"Soy un ser eterno". Las palabras de César Manrique (1919-1992) fluyen como la lava del Volcán de la Corona que hace millones de años perforó la tierra de Lanzarote para crear uno de los túneles volcánicos más impresionantes del planeta. Un malpaís de lavas que el artista´supo transformar para convertirlo en un espacio único: Los Jameos del Agua.

El auditorio de Los Jameos acogía ayer el acto central del centenario del nacimiento de César Manrique organizado por el Cabildo de Lanzarote y el Gobierno de Canarias. Una celebración, retransmitida en directo por Televisión Canaria, en el que la música de las cantantes Rosana Arbelo y Beni Ferrer fue la gran protagonista.

"Manrique es de todos porque su espíritu y su legado siguen siendo a día de hoy una fuente de inspiración para los habitantes de esta isla que lo vio nacer hace hoy 100 años", afirmaba ayer el presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés. "Manrique pertenece a todos, y de la misma manera que su obra nos identifica y nos insta a elaborar un pensamiento positivo, dialogante y exigente, esta institución, el Cabildo, y sus diferentes dirigentes políticos, han hecho gala de Manrique y su obra en todo lugar y momento, sin excepción", insistía el presidente insular.

La idea de una isla sin César es otra de las claves que el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo puso ayer de relieve durante su intervención. "Lanzarote inventó a César Manrique y César Manrique inventó Lanzarote. Este paisaje prodigioso, tan hermoso como áspero, lleva, como se dijo hace tiempo, una triple firma; la de sus campesinos, la de sus pescadores y las de César Manrique, conejero militante y artista universal del que se cumple este año el centenario de su nacimiento", apuntó.

Más genios como él

Clavijo no dudó en la necesidad de demandar más artistas como el genio lanzaroteño. "Necesitamos hoy más artistas e intelectuales como César Manrique. Intelectuales y artistas capaces de articular un discurso crítico sólido e insobornable, pero capaces, igualmente, de implicarse activamente en las reformas que exigen nuestras islas en el presente y en un futuro próximo. Que no se confunda, en definitiva, la crítica con la inactividad, el análisis con la inmovilidad, el escepticismo con el enclaustramiento", añadió.

Un centenario que congregó a muchos de los trabajadores que colaboraron con Manrique en la creación de los Centros de Arte, Cultura y Turismo. Uno de ellos, que además forma parte del consejo asesor creado por el Cabildo para los Centros Turísticos, es Toñín Corujo. "Al recordar al maestro me viene a la cabeza que fue un genio que nos trajo a Lanzarote lo que hoy somos en el aspecto cultural, social y economico. Lanzarote no es la misma de los años 60 cuando él empezó a diseñar los Centros sino que estamos mejor. Pero mirando lo que hizo tenemos que cuidar a la isla mucho más, tenemos que respetarla más", destaca Toñín.

Corujo recordó el origen de la creación del centro turístico de Las Montañas del Fuego en Timanfaya. "En esa época en Timanfaya no había nada, sino piedras y volcanes. Decíamos este hombre está loco, qué vamos a hacer aquí. Pero luego a través del tiempo se ha convertido en el Parque Nacional de Timanfaya. Nos enseñó a ver, a interpretar y a respetar la naturaleza", afirmó.

El profesor de Historia del Arte, Fernando Castro, destacó que Manrique logró la transformación del paisaje de la isla. "Es una forma de diseñar globalmente un territorio porque la escala de Lanzarote lo permitía. Intuyó y vio la variedad de paisajes de Lanzarote. Era un artista intuitivo. Tenía un pensamiento visual", apunta.

Castro señala que aunque tiende a confundir que los Centros Turísticos son espacios que producen ingresos, "que tienen una dimensión económica clarísima pero no podemos perder de vista que tienen una dimensión simbólica, de carácter espiritual. César no se arrepentía que estos centros generasen riqueza porque era una manera de elevar el nivel de vida de los lanzaroteños pero en el fondo su intención como creador era diseñar una obra de arte", manifestó.

