El fallecimiento, en el año 2012, por causas desconocidas de Verónica Molina, una joven de 29 años con una minusvalía psíquica de un 68%, es otro de los capítulos de la historia negra de Lanzarote. Maltratada desde que era niña por su padre y su madrastra, su muerte en extrañas circunstancias ha quedado impune a pesar de que su cadáver fue enterrado en la parte trasera de la casa donde residía y que sus restos fueron quemados y depositados en una bolsa negra dentro de una pequeña oquedad volcánica.

La muerte de su padre, el principal sospechoso, por un cáncer terminal días después de su detención en febrero de 2013 obligaba al archivo de la causa por un delito de homicidio. Sin embargo, la sentencia en la que se condenaba a la madrastra de la joven, Carmen Delia Tejera a tres años de prisión por malos tratos habituales y cinco meses por profanación de cadáver, relata su participación en los hechos: "Faltando al debido respeto a la memoria de los muertos, metió su cuerpo en bolsas, la enterró en un agujero en el jardín del domicilio familiar, y posteriormente en el mes de enero de 2013 la desenterró, quemó sus huesos, y los introdujo en una bolsa de basura dentro de una mochila que oculto en una grieta existente en las dependencias anexas a la vivienda", señala la sentencia.

En la sentencia se expone con crudeza cómo fue enterrada la joven. "Viendo que no reaccionaba la metió (su madrastra) en una bolsa y la dejó en una carretilla en el garaje para después, sin darle adecuada sepultura, enterrarla en el jardín interior de la casa, como si de un animal se tratara", afirma. Una tierra en la que también se encontraron cuerpos enterrados de perros y cabras.

El resultado negativo de los informes de balística, de los estudios lofoscopicos y de las pruebas forenses y genéticas realizados a los restos óseos encontrados en la bolsa durante la instrucción impidieron determinar la causa de la muerte de la víctima, "no pudiendo concluirse que lo hubiere sido por muerte violenta o natural", afirma la sentencia." Eso sí, los análisis genéticos de los huesos confirmaron que eran compatibles con el hermano de Verónica, que fue el presentó la denuncia de la desaparición al no saber nada de ella.

Aunque no se pudo demostrar la participación de la madrastra en la muerte de Verónica en la sentencia alude a las distintas versiones que había dado desde que fue detenida por estos hechos.

Y es que la madrastra responsabilizó al padre de Verónica de haber sido el autor del crimen. "Lo expuesto desvirtúa lo manifestado por Carmen Delia, que da a entender que en la fecha en que fallece Verónica, mayo-junio de 2012, su marido rebosaba salud cuando era todo lo contrario, puesto que padecía cáncer terminal por el que fallece el 25 de febrero de 2013", afirmaba la magistrada del Juzgado de lo Penal Número 1 de Arrecife.