar

Al caer el mediodía, la visita no estaría completa sin una parada en El Boya, el restaurante más emblemático del lugar. Su terraza frente al mar sirve tapas frescas y pescados locales, acompañados de cervezas frías y la brisa atlántica.

Es la postal perfecta de la hospitalidad canaria: buena comida, conversación relajada y vistas sin artificios.

La magia de El Pajar está en su contraste: un paisaje donde lo industrial convive con lo natural, lo popular con lo íntimo. Es el rincón secreto al que acuden los residentes, y donde el visitante curioso descubre una Gran Canaria distinta, auténtica y cercana.

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