Artenara
"Es un sentimiento que no se puede contar": 40 años con la lente en la Virgen de la Cuevita
El día grande de la Virgen de la Cuevita es un acontecimiento familiar y entrañable que trae de vuelta a los hijos e hijas de Artenara, el segundo municipio más despoblado de Canarias

Procesión de la Virgen de La Cuevita, Artenara / José Pérez Curbelo

El encanto de Artenara, un municipio pequeño y silencioso enmarcado entre las cumbres de la isla de Gran Canaria, se ve realzado en su día grande de las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Cuevita. Este domingo, la patrona de los ciclistas y las agrupaciones folclóricas salió de la iglesia de la Plaza de San Matías, donde ha permanecido durante 15 días, para dar una gran vuelta por el pueblo y regresar a su ermita rodeada de un centenar de fieles. La procesión tuvo el acompañamiento musical de la agrupación Ibaraden y, un año más, quedó inmortalizada en la cámara de José Miguel Rodríguez, quien lleva más de cuatro décadas documentando las fiestas a través de su lente.

José Miguel Rodríguez junto a su cámara para fotografiar a la Virgen de la Cuevita / José Pérez Curbelo
Tras la salida de la iglesia con la comitiva, anunciada por el repique de campanas, la Virgen recibió un emotivo baño de pétalos de rosas de colores desde un balcón decorado con imágenes de la Virgen. Hasta hace unos meses, allí vivía una mujer muy querida por todo el pueblo que nunca se perdía la procesión y que falleció recientemente, a sus 95 años.
Al continuar con su marcha, otro baño de pétalos llenó la calle por donde pasaba la imagen, esta vez, lanzados desde lo alto del Ayuntamiento. Vecinos y vecinas de la zona iban abriendo las puertas de sus casas al paso de la Virgen para salir a la calle y verla decorada con el colorido de las flores.
Agosto es Artenara
La entrañable procesión del día grande de la Virgen de la Cuevita representa "un sentimiento" que "no se puede contar". Así lo asegura Lucía García Díaz, cuya familia es originaria de Artenara, por lo que todos los años desde que era pequeña pasan agosto entre sus festejos.
Hace 45 años conoció al que hoy en día es su marido, José Miguel Rodríguez, quien recientemente fue nombrado Hijo Predilecto de Teror. Provisto de su cámara, lleva documentando las fiestas en honor a la Virgen de la Cuevita "desde la friolera del año 80", habiéndose hecho desde entonces con un extenso archivo fotográfico "producto de la afición", ordenado y clasificado por años.
Para él, "el mes de agosto es obligado ir a Artenara con toda la familia", por lo que no fallan ningún año y acuden a todos los actos. Eso le ha dado mucho margen para documentar paisajes, personajes destacables de las fiestas, panorámicas generales o pequeños detalles llamativos que son distintos en cada ocasión. Frente a semejante documentación visual, "la pandemia dio tiempo para poner orden", apunta.
Raíces y calma
Lucía ha notado cómo, con el transcurso de los años, son cada vez menos las personas que acuden a las fiestas: "La gente que procede de aquí, que tiene sus raíces aquí, suele volver estos días. Lo que pasa es que esas tradiciones se van perdiendo y hay fiestas en muchos sitios".
Lo que no se ha perdido, matiza, es la cercanía y la familiaridad que tienen estas celebraciones, y es que Artenara es el segundo municipio con menos población de toda Canarias, tan solo por detrás de Betancuria, ubicado en Fuerteventura. De este modo, permite una tranquilidad que "se agradece" en comparación con otras zonas de la Isla, donde la masificación es mucho mayor.
Lucía apunta que el día grande de la Virgen de la Cuevita siempre es el último domingo de agosto, y que este año cayó en 31, motivo por el que "está todo el mundo muy fastidiado porque mañana hay que salir pitando para trabajar".
Toda una vida con la Cuevita
Pero hay personas que no se lo perderían por nada del mundo, caiga el día que caiga, como es el caso de Miguel Ángel Medina. Ahora ya está jubilado, por lo que los madrugones del día siguiente no son impedimento para salir a la calle a rendir homenaje a la Virgen. Sin embargo, esa nunca fue una excusa en el pasado.
"Todos los años estoy aquí en Artenara, desde que era pequeño", asegura, para añadir que seguirá haciéndolo "hasta que viva uno". Y es que para Miguel Ángel, nacido y criado en Artenara, se trata de mucho más que una tradición anual: "Yo he vivido siempre, toda la vida, debajo de la Virgen de la Cuevita. Me ha criado de chico y siempre mis padres me han mandado a las procesiones y a la iglesia".
Según explica, no existe una comisión de fiestas como tal, sino que es algo que "se hace entre todos" y "se trabaja mucho" para honrar a una patrona tan querida. Lamenta que este año ha habido muy poca gente, y apunta que es necesario recuperar las tradiciones, si bien razona que "hay muchas fiestas por ahí y la gente va a las más cercanas, o hay gente que trabaja y ya no sale tanto".
Unas fiestas sin voladores
A su parecer, un motivo de peso que condiciona una asistencia cada vez menor es que antes se solían tirar "muchos voladores", que son un atractivo muy importante, pero ahora ya no pueden lanzarse por riesgo de incendios forestales. Así mismo lo explica el alcalde de Artenara, Jesús Díaz Luján: "Tristemente, no podemos hacer la demostración pirotécnica como hacíamos antiguamente".
En cualquier caso, el alcalde se mantuvo optimista en lo que tildó de "una tarde especial" para este pueblo que representa a "la España vaciada" en la Isla: "Celebramos a la Virgen de la Cuevita, patrona de los ciclistas de Gran Canaria y las agrupaciones folclóricas. Durante 15 días la hemos bajado de su cueva, su ermita, y la hemos trasladado a la Plaza San Matías. Es una fiesta donde los hijos de Artenara que, por distintos motivos, se han ido del pueblo, vuelven este mes de agosto en unas fiestas de encuentro".
Los caballos de Artenara
Para dar un poco de ambiente a las fiestas, los alrededores de la Plaza San Matías contaban con algunos puestos de artesanía, turrones y helados, entre otras comidas y refrigerios. También allí se encontraba un stand de la Fundación Hipona Proyecto Zaida, que lleva algunos años en funcionamiento, si bien se ha estrenado hace pocos meses en Artenara, por lo que estas son sus primeras fiestas en honor a la Virgen de la Cuevita.
Tal y como cuenta Paola Rodríguez Monagas, que forma parte del equipo de esta entidad sin ánimo de lucro, su misión tiene tres pilares: los caballos, las personas y el medioambiente. Además, se han asentado en este municipio para ayudar con el problema de la despoblación en las zonas rurales.
Principalmente, se dedican a rescatar caballos para "darles una segunda oportunidad", con los que después pueden hacer terapias a coste cero para personas con discapacidad, víctimas de violencia de género y otros colectivos vulnerables. Además, buscan contribuir a la prevención de incendios forestales, ya que los caballos tienen la capacidad de crear cortafuegos naturales.
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