¿Qué supone ser el pregonero de los carnavales de Arrecife?

Al principio dije que no, pero luego ¿por qué no? Me di cuenta que desde el año 1968 me estoy disfrazando y participando en todos los carnavales. Creo que ha sido la constancia lo que ha influido para que me hayan llamado para pregonero. Al principio me lo tomé con muchos nervios pero luego con una gran ilusión.

¿Quienes conocen su trayectoria no dudan de que el carnaval lo lleva en la sangre?

Es verdad, la gente de mi edad apenas se disfraza o solo lo hace en momentos puntuales, pero a mí me gusta disfrazarme casi todos los días durante los carnavales.

Porque perderse no se pierde ninguna cabalgata, carnaval de día o entierro de la sardina.

Es que hay que vivir el carnaval intensamente. Mi eslogan es que hay que disfrutar tanto haciendo el disfraz como luciéndolo. No hay que ir a comprar los disfraces sino que con cuatro cositas que hagas ya puedes empezar a disfrutar de la fiesta.

¿Y ese proceso de creación cómo surge?

Pues, puede venirte la inspiración desde un mes o hasta tres días antes. Y con cosas sencillas. Lo que se trabaja es realmente la imaginación. Con cuatro cosas que te pongas, la gente luego se queda con esos disfraces. Estos días me han recordado disfraces que a lo largo de estos años he realizado. Como unos hombres gordos con goma espuma o cuando nos pelamos al rape para vestirnos de Dalia Lama con el Pollo de Arrecife, mil cosas.

En el entierro de la sardina tampoco pasa desapercibido

Siempre suelo ir con mi amigo Alexis que va de obispo, aunque nunca ponemos una cruz sino una sardina. En mi caso, suelo ir de acompañante bien de cura, de otro obispo o de lo que sea.

Para el pregón ha ideado una especie de recorrido por las distintas épocas del carnaval lanzaroteño.

Efectivamente, recrearé la evolución de los carnavales de Arrecife. Primero se partirá desde las Cuatro Esquinas para la etapa que yo no viví, pero de la que tengo muchas historias para contar. Era cuando los carnavaleros auténticos encargaban buches de pescado y no me refiero a la actual parranda de Los Buches. Después pasaré a la etapa del blanco y negro al color, en la zona del Cabildo Viejo en la Calle Real, a partir de 1960. Es el cambio del carnaval en las sociedades a la calle, en el que creo que jugó un papel fundamental el artista César Manrique con la apertura del Almacén. Finalizaremos en la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz, frente al parque Ramírez Cerdá, con el que denomino el carnaval de la carne.

¿Qué señas de identidad cree que debe conservar el carnaval de Arrecife?

Creo que debe conservar todo lo que existe actualmente, pero también reivindico el carnaval de las mascaritas. Lo de divertirte en la calle, el salir a cualquier hora. A mí me gustaba salir disfrazado por el día a la Calle Real o el sábado de Piñata (que se quitó de Arrecife para organizar el carnaval de Puerto del Carmen el sábado después del entierro de la sardina). Aunque también creo que se podrían añadir otras cosas aprovechando nuestro litoral como podría ser una regata de carnaval de jolateros.

¿Qué personajes recuerda de esos primeros carnavales?

Desde pequeño me llamaba mucho la atención la antigua murga los ReLaMiDos, que tocaban disfrazados por la ciudad, o la murga de la Casa del Miedo. También recuerdo a Tito Arroyo con su comparsa Los Cumbanceiros, que hay que decir que fue la primera hasta el punto que se desplazaban a actuar a Gran Canaria porque allí no había. O Fernando Socas con sus carrozas, una de ellas, que era un helicóptero (que ahora está en la casa de su padre en Femés) que también viajó al coso de los carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.

La música es otra de sus pasiones y en carnaval me imagino que no debe faltar

El carnaval evidentemente tiene que llevar música. Aunque en la década de los setenta era todo con guitarras y luego se fueron añadiendo otros instrumentos. Ahora está el reggaeton aunque estoy convencido que si pones el que esté más de moda en un lado y al otro una batucada tipo Villa Pipol , la gente siempre se va con la batucada porque ese es el ritmo de los carnavales.