Las emisiones de CO2 son las principales causantes del calentamiento del planeta y su concentración en la atmósfera supera actualmente en un 40% el nivel registrado al comienzo de la industrialización. ¿Cómo frenarlo?
Cecilia Vega |
El cambio climático es una emergencia global. Veranos cada vez más calurosos, deshielo en los polos, sequías extremas, inundaciones o escasez de alimentos para cientos de millones de personas son solo los primeros signos de alerta de un fenómeno que, de no revertirse, pondría en jaque la supervivencia de generaciones futuras.
En el Acuerdo de París, firmado en 2015 por la mayoría de países del mundo, se alcanzó el compromiso de limitar el calentamiento global para que la temperatura media del planeta no sobrepasara los 2 grados centígrados respecto a valores preindustriales. La clave radica en la reducción de emisiones de CO2.
El compromiso tiene que venir de los agentes sociales, industrias, servicios, bancos, empresas y particulares. Todos y cada uno de nosotros podemos aportar soluciones para avanzar hacia una economía baja en carbono y, por tanto, ciudadanos y consumidores figuramos entre los actores más importantes.
En este sentido, hay muchas acciones que podemos realizar en nuestra vida cotidiana, desde viajar de manera sostenible, priorizando el uso del transporte público o la bicicleta, a reducir el consumo de energía en casa, reciclar y fomentar el uso de energías renovables. Solo así evitaremos una catástrofe global.
Recuperación medioambiental mediante drones
No estamos solos en este esfuerzo. Las grandes empresas, como agentes influyentes y de cambio social, deben jugar un papel clave en la lucha contra el cambio climático y la ansiada transición hacia una economía verde, aquella que sostiene que es posible lograr el bienestar social al tiempo que se reducen las amenazas ecológicas y, por consiguiente, las económicas y humanitarias.
Es el caso de Banco Santander. Como parte de su compromiso con la salud del planeta y su objetivo ya alcanzado de ser 100% neutro en carbono en su propia actividad, mantiene, entre otras medidas, un plan de compensación de emisiones a través de cinco proyectos en distintos países, avalados y verificados por los estándares internacionales más reconocidos; uno de ellos es CO2 Revolution, un proyecto mediante el que se están restaurando las cubiertas vegetales afectadas por el incendio sufrido en 2012 en el Parque Natural del Alto Tajo, un espacio protegido de alto valor ecológico.
La reforestación se desarrolla mediante un novedoso sistema de plantación masiva, utilizando Big Data para seleccionar los lugares óptimos, semillas inteligentes con mayor garantía de supervivencia y drones para la plantación que reducen costes y aumentan volumen. Combina el uso de la tecnología más novedosa con el trabajo de personas que se encuentran en riesgo de exclusión social, con el objetivo de generar un doble impacto: ambiental (por la recuperación del espacio natural) y social (por su contribución al progreso de los colectivos más vulnerables).
Objetivo 2050: cero emisiones netas
Como parte de su estrategia de Banca Responsable, Santander ha incrementado además sus esfuerzos y compromisos para alcanzar las cero emisiones netas en 2050 acompañando a sus clientes en su transición hacia un modelo económico más sostenible, poniendo especial foco en la actividad de sus clientes.
De su plan de descarbonización, la entidad ha anunciado que en 2030 dejará de ofrecer servicios financieros a clientes de generación de energía eléctrica cuyos ingresos dependan en más de un 10% del carbón y eliminará por completo su exposición a la minería de carbón térmico en todo el mundo.
En este contexto, la entidad, que es líder mundial en financiación de proyectos de energías renovables, mantiene su compromiso de financiar o facilitar la movilización de 120.000 millones de euros en financiación verde entre 2019 y 2025 y de 220.000 millones en 2030 para combatir el cambio climático. Solo en 2020 ayudó a financiar proyectos renovables de nueva creación, que produjeron energía suficiente para suministrar a más de 10,3 millones de hogares y evitar la emisión de 60 millones de toneladas de CO2.
La descarbonización es un viaje largo y complejo que debe seguir un itinerario claro y concreto. Cuando una entidad o país desarrolla un plan de descarbonización de la economía, lo que está poniendo en marcha son una serie de acciones y medidas enfocadas a reducir paulatinamente las emisiones de gases de efecto invernadero, entre otras cosas, disminuyendo la dependencia de los combustibles fósiles para la producción de energía contaminante.