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San Bartolomé

Una nueva vida para la molina

Silvia Gil y Lourdes Rodríguez recuperan la única producción de gofio que existe en Lanzarote

Una nueva vida para la molina

El aroma a gofio recién hecho ha regresado a San Bartolomé casi dos años después del cierre de la conocida como molina de Don José María Gil, quien la puso en funcionamiento tras su compra en 1919. Ahora, Silvia Gil, nieta de José María y sobrina del que ha sido su último propitario y molinero, Esteban Gil, la ha rehabilitado junto a su socia, Lourdes Rodríguez.Ambas empezaron con éxito hace dos semanas a hacer las pruebas para volver a producir el preciado alimento, base de la gastronomía tradicional de los canarios.

Una ilusionante acción la de estas dos mujeres emprendedoras que han recuperado la única molienda de gofio que quedaba en Lanzarote. A mediados del próximo mes de septiembre esperan abrir sus puertas al público e iniciar la venta de gofio.

El molino anexo, que también se restaurará, es Bien de Interés Cultural (BIC) y se construyó en 1870.

"Cuando mi tío quería cerrar el negocio [no podía hacer frente a los gastos para que fuera sostenible] tenía el pellizquito de que nadie pudiera seguir con esto. Aunque me crié en Barcelona mi padre nos ha metido Lanzarote en todo y vivo en la Isla desde hace unos cuantos años", aseguró ayer Silvia, quien califica la iniciativa de "un conjunto de proyectos", al que cada día suman más colaboradores.

Silvia y Lourdes, presidenta del Colegio Oficial de Graduados Sociales de Lanzarote, colaboraban en el Banco de Alimentos de Lanzarote e idearon un proyecto de terreno solidarios para que en los mismos trabajasen las familias sin recursos. Entretanto, surgió la oportunidad de visitar la molina. "No tenía techo, estaba negro del gasoil y había trastos por todos sitios", recordó Lourdes.

Aún así pensó: "La molina ya la tenemos y lo demás será más fácil. Silvia tiene la parte emocional, pero yo no tenía ningún vínculo con esta actividad".

La vertiente 'gourmet'

A mediados del año pasado empezaron a presentar proyectos en Sanidad, Industria, Patrimonio y a pedir licencias en junio de 2017 para intervenir en la edificación. "Todos se implicaron a nivel personal, desde el ingeniero y el electricista hasta el constructor", señaló.

Los jardines se plantarán con millo, trigo, cebada y legumbres "para que los turistas y los escolares sepan de dónde viene el gofio", trabajo que se encargará a usuarios de la Asociación de Personas con Discapacidad de Lanzarote (Adislan). A su vez hay particulares que han cedido sus terrenos durante diez años en zonas como Tinajo y Teguise para hacer plantaciones.

El proyecto pretende ser autosostenible con la venta del gofio. También tendrá su vertiente gourmet con productos como los garbanzos o el plátano. La idea es prescindir del plástico en procesos como el envasado y se hará en bolsas de papel y de tela.

Los motores, la tostadora, la cernidera, el antiguo silo (se convertirá en sala de exposiciones y conferencias), las piedras de moler y el antiguo almacén son algunos de los elementos que se conservan. "La molina seguirá funcionando como lo hizo siempre. Solo que hemos adaptado estructuras antiguas a modernas, como el motor que ya no es de gasoil sino eléctrico", detalló Lourdes.

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