"El acuerdo de la compra del misil Scud la realicé, catálogo en mano, en Moscú en el vestíbulo del Ministerio de Defensa de la Comunidad de Estados Independientes, como temporalmente se denominó a la desintegrada Unión Soviética". El periodista y publicista Manuel Romero, que fue el responsable de gestionar la compra de los misiles soviéticos y americano para el Monumento a la Paz que la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias quería levantar en Lanzarote, relata 22 años después los pormenores de una de las campañas publicitarias que más dieron que hablar en Europa.

Y es que la desintegración de la URSS, entre los años 1990 y 1991, permitió poner en marcha un proyecto que a priori podría parecer imposible si se tiene en cuenta que en 1992 se iniciaba también el proceso de desarme de las dos grandes potencias nucleares (Rusia y Estados Unidos). "Por esa época mantenía abierta una oficina en Moscú por lo que tras hablar con el consejero de Turismo, Miguel Zerolo, no dudé en hacer realidad ese sueño que nació de César Manrique", señala Romero.

Sin embargo, la realidad superó a la ficción. "Cuando llegué al Ministerio de Defensa no podía creerme que cuatro funcionarios llegaran al vestíbulo con un catálogo para que yo eligiese el modelo de misil que quería comprarles", afirma Romero. El periodista, que años antes había cubierto la invasión de Kuwait, destaca que el único modelo que le sonaba era el Scud por haber sido la principal arma de ataque de Sadam Husein en la Guerra del Golfo (1990-1991).Y ese fue al final el elegido.

En cuanto al precio que el Gobierno de Canarias tuvo que pagar por el Scud fue otra de las situaciones surrealistas que se vivieron durante las negociaciones con los militares rusos. "Uno de los funcionarios me preguntó que coche tenía y su precio y me acuerdo que por esa época tenía un Volkswagen que me costó en torno a los dos millones y medio de pesetas (15.000 euros) y cuál fue mi sorpresa que ese fue el precio que le pusieron al misil", recuerda Romero. Por contra, la plataforma con la que se paseó el Scud por media Europa costó tres veces más.

En un principio el contrato de compra-venta firmado con la empresa oficial rusa comercializadora del material militar Oboron Expor consistía en la adquisición de un maqueta a escala real de un cohete Scud. Y eso es lo que figuraba en la documentación que permitió la salida del misil de las fronteras rusas. Eso sí para desbloquear su salida de un cuartel ruso a unos 30 kilómetros de Moscú después de la parafernalia que se montó días antes en la capital soviética para despedir el proyectil hubo que premiar a militares con whisky. "Después de lo que nos había costado adquirir el misil me llama mi traductora por teléfono para decirme que faltaba unos papeles pero que a lo mejor con unas botellas de whisky se podía solucionar, así que no dudé en mandarles una caja", añade Romero.

Fue así como en diciembre de 1992 el misil iniciaba su viaje de más de 4.000 kilómetros hacia Lanzarote atravesando las fronteras de Polonia, Alemania y Francia. "Aunque el Ministerio de Defensa de Rusia me proporcionó el Scud junto con la documentación que lo describía como 'maqueta de cohete', la pieza armamentística, de 10,25 metros de longitud, de 2.000 kilos de peso y un alcance de 300 kilómetros, era un misil completo. Sólo le faltaba la carga de la cabeza, certificación que hizo un funcionario del Ministerio de Defensa de Alemania cuando lo inspeccionó en el control fronterizo de Fráncfort del Oder", señala Romero.

"Créame, señor Romero, he revisado el Scud y no es una maqueta como dice la documentación de aduanas que le ha proporcionado el Ministerio de Defensa de Rusia. Si se carga... funciona. Pero dejemos que sea un monumento a la Paz en España", fue la respuesta del funcionario alemán tras comprobar la carga que iba a sortear las carreteras de su país en pleno proceso de desarme nuclear.

Ya en España tras visitar las ciudades de Barcelona y Madrid, el camión con el misil se dirigió al puerto de Algeciras para su traslado a Lanzarote. Sin embargo, todavía aguardaba una última sorpresa. "Recibí una llamada por teléfono de un funcionario de aduanas de Lanzarote para recriminarme cómo iba autorizar la entrada en la isla de un misil", recuerda Romero que asegura que le dijo que hiciera lo que le diera la gana y que en todo caso llamase a la Consejería de Turismo que era la propietaria del cohete. "Lo último que supe fue que la instalación de un Monumento a la Paz en Lanzarote empezó a suscitar un serio rechazo en la isla y que los dos misiles terminaron en una nave del Ayuntamiento de Teguise", añade.

Dos décadas después del traslado, los dos misiles siguen arrinconado en la misma nave. "Es una pena que no se retome ese proyecto,", afirma Romero. Sin embargo, la propuesta nunca ha despertado ningún interés en la isla. El presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, aseguraba esta semana después de conocerse el interés del Museo Militar de Canarias, ubicado en el castillo de Almeida en Santa Cruz de Tenerife, por hacerse con estos cohetes que estas instalaciones podrían ser un buen destino para estos artefactos. "Desde mi punto de vista personal no pondría ningún inconveniente para que los misiles se enviaran a Tenerife dado que los mismos no encajan en la estética de Lanzarote por mucho Monumento a la Paz para los que en su día fueron trasladados a nuestra isla", afirmó.