"Zonzamas es mucho más de lo que hay a la vista", insisten los arqueólogos, de nuevo trabajando en este asentamiento indígena de Lanzarote, uno de los más llamativos de Canarias. Durante 20 años el poblado de Zonzamas, habitado y reutilizado desde el siglo V al XX y de dimensiones aún por descubrir, ha estado "dormido", sepultado por la ceniza de erupciones volcánicas y de excavaciones anteriores que lo taparon para protegerlo.

Entre 2018 y 2019 se desarrolla una amplia y ambiciosa intervención arqueológica impulsada por el Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote en el yacimiento más emblemático de la isla e, incluso, de los más llamativos del archipiélago canario. El objetivo es doble, por una parte, investigar todo lo que permitan las huellas dejadas por los majos -como se conoce a los indígenas de Lanzarote y Fuerteventura- en el poblado de Zonzamas, para conocer e interpretar este asentamiento; por otra, la puesta en uso social para las futuras generaciones, facilitando su recorrido y dotándolo de un centro de interpretación.

La parte más conocida de este yacimiento, por haber permanecido a la vista desde que sus primeros habitantes lo ocuparon, es un complejo estructural formado alrededor de un cerro rocoso circundado por una impresionante pared ciclópea que se denomina la Peña de Zonzamas. Conocido también como el Palacio (o el Castillo) de Zonzamas, esa "gran muralla es, posiblemente, la más grande que hay en Canarias en un yacimiento, pues está hecha con piedras que tienen un par de toneladas cada una", dice Marco Moreno, uno de los directores de la excavación. "Esa peña es lo único que se veía hasta los años 70 del siglo XX", añade.

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