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Así es como se vestía una mujer canaria de ciudad a finales del siglo XVIII

La creadora Andrea Franco Herrer recrea la moda femenina del siglo XVIII en Gran Canaria con una pieza hecha a mano por su madre

La indumentaria tradicional canaria

La indumentaria tradicional canaria / Instituto Canario de las Tradiciones

Johanna Betancor Galindo

Johanna Betancor Galindo

Las Palmas de Gran Canaria

Hay gestos que rescatan la historia y tejidos que cuentan lo que los libros olvidan. La creadora de contenidos Andrea Franco Herrer (@andreafrancoherre) ha emocionado a miles de seguidores al mostrar en redes cómo se vestía una mujer canaria de ciudad a finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Lo ha hecho con una frase que encierra todo el valor sentimental del proyecto: “No hay nada más bonito que llevar algo hecho por las manos de mi madre”.

Con una narración pausada y didáctica, Andrea viste cada capa con una explicación sobre su uso, su tejido y su significado en la sociedad canaria de la época.

Comienza por el calzón femenino de algodón, una prenda básica de ropa interior, seguida de los zapatos de cuero con hebilla plateada, herencia directa del refinamiento burgués europeo. Luego aparece la blusa de buche en seda, símbolo de elegancia y estatus, típica de las mujeres de ciudad.

Las capas que daban forma y elegancia

La reconstrucción continúa con el sagalejo, una enagua interior de lino que servía de base para dar forma al conjunto. Encima, el refajo de franela añade volumen y estructura. Pero es la falda exterior de seda salvaje, adornada con chorreras de encaje negro, la que se lleva el protagonismo. “Era común usar varias faldas o enaguas para dar más volumen y presencia a la vestimenta”, explica Andrea.

Sobre el torso, el corcelete de seda brocada envuelve el cuerpo como una joya textil. Y como remate, una mantilla de beatilla, sostenida por un sombrero tipo chistera, termina de coronar un conjunto que fusiona lo religioso, lo urbano y lo simbólico.

Una historia bordada entre generaciones

Más allá del vestuario, el vídeo emociona por su valor afectivo y su compromiso con la memoria. “Esto es una muestra viva de la historia y del vestir tradicional de Canarias”, concluye Andrea mientras se despide con el atuendo completo. Cada prenda, cada costura y cada combinación de tejidos refleja siglos de mestizaje cultural en el archipiélago.

La vestimenta tradicional canaria, lejos de ser uniforme, varía según la isla, el municipio y el contexto social, incluyendo diferencias en colores, cortes y complementos. En Gran Canaria, por ejemplo, existen modelos distintivos por localidad, con faldas, justillos, mantillas, monteras y capotes que delatan su origen. Tal como explican los expertos en etnografía, “la unión de culturas a lo largo de los siglos marcó una identidad diversa donde el vestido se convirtió en seña de pertenencia”.

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