El Almacén recibía en estos días la visita del que fuera, junto a César Manrique, su fundador, el artista Pepe Dámaso, un hombre ligado por sus recuerdos y su trayectoria, tanto a la isla, como a la obra de Manrique y, por supuesto, al propio Almacén.

Delgado, despierto y con la misma mirada inteligente de siempre, Dámaso elige para sentarse a hablar de sus recuerdos un rincón al que le tiene especial cariño dentro del bar de El Almacén. No puede evitar reparar en lo bien que se conservan los azulejos de Agaete que decoran la barra, y que fueron traídos expresamente por él para ese fin, y en otros muchos detalles. "Me lo habían dicho algunos amigos de Las Palmas, que El Almacén había vuelto a resurgir y ahora lo veo, ¡no puedes imaginarte la ilusión que me hace ver tanta actividad, con lo que fue este lugar!", afirma con una sonrisa. "Está todo cuidadísimo".

Al hablar de sus primeros recuerdos, Dámaso evoca el propio origen del centro. "Este lugar se hizo para que los hombres, necesitados de la cultura, lo disfrutaran", comienza diciendo. "Cuando se puso en marcha, no había en Canarias, ni en toda España un lugar como éste".

Compromiso con la cultura

Al preguntarle qué recuerda de cuando se puso en marcha El Almacén, lo primero que le viene a la cabeza es su amigo Manrique. "César Manrique era una personalidad y esto se puso en marcha con su genio, con su respaldo y con su dinero. Siempre que hacíamos algo juntos, mi intervención era más intelectual, y para mí El Almacén siempre significó un compromiso total y absoluto con criterios literarios y artísticos de vanguardia", afirma.

Dámaso recuerda la primera vez que entraron al lugar. "Esto era un almacén desvencijado y herido. Por haber, había hasta un árbol que había crecido aquí dentro. Yo hice una primera serie que se llamaba "Cielo raso", y curiosamente, uno de los cuadros de esta serie se ha vendido recientemente en una subasta en Las Palmas", explica, recordando que todo el material pasó cerca de dos años en el estudio de Manrique, hasta que posteriormente lo llevó a Las Palmas y acabó de trabajar en él.

El Almacén, un hito cultural en Canarias

Dámaso no duda en afirmar que para él, "El Almacén ha sido una de las cosas más importantes que me han ocurrido en la vida y me atrevería a decir que de las más importantes que han ocurrido en Canarias", señala. "Había otros gabinetes literarios y sociales pero no con criterios tan exigentes desde el punto de vista artístico. Nosotros nos lo tomábamos muy en serio, de hecho la famosa foto que hay nuestra, lo de ponernos monos de trabajo era por Lorca y la Barraca€ éramos muy lorquianos los dos, y yo lo sigo siendo".

Las anécdotas van volviendo a su memoria. "Una vez la policía entró aquí y nos dijo que esto era un sitio "para putas y maricones"€ contarlo ahora puede parecer exagerado, pero ésta fue una gran lucha contra la sociedad de la época que era muy conservadora", señala. "El Almacén no se entendió en un primer momento. Creo que se fue comprendiendo poco a poco. Costó bastante, pero en la cultura todo cuesta".

Dámaso recuerda la actuación, al inaugurarse, de un grupo de Tenerife de sordomudos que llevaron a escena una obra de un autor tinerfeño. "Aquello fue una experiencia impresionante, parecía una obra de Stravinsky, aquellos actores pronunciando el texto€ fue muy vanguardista".

Compromiso con la cultura

"El Almacén cobraba especial importancia durante las vacaciones, en Navidad, en verano, en Semana Santa€ y en Carnaval, claro, pero esto fue más adelante, cuando visitó la isla Almodóvar. En aquella época vino el gran Luis Escobar, Santiago Amón y muchísima gente de la que ahora no me acuerdo", confiesa, asegurando que seguro que luego, cuando ya no le estén entrevistando, se acordará de todos los artistas que pasaron por allí. "Llegamos a poner aquí dentro una jaima grande para representar 'El Cantar de los Cantares' y también se representó aquí mi obra 'La Umbría'€ son tantos y tantos los recuerdos que me trae este lugar", afirma conteniendo a duras penas la emoción. "César se comprometió con su tierra, y no solo con la conservación del medio, también con la parte cultural y el mejor ejemplo es, precisamente, El Almacén, es muy importante que esa llama siga viva y, en ese sentido, alabo la labor del área de Cultura. La nueva savia debe seguir viviendo aquí, trabajando aquí".

El bar, punto de encuentro

Sonríe Dámaso al recordar aquellos años. "La verdad es que éramos muy valientes y muy modernos, muy transgresores", cuenta. "Había días en que veníamos, nos arreglábamos para venir, como si esto fuera una misa, tanto que a veces estábamos los dos solos, como cuando el cura dice misa y sólo está el monaguillo, pero aquí estábamos los dos, trabajando, madurando ideas, siempre creando", señala. "Siempre el bar fue esencial para nuestra trabajo pero también era un punto de encuentro. El vino, la cerveza€ era el gancho para el encuentro, y me alegro muchísimo de ver que sigue siéndolo". "Sin duda, la modernidad a Lanzarote la trajo El Almacén e impregnó de ella a muchas futuras generaciones de artistas, y eso, a pesar de que a mucha gente le diera miedo lo vergüenza pasar por aquí por aquello de ser distinto y rompedor", señala. "Permíteme decírtelo: éramos unos dioses, desde el punto de vista de la cultura, lo fuimos".