El servicio de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias investiga en Lanzarote la aparición de diez casos de personas que podrían estar afectadas de intoxicación por ciguatera, una toxina que se ingesta por el consumo de determinadas especies de pescado de gran tamaño. Según las investigaciones llevadas a cabo por los técnicos de Salud Pública la intoxicación se podría haber debido al consumo de un mero de gran tamaño adquirido en un establecimiento de San Bartolomé que fue capturado previsiblemente de forma furtiva y sin pasar los controles sanitarios establecidos en los puntos de primera venta de las cofradías de San Ginés, La Graciosa, Puerto del Carmen y Playa Blanca.

Según la Dirección General de Salud Pública ninguno de los afectados por esta toxiinfección ha precisado ingreso hospitalario, aunque algunos fueron atendidos en servicios de urgencias. "Presentan un cuadro leve y se encuentran todos en sus domicilios y los casos han presentado síntomas digestivos (vómitos, diarreas y dolor abdominal) y, posteriormente, parestesias, sensación térmica paradójica y mialgias", destaca el informe.

La ciguatera es propia de mares tropicales y subtropicales, y prolifera en zonas de arrecifes coralinos. La intoxicación por ciguatera puede producirse tras la ingesta de cualquiera de las más de 400 especies de peces de los arrecifes tropicales, donde un microorganismo del plancton (un dinoflagelado) produce la ciguatoxina, que es ingerida y se acumula en la carne del animal marino. No obstante, esta toxina solo se encuentra en los peces de mayor tamaño.

En Canarias existe un protocolo puesto en marcha por la Viceconsejería de Pesca del Gobierno de Canarias que obliga a los puntos de primera venta de pescado a analizar las capturas de determinadas especies en las que se ha comprobado que pueda estar la toxina de la ciguatera pero a partir de un determinado tamaño. En concreto, los responsables de los puntos de primera venta están obligados a analizar los medregales de más de 15 kilogramos, los petos de más de 30, los pejerrey y abades que superen los 12 kilos, los meros con un peso superior a los 29 kilos, los picudos de más de 150, los sierra superiores a 10 kilos y 150 para los espada.

Los puntos de primera venta de pescado están obligados a enviar una muestra de las especies incluidas en el protocolo a los laboratorios contratados por la Viceconsejería de Pesca en Gran Canaria y Tenerife. "Este servicio no supone ningún gasto para el pescador ya que es la Viceconsejería la que se hace cargo del transporte a los laboratorios", señala Miguel Ángel Rodríguez, responsable del punto de venta de la Cofradía de Puerto del Carmen.

Las capturas se deben guardar en el congelador de estos puntos de ventas a la espera de obtener el visto bueno de los laboratorios. En caso contrario, las piezas serán trasladadas al vertedero insular de Zonzamas para garantizar que han sido destruidos. Unos análisis que en ocasiones pueden tardar hasta un mes en llegar a Lanzarote como ha sucedido con los tres últimos análisis a medregales (de 40, 39 y 17 kilos) solicitados por Puerto del Carmen.

Rodríguez recuerda a los consumidores que tienen el derecho de reclamar en las pescaderías y restaurantes donde vayan a consumir estas especies los certificados de primera venta.

Hasta ahora, los casos de ciguatera se habían detectado en Canarias por el consumo de medregales. Los primeros brotes de intoxicación alimentaria por ciguatera asociada al consumo de medregal en Canarias tuvieron lugar en 2005 en la isla de Fuerteventura y a finales de 2008 y principios de 2009 en Tenerife. En Lanzarote se produjeron el pasado año dos brotes que afectaron a 16 personas, algunas de las cuales tuvieron que se ingresadas en el hospital.

La rápida investigación efectuada por los servicios de inspección del Área de Salud de Lanzarote y por los epidemiólogos de la Dirección General de Salud Pública permitieron localizar en pocas horas el pescado adquirido el pasado 3 de diciembre en San Bartolomé.