El párroco del municipio de Yaiza, Juan Antonio Gallego, no dudó en lanzarse en el mediodía de ayer al agua en Playa Blanca tras el paseo marítimo de la Virgen del Carmen por esa localidad sureña para cumplir con la tradición de remojar en la marea al nuevo cura que llega al pueblo.

Gallego se incorporó a Yaiza en septiembre del pasado año, por lo que no había tenido aún la oportunidad de celebrar las fiestas en honor a la Virgen del Carmen. El sacerdote ya había advertido a los vecinos, incluso lo avisó también en la misa que ofició este domingo en la avenida de Playa Blanca antes de la procesión marítima, que no lo iban a tirar al agua, pues sería él el que tomaría la iniciativa. Tras quitarse el hábito se lanzó a la marea desde el pesquero Isla de Alegranza, de Samuel Cabrera, que paseó a la imagen por la bahía en compañía de medio centenar de embarcaciones.

"Si no se tiraba al agua ya sabía lo que le esperaba", bromeó el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Yaiza, Ángel Domínguez, aunque admitió que no todos los sacerdotes que han pasado por el municipio han recibido el 'bautismo' de salitre. "Algunos se han resistido y no ha habido manera", dijo el concejal.

El anterior cura de Yaiza, Sixto Álvarez, que dejó el sacerdocio el pasado año tras enamorarse de una mujer, también se lanzó al agua tras la procesión del Carmen en julio de 2018 en Playa Blanca. A diferencia de Gallego, Álvarez se remojó con el hábito puesto y llegó nadando con él hasta la orilla,"como solía hacer en las procesiones del Carmen y así llegaba a la iglesia sin cambiarse", señaló Domínguez.

Como novedad en Playa Blanca, la misa del pasado martes, festividad del Carmen, y la que tuvo lugar ayer, se celebraron por primera vez al aire libre. La primera, en la plaza del Carmen, y la de ayer, en la avenida marítima. La Banda de Agaete, de Gran Canaria, acompañó a la imagen por el pueblo y tras regresar del paseo la parranda Chasnera, de Tenerife, cerró la fiesta.

En el barrio marinero de Valterra, en Arrecife, un grupo de vecinas portó un año más a hombros a la Virgen del Carmen, "capitana y estrella del mar", como la definió en su poema Encarna González tras terminar la misa en el Hospital Insular a la que asistieron los ancianos que viven en la residencia anexa al centro.

Las costaleras, que este año estrenaron camiseta y medalla con la imagen, llevaron a su Virgen hasta el monumento de Puerto Naos La luz que nos guía, donde se produjo el encuentro entre El Carmen y la talla que está en la pequeña capilla del faro. Para Carmen Delgado es "un orgullo" portar a El Carmen" y Manuela Robayna se acuerda de su madre, que "era muy devota". Reconocen que "no fue fácil convencer a los hombres".

El buque de la Escuela de Pesca La Bocaina llevó a la Virgen, que a su regreso a tierra y con las costaleras, visitó Las 80 viviendas, el último bloque de casas sociales hechas en Arrecife para los marineros hace cuarenta años.