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Juicio por un guiso de pollos de pardela

La Fiscalía y la acusación particular inculpan a 19 personas de un delito contra el medio ambiente en su modalidad de protección a la fauna en el islote de Alegranza

Las defensas de los acusados criticaron que el juicio representaba una pena de banquillo al no haberse demostrado los hechos. EFE

"No hay ninguna duda de que sean muestras de pardela". El perito del Laboratorio de Genética que declaró ayer por videoconferencia desde Madrid no tenía ninguna duda de que la muestra enviada desde los juzgados de Arrecife en octubre de 2015 correspondía a pardela cenicienta, un ave catalogada como Especie Silvestre en Régimen de Protección Especial.

Un total de 19 personas fueron juzgadas ayer en el Juzgado de lo Penal número 1 de Arrecife acusadas de un presunto delito contra el medio ambiente en su modalidad de protección a la fauna por haber participado en un convite en la playa del Veril del islote de Alegranza el 8 de septiembre de 2015 para la degustación de un guiso realizado con pollos de pardela cenicienta que previamente habían capturado.

"No cacé, no cociné y no comí pardelas". Todos y cada uno de los acusados insistieron en sus declaraciones que a pesar de estar ese día en la playa del Veril cuando la Guardia Civil les sorprendió con un guiso de pardelas en una cocina de gas desconocían que lo que había en ese caldero eran pollos de pardela.

Es precisamente ese guiso de pardelas la clave de todo el proceso. La sargento del Seprona de la Guardia Civil que intervino en la operación confirmó que tras retirar el caldero del fuego para que no se destruyeran las pruebas introdujo el guiso en una bolsa de basura, porque era lo único que tenían a mano dado que no habían llevado consigo una bolsa y un precinto homologado.

Una bolsa que posteriormente fue a parar al congelador del departamento del Seprona en Lanzarote y de ahí a otro congelador de una clínica veterinaria privada de Arrecife donde permaneció hasta el 7 de octubre en el que se llevó hasta el Instituto de Medicina Legal de los juzgados de Arrecife. Fue ahí cuando el forense extrajo dos pequeñas muestras de carne del guiso para enviarlas para su análisis en el Laboratorio Genético que confirmó que eran de pardela. El veterinario revelaba ayer que la bolsa con el guiso sigue estando casi cinco años después en el congelador de su clínica.

No obstante, las defensas han presentado una impugnación al asegurar que se ha roto la cadena de custodia de la única prueba del delito. Aunque la fiscalía mantiene que esta impugnación no se realizó "en tiempo y forma' durante el proceso y que la bolsa estaba cerrada, sellada y numerada, las defensas alegaron que hasta esta vista oral desconocían que la clínica veterinaria donde se almacenó el guiso no estaba habilitada oficialmente para guardar estas pruebas. Un congelador que además estaba abierto para el resto de los trabajadores de la clínica veterinaria. "Ahora sabemos que se escogió esta clínica privada porque tenía un congelador grande y el veterinario no ostentaba la condición de funcionario público", destacó una de las letradas de las defensas.

Entre los indicios aportados por la fiscalía figura un saco con diez pardelas muertas que encontraron dos días después de la operación de la Guardia Civil los agentes de Medio Ambiente del Cabildo en una zona de difícil acceso a cien metros de la playa. Los agentes ratificaron que había huellas desde la playa hasta los nidos de pardelas aunque también afirmaron que era posible acceder pero con dificultad por otros lugares de la isla.

Los agentes de la Guardia Civil (dos de ellos procedentes del destacamento de Corralejo en Fuerteventura y la sargento del Seprona de Lanzarote) desvelaron que la operación se montó tras las informaciones que recibían de que en Alegranza se venían cometiendo este tipo de delitos desde hacía muchos años.

Los agentes se desplazaron hasta Alegranza de paisano y en una zodiac sin distintivo de la Guardia Civil. Antes de su intervención permanecieron cerca de una hora vigilando al grupo desde lo alto de un risco, hasta que un olor a un guiso de aves precipitó la intervención.

Aunque muchos de los acusados insistieron en que sólo habían ido a pasar el día y que de ningún modo participaban del asadero de pardelas, la sargento insistió en que parecía un grupo de amigos que estaban disfrutando de una fiesta. No obstante, la fiscalía solo acusa a once personas al no poder acreditar por las fotografías aportadas por la Guardia Civil que estaban debajo de la carpa con mesas y sillas instalada en la playa donde estaba el guiso de pardelas.

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