¿Cómo ha acogido su designación de académico numerario por parte de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel?

Ese tipo de reconocimientos son sospechosos porque parece que uno ha terminado ya su tarea (se ríe), pero se agradece mucho. Es el resultado de una trayectoria muy larga vinculada a las artes. Desde muy corta edad he estado atraído por la plástica, la pintura y el dibujo, aunque todo empezó con más rigor después de mis estudios superiores de Bellas Artes en Tenerife. Nació mi inquietud por buscar algo más que la simple descripción de las cosas que vemos.

La pintura, la fotografía y la música siempre han estado muy relacionadas en su obra. ¿Cómo consigue mantener esa armonía?

Tras iniciarme con el óleo, poco a poco fui entrando en otro terreno, en el de la fotografía, porque me llevó a reencontrarme con una forma de entender el paisaje. La visión a través de la cámara del micromundo de la lava, las texturas o las montañas me descubrió de nuevo el paisaje de Lanzarote y me llevó a la pintura con las ideas más claras. Empecé a trabajar con las arenas directamente en 1968 o 1969 y es un material que me fascinó siempre. En el fondo, lo que trato es llevar a los cuadros lo que no vemos del paisaje. Para mí el paisaje tiene sonido y he trabajado, musicalmente hablando, en sintonía con él.

Paisaje sonoro es el título de su discurso en la academia.

Sí, lo he titulado así porque toda mi obra pictórica se ha desarrollado en ese entorno de sonido y música.

A esa institución donará una obra de su última serie Estructuras Efímeras. ¿Por qué la ha seleccionado?

Se trata de una obra reciente, más desarrollada, con más experiencia y que incluye aspectos nuevos de huellas del hombre en el paisaje, como los tinglados de los pescadores en la orilla del mar, restos del trabajo en los arenados... Son elementos que flotan en estos paisajes y desaparecen y vuelven a aparecer y por eso, los denomino estructuras efímeras.

Su hijo Samuel Aguilar realizará el estreno absoluto de su obra de piano y electrónica Estructuras Efímeras en ese acto. ¿Ha tenido oportunidad de escucharla?

No. Es una sorpresa que me tiene preparada y la espero con mucho entusiasmo y alegría.

El Cabildo ha retomado su proyecto para construir un nuevo acceso al charco de Los Clicos, en El Golfo. ¿Cómo será esa actuación?

Esa actuación forma parte de un macroproyecto que diseñé a finales de los años ochenta y que incluye las Salinas de Janubio, Los Hervideros y El Golfo. Esa idea se aparcó por diversas circunstancias y lo que se hará ahora será una intervención absolutamente blanda en El Golfo para no agredir espacio, con una estructura geológica muy delicada. Se retoma por una necesidad imperiosa que yo he siempre he defendido y tratado de impulsar. El acceso principal a Los Clicos está muy deteriorado porque son miles los visitantes que circulan de manera libre cada día por la zona en un espacio que no está acondicionado para visitarse. Ahora se trata de recuperar adecuadamente todo el entorno destrozado y habilitar en una especie de saliente de picón rojo un acceso que recorrerá la playa próxima al pueblo y llegará hasta el Charco de Los Clicos. Se hará un túnel de unos 23 metros de longitud, que he diseñado de forma estrangulada para que permita que en el visitante juegue el factor sorpresa, como en el Mirador del Río, hasta llegar a la playa, el charco y el cráter. Se facilitaría el acceso a las personas con movilidad reducida, que ahora no pueden visitar ese espacio.

¿Le gustaría recuperar el Festival de Música Audiovisual?

Intenté que se retomara y he perdido el entusiasmo por continuar defendiendo esta propuesta, a pesar de que me escriben desde fuera y dentro de España para que se vuelva a celebrar. La última edición, después de las catorce que se celebraron, fue en 2002 porque el Cabildo decidió no continuar apoyando el festival, único en su género en Europa. Esa decisión fue una torpeza que estamos pagando, pues esa iniciativa cogió un prestigio muy alto y la promoción de la Isla que hacían la prensa nacional e internacional era impagable.