Más unión en torno a su figura

Por su parte, el crítico de arte, Lázaro Santana, uno de los grandes especialistas de la obra pictórica de Manrique, mostraba su desilución por la falta de unidad institucional en torno al centenario. "Debía haber más unión torno a la figura de Manrique entre las instituciones y la Fundación César Manrique (FCM)", señalaba. Santana se refería al enfrentamiento que ha mantenido la FCM con el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Lanzarote hasta el punto que se han organizado dos programaciones distintas para festejar los cien años del nacimiento de Manrique.

No obstante, Lázaro Santana no quiso perder de vista la importancia del arte de Manrique. "Lo más íntimo de César es su pintura pero la dimensión pública que quiso darle a su obra está en los Centros Turísticos", indica a la vez que añade que sus "hay adecuación a los espacios naturales, respetándolos. No se trata de construir sino de añadir a la naturaleza lo que ya te da. La genialidad de Manrique es la de aprovechar lo que ya existe para extraerle todo su potencial de belleza", resume.

La que fuera amiga y colaboradora de Manrique, Carmensa de la Hoz fue más allá al destacar "la enorme alegría que desprendía de César". Para Carmensa los Centros son sobre todo un espacio para la diversión para pasarlo bien. De la Hoz cree que también hay resaltar el orgullo hacia Lanzarote que supo transmitir César a la población de la isla. "Nos metió en las venas el orgullo hacia Lanzarote", señala.

Y es que uno de los grandes objetivo de Manrique fue que Lanzarote dejara ser "patito feo" de Canarias. "Tan importante como el sueño de Manrique, fue, en el momento inicial del proyecto, encontrar a otros dispuestos a soñar el mismo sueño y a hacerlo posible de múltiples formas. La importancia del encuentro entre el acto de imaginación de Manrique y la visión del presidente del Cabildo de Lanzarote, José Ramírez Cerdá, explica muy bien el sentido profundo de las confluencias y las trayectorias decisivas", resalta San Ginés.

Una visión que todavía se mantiene intacta en la memoria colectiva de su isla. "Reconozco que el pueblo de Lanzarote lo respeta por lo que ha sido y lo que ha realizado", destacaba emocionado Carlos Manrique, el hermano de César.

Mientras contemplaba algunos de los vídeos que se proyectaron con imágenes y declaraciones de César, a su hermano se le escaban algunas lágrimas. "Se me pasaron muchos recuerdos y derramé algunas lágrimas", indicaba Carlos a la conclusión del acto. Y mientras estaba sentado con su hijo y sus sobrino, Carlos recordaba aquellos momentos en el que jugaba con César en la playa de Famara dibujando en la arena.

La gala comenzó de una manera muy emotiva, con el relato de un artista excepcional. Felipe Megías desarrolló un espectáculo visual, muy impactante, ayudado solamente de sus manos y arena. En una pantalla blanca y en menos de 6 minutos dibujó paisajes de Lanzarote, desde la playa de Caleta de Famara donde Manrique hizo sus primeros trazos de niño y jugaba con José Ramírez Cerdá, hasta las impresionantes obras de Timanfaya o el Monumento al Campesino.

Además, se proyectaron numerosos videos, en los el propio César lanzaba sus mensajes más conocidos sobre su inspiración en la naturaleza, el arte y Lanzarote. Frases tan vigentes como: "Me interesa el progreso como bondad y honestidad. Lo que condena y enriquece a un pueblo es la cultura, un pueblo sin cultura está condenado a la ruina".

"La gente dice que Lanzarote solo camellos y piedras y era la isla más fea del archipiélago", para demostrar a todo el mundo que no fue así. "Toda la influencia que tengo es mi de la profunda observación de la naturaleza, la enorme belleza de una piedra o un campesino arando la tierra".

"Gracias por hacerme partícipe de esta celebración, de estos cien años de alguien que nos ha llevado siempre tan lejos, por tantos lugares del mundo. Estés donde estés, felicidades", proclamó la cantante Rosana lanzando un beso al cielo antes de interpretar No olvidarme de olvidar y Memoria de la piel. "No sabes bien cuanto te extraño, en el corazón del alma donde todo se desarma cuando no te puedo ver..." se oía en el auditorio cargado de recuerdos. Y Manrique seguía viendo a su isla y César a sus gentes.