INICIATIVA
El primer centro integral de entrenamiento para pacientes con cáncer abre en Las Palmas de Gran Canaria
En Las Palmas de Gran Canaria acaba de abrir sus puertas Orkide, un centro pionero de entrenamiento integral para personas con cáncer.

La Provincia
En Las Palmas de Gran Canaria ha abierto Orkide, un centro especializado en cáncer que ofrece ejercicio físico supervisado a pacientes oncológicos. Esta innovadora propuesta, creada por la educadora física Laura Capdevila, la cardióloga Victoria Piro y el médico rehabilitador Eduardo Borque, tiene como objetivo mejorar la calidad de vida cáncer mediante entrenamiento para pacientes con cáncer, todo en un entorno seguro guiado por profesionales expertos en rehabilitación integral cáncer.
Un proyecto que nace de la experiencia personal
“Orkide nace hace muchísimos años, cuando la madre de una conocida de mi hermana y mía fue diagnosticada con cáncer”, recuerda Laura Capdevila. “Ella era una persona muy activa físicamente y quería seguir entrenando. Nos contactó, empezamos a estudiar sobre el tema y vimos que realmente los pacientes podían beneficiarse enormemente del ejercicio físico”.
A partir de esa experiencia, los tres profesionales comenzaron un largo camino de formación y especialización en oncología, fisiología del ejercicio y rehabilitación. Lo que empezó como un gesto de apoyo se transformó en una vocación compartida: crear un espacio donde el paciente oncológico pudiera volver a sentirse fuerte, acompañado y en control de su cuerpo.
Ejercicio y cáncer: una alianza terapéutica
Los responsables de Orkide subrayan que el ejercicio físico adaptado es hoy una herramienta clave en la recuperación y el bienestar de las personas con cáncer. “Lo más importante es conocer bien tanto al paciente como su tratamiento y todos los posibles efectos adversos que pueda tener”, explica la cardióloga Victoria Piro.
El corazón, de hecho, ocupa un papel central en la nueva visión de la oncología moderna. “Un porcentaje muy alto de pacientes oncológicos tiene como primera causa de muerte un problema cardiovascular, ya sea por los procesos inflamatorios del propio cáncer o por los efectos secundarios de la quimioterapia, que en muchos casos daña las fibras cardíacas”, detalla Piro.
“En los últimos diez años ha cambiado el paradigma del tratamiento del cáncer: ahora se pone el foco en proteger el corazón. Puedes curar el cáncer, pero si generas una insuficiencia cardíaca, esa puede ser la nueva causa de mortalidad”, añade.
Una carencia del sistema público
Orkide surge también como respuesta a una carencia en el sistema público de salud, donde el ejercicio terapéutico todavía no está integrado en el tratamiento oncológico. “Llevamos más de tres años presentando iniciativas para incorporar el ejercicio físico en el proceso del paciente oncológico, pero por ahora no es una prioridad en las instituciones públicas”, lamenta el doctor Eduardo Borque.
“Los pacientes están enfermos ahora y hay que tratarlos ahora. Por eso nace este proyecto: aunque sea privado, cubre una necesidad real y urgente”.
Borque y su equipo señalan, además, la falta de apoyo económico para que las personas con menos recursos puedan acceder a este tipo de servicios. “No existen subvenciones específicas. Si el ejercicio oncológico no está en la cartera de servicios del sistema público, el paciente tiene que pagarlo de su bolsillo. Debería haber ayudas que permitieran acceder a estos programas, igual que ocurre con otras terapias complementarias”, subraya.
Historias de fuerza y recuperación
Entre las primeras personas que han pasado por Orkide se encuentra Nayra Calvo, diagnosticada de cáncer de mama en noviembre del año pasado. “Me operaron en enero, y tuve la suerte de conocer la sala y al equipo justo al principio del diagnóstico”, cuenta. “Empecé con ellos después de la primera cirugía, y parece mentira, pero me siento como un toro. He recuperado fuerza, ánimo y confianza en mí misma”.
Su testimonio se une al de Noelia Urquía, otra paciente que descubrió el proyecto gracias al boca a boca y su amiga, Nayra. “Cuando me diagnosticaron, llamé a mi amiga y me habló de este sitio especializado en ejercicio y cáncer. Vine sin saber muy bien qué esperar, pero encontré una atención integral, humana, que va mucho más allá del entrenamiento”.
Ambas destacan el acompañamiento emocional que reciben del equipo. “Aquí te entienden. No te sientes una enferma, sino una persona que está luchando y avanzando”, dice Calvo. “A veces una sesión de ejercicio es también una terapia emocional: hablamos, compartimos miedos, y salimos reforzadas”.
Un espacio para sanar cuerpo y mente
Orkide no es un gimnasio al uso. Es un centro multidisciplinar donde el entrenamiento se diseña de manera personalizada según el tipo de cáncer, el tratamiento recibido y el estado físico del paciente. Cada plan se coordina entre los tres especialistas, que combinan ejercicios de fuerza, resistencia y movilidad con una supervisión médica constante.
“El objetivo no es sólo recuperar la masa muscular o la capacidad aeróbica, sino devolver al paciente una sensación de control sobre su cuerpo, ayudarle a tolerar mejor los tratamientos y reducir los efectos secundarios”, explica Capdevila. “El ejercicio mejora el sueño, el estado de ánimo, la respuesta inmunitaria e incluso la adherencia al tratamiento”.
El espacio, ubicado en Las Palmas de Gran Canaria, está concebido como un entorno cálido y seguro, donde se mezclan ciencia, empatía y comunidad. “Queremos que cada persona que entre aquí sienta que puede volver a confiar en su cuerpo”, añade Borque. “Y que sepa que el ejercicio no sólo es posible durante el cáncer, sino necesario”.
Mirando al futuro
El equipo de Orkide espera que su experiencia sirva de modelo para otros centros y para el propio sistema sanitario. “Nos gustaría que, en el futuro, todos los pacientes oncológicos tuvieran acceso gratuito a programas de ejercicio terapéutico supervisado”, dice Piro. “No se trata de competir con el sistema público, sino de complementarlo”.
Mientras tanto, Orkide ya está marcando una diferencia tangible en la vida de sus pacientes. Como resume Nayra, con una sonrisa: “Pensaba que el cáncer me iba a quitar la fuerza. Pero aquí la estoy recuperando, paso a paso. Y eso, para mí, es volver a vivir”.
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