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Un pescadero, condenado a 3,5 años de cárcel por vender un mero con ciguatera

El dueño de una pescadería y un empleado cometen un delito contra la salud pública por incumplir el protocolo de sanidad e intoxicar a 14 personas

Un pescadero, condenado a 3,5 años de cárcel por vender un mero con ciguatera

El Juzgado de lo Penal número 3 de Arrecife ha condenado al propietario y al dependiente de una pescadería de San Bartolomé a tres años y medio y dos años y nueve meses de cárcel, respectivamente , por un delito contra la salud pública por vender un mero con ciguatera. Los hechos se remontan a los días 3 y 7 de diciembre de 2013 cuando los acusados pusieron a la venta un ejemplar de mero superior a los 29 kilos sin haber llevado a cabo previamente los procedimientos de control que establecen para la primera venta de productos pesqueros la Ley 3/2001 de Pesca Marítima del Estado y el reglamento de la Ley de Pesca de Canarias. Como consecuencia del incumplimiento de tales protocolos no se detectó que el mero estaba infectado por la ciguatoxina y se vendió por trozos a numerosos compradores que tras su consumo resultaron infectados por la ciguatera.

Cuando la inspección sanitaria llegó a la pescadería Los Alisios, en San Bartolomé el 7 de diciembre de 2013, ya no quedaba ni rastro del mero. Ni de ese ni de ninguno. La mayor parte se había ido vendiendo durante los cinco días anteriores por trozos, de entre medio kilo y algo más de un kilo, y el resto, lo más probable, dice la sentencia, es que lo hicieran desaparecer. Dos de los 14 intoxicados habían ido una hora antes a quejarse y a decir que habían denunciado.

La magistrada del Juzgado de lo penal número 3 de Arrecife, Aitziber Oleaga, considera probado, en todo caso , que el mero de casi 30 kilos existió y que fue el causante de la intoxicación de 14 personas por ciguatera. Todos tuvieron que acudir a Urgencias, tres de ellos tuvieron que necesitar tratamiento médico durante tres meses (tegretol y tryptizol recetado por el servicio de neurología) y a la mayoría de ellos les quedó como secuela una parestesia, o lo que es lo mismo, unos escalofríos o un "conjunto de sensaciones anormales de cosquilleo".

"Más grande que el niño"

Numerosos testigos afirmaron que habían visto a ese mero de gran tamaño en el expositor de la pescadería desde el día 2 de diciembre. Una de las afectadas incluso estuvo esperando a que lo desescamaran, otra, la farmacéutica que estuvo en la pescadería con su hijo de seis años, recuerda que el pescadero bromeó con que el mero era más grande que el niño y un tercero declaró durante el juicio que recuerda perfectamente que él mismo comentó que el mero parecía "del terciario" y que era "tan grande y tan bonito que daba pena comérselo".

Los dos acusados, ahora condenados a tres años y medio y dos años y nueve meses de cárcel, por un delito contra la salud pública en su modalidad de fraude alimentario en concurso con tres delitos y once faltas de lesiones, alegaron en su defensa que habían vendido dos meros: uno de cuatro kilos y otro de doce, de los que presentaron las facturas. Los condenados son Saúl Levi Hernández e Ismael Hernández, propietario y empleado de la pescadería.

En su contra, según la sentencia, además de los testimonios de los testigos, está la declaración del jefe de salud pública del área de salud de Lanzarote, que aseguró que nunca se ha dado un caso de ciguatera con meros de ese peso. En 2013, el peso mínimo, para los meros, a partir del que la legislación obliga a hacer las pruebas antes de la venta para evitar las intoxicaciones, era de 29 kilos, aunque ahora ha descendido hasta los 17.

La sentencia no aclara de dónde salió el mero,pero apunta que el propietario de la pescadería tiene un barco y es un experto pescador, ya que en otra ocasión llegó a pescar y comercializar un medregal de ochenta kilos, algo que, a su vez, jugó en su contra porque la magistrada considera que tanto él como el empleado conocían la normativa y sabían que estaban obligados a ir a la cofradía de pescadores a pesar el mero y a que pasara el oportuno examen.

Si no lo hicieron, según el fallo, fuer porque acudir a la cofradía equivalía en la práctica a perder el ejemplar porque los exámenes en la Cofradía de San Ginés tardaban entonces entre uno y tres meses y las instalaciones de la cofradía no estaban bien preparadas para mantener durante ese tiempo al mero en buenas condiciones, para poder venderlo tras el examen.

Los acusados tendrán que afrontar unas indemnizaciones a los afectados (de los catorce, doce se erigieron en acusación particular) que van desde los 900 a los 10.000 euros y que suman más de 50.000 euros. Los dos tienen antecedentes por un delito contra la salud pública, pero por tráfico de drogas, uno de ellos por una condena de 2008 y ambos por un caso reciente, que fue sentenciado el pasado mes de febrero y en por el que fueron condenados a penas de más de tres años de cárcel por intentar introducir en la Isla casi 700 kilos de hachís en junio de 2014, tan sólo unos meses después de la intoxicación por ciguatera.

¿Qué es la ciguatera?

La ciguatera es una intoxicación alimentaria por consumir pescado que se ha alimentado previamente de microalgas que viven en el medio marino y que producen una toxinas. Unas toxinas que en los peces no producen ningún tipo de signo aparente, ni olor, ni sabor, ni se destruye con la temperatura (calor o congelación). Esos peces van acumulando toxinas y en la cadena trófica marina son consumidos por peces mayores que a su vez van acumulando toxinas.

En los humanos esas toxinas producen daños importantes en su salud. Las especies consideradas de riesgo y que se capturan en Canarias son: medregal, abade, mero, pejerrey, bicuda, morena, peto y sierra. El Gobierno de Canarias ha fijado una tabla de pesos y medidas que obliga a los pescadores a realizar controles sanitarios a las especies que superen esas medidas.

La ciguatera es un síndrome con manifestaciones digestivas y neurológicas características, que puede presentarse en el término de una hora después de haber consumido pescado tóxico. Primero aparecen los síntomas digestivos (vómitos, diarreas, nauseas y dolor abdominal) que suelen durar entre 24 y 48 horas después de la ingestión de pescado.

Los síntomas neurológicos, generalmente se manifiestan uno o dos días después, y consisten en: parestesias (hormigueo en labios, manos y pies), prurito intenso localizado en la piel, trastornos inusuales en la percepción de la temperatura (inversión de la temperatura: los objetos fríos dan sensación de estar calientes y los calientes se perciben como fríos), dolor y debilidad en miembros inferiores. Son frecuentes la sensación de fatiga, dolores musculares, articulares y de dientes, y en menor frecuencia depresión y ansiedad. Las alteraciones neurológicas comúnmente se resuelven en semanas, aunque el prurito y la fatiga pueden persistir meses o años.

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