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Conoce la historia de Sonia, la química que dejó Venezuela para ser chef en Gran Canaria

Sonia, licenciada en Química, y su hijo Daniel dejaron atrás una vida en Venezuela para empezar de cero en la isla. Estudiaron juntos FP de Gastronomía y Repostería y forjaron una historia de superación, aprendizaje y amor. Ahora triunfan con su negocio comida venezolana casera y artesanal en Vecindario.

Santa Lucía de Tirajana

Sonia González es licenciada en Química y fue docente en la Universidad de Zulia en Venezuela durante 27 años y su hijo Daniel Andrade González, de 27 años, optó por la Educación. Dejaron atrás una vida en su país para empezar de cero en Gran Canaria. Lo que comenzó como una búsqueda de estabilidad se convirtió en una historia de superación, aprendizaje y amor que los llevó abrir su propio negocio de comida venezolana y repostería artesanal. Delisonia, abierto en abril de 2024, en el corazón de Vecindario, tras estudiar juntos los ciclos de FP de Gastronomía y Panadería, Repostería y Confitería. Sonia es la experta en comidas típicas que cocinaba para su familia en Venezuela y su hijo hace magia con los postres.

Llegaron con dolor obligados por la situación política y socioeconómica de su país y sobre todo, por amor y apoyo incondicional de su compañero de vida, Plácido, residente en Gran Canaria, que fue quien la impulsó a tomar la determinación de migrar y abrir su negocio propio. «Los tres mosqueteros, dos venezolanos y un valenciano canario con pasión por la cocina, decidimos transformar el amor por la gastronomía en un proyecto: Delisonia», señala.

Durante 27 años, Sonia González pensó que su vida giraría siempre en torno a la química. Licenciada en la Universidad Autónoma de Zulia, una de las mejores de Venezuela, fue docente y profesional en su especialidad. Su hijo Daniel, diagnosticado con trastorno del espectro del autismo (síndrome de Asperger) a los siete años, dejó a medias su licenciatura en Educación, mientras el país se hundía.

"El salario no daba para sobrevivir"

«El salario apenas alcanzaba para sobrevivir. Mi sueldo mensual equivalía a diez euros al mes aquí. Con eso me daba para comprar un pollo y poco más», dice sonriendo pero con pena.

La situación se volvió más insostenible cuando atracaron también a Daniel a plena luz del día dos veces. «Allí cuando te atracan no te disparan en una pierna. Lo hacen directo al pecho o la cabeza, para que no puedas denunciarlos», recuerda la venezolana con residencia en España, como su hijo.

La decisión fue difícil pero inevitable: dejar atrás su tierra, su casa, su carrera, a sus hermanas y su abuela, su carrera profesional y empezar desde cero.

El cambio comenzó mucho antes de hacer las maletas. Sonia conoció a Plácido de una forma poco habitual: jugando al Scrabble en un chat de internet. Y lo que empezó como un intercambio de palabras se transformó en un vínculo de inteligencia, complicidad y afecto. De esas jugadas y conversaciones surgió su historia de amor que acabo llevándolos a emprender juntos esta nueva vida. Junto a Daniel, en 2018 y buscando estabilidad y oportunidades.

Se instalaron en Vecindario y «de repente nos vemos con la pandemia de la covid», detalla Sonia. Los sorprendió cuando trataban de abrirse camino, les frenó planes, pero no su empeño. «Nuestro lema es que hoy es mejor que ayer y mañana mejor que hoy», relataba la sonriente Sonia esta semana mientras atendía al mismo tiempo a los primeros clientes del día a en su local, al que acudieron por pedidos de arepas, tequeños, cachapas, empanadas y postres.

«Es todo artesanal y con recetas de nuestros ancestros», detalló González, mientras Daniel apostillaba que «usamos de tres quesos, otras de pollo y carne mechada, queso aguacate cebolla y pollo, y hacemos pata asada nosotros mismos, de la forma venezolana, que es menos seca de la canaria y está muy buena».

Vuelta a estudiar

Tras este inciso, continúan contando su aventura de vida. «Decidimos volver a estudiar», convencidos de que la formación sería su tabla de salvación. Madre e hijo se matricularon juntos en el primer ciclo de Formación Profesional del CIFP Villa de Agüimes de dos años de Cocina y Gastronomía. Sonia, con una licenciatura universitaria sin poder homologar en España, se sentó otra vez en un pupitre, esta vez con su hijo. «Él por la mañana y yo por la tarde», dice sobre una etapa que recuerda con inmenso cariño a los profesores y su director, Vicente.

La ahora cocinera es licenciada en Química y ejerció 27 años como docente en la Universidad

Terminada la especialidad, siguieron dos años más formándose en el ciclo de Panadería, Repostería y Confitería. «Fue un tiempo muy bonito». Su empeño no pasó desapercibido: fueron elegidos para participar en el programa Erasmus . «Tres meses de prácticas en Módena, en la isla italiana de Sicilia en una pastelería artesanal fundada y administrada por una familia. «Aprendimos tanto de pastelería como de gestión de recursos, producción y calidad, conocimientos que nos motivaron a convertir nuestros sueños en meta: abrir un negocio propio», apunta. Eso sí, acompañados siempre por su inseparable amor Plácido.

La experiencia los transformó y al volver el centro propuso a madre e hijo como candidatos al mejor proyecto de la beca Erasmus de Canarias. Solo podía haber un ganador, y fue Sonia. Semanas después recibiría otra noticia inesperada: había sido elegida entre los tres mejores alumnos Erasmus de España.

De vuelta en Gran Canaria trabajaron un tiempo en hostelería. Pero aquejada de dolores de rodilla aceleró la decisión junto a Plácido de abrir su propio negocio: Delisonia, un pequeño local en Vecindario de comida típica venezolana. «Todo artesanal y con recetas de nuestros ancestros», detalla Sonia. También ofrecen servicio a domicilio en Santa Lucía y Agüimes, y su carta en internet.

Llegaron de la mano de Plácido, pareja de Sonia, al que conoció jugando al Scrabble en un chat

Daniel, por su parte, dejó a medias su carrera de Educación cuando salió de Venezuela. Es el maestro repostero artesanal, «para lo que tiene un don muy especial», dice su madre orgullosa.

«Cada producto de DeliSonia atesora los sabores de nuestras tierras. Somos fusión de culturas y nos sentimos felices donde estamos y orgullosos de donde venimos», aseveró la docente, que también dio brincos de alegría al enterarse de que su compatriota, la opositora al régimen venezolano, Corina Machado, recibió el Premio Nobel de la Paz. Quiso gritar al mundo ella también que en Venezuela la situación está peor que nunca. «Es la operación en la que la policía que toca en tu puerta y te lleva con suerte, preso, pero normalmente los asesinan».

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