En Teguise los chinijos aprenden a correr por culpa de los Diabletes. Unas figuras con cara de buey, cuernos de macho cabrío, larga lengua roja y unos cascabeles que anuncian que el diablo anda suelto. Los Diabletes de Teguise forman parte del carnaval más ancestral de Lanzarote. Una tradición que se remonta a los antiguos majos que llegaron a la isla desde el norte de África y que los franciscanos incorporaron a la fiesta del Corpus Christi.

"Los franciscanos, que establecieron su primer oratorio en Famara en 1418, supieron aprovechar los fundamentos culturales de los danzantes y los aplicaron al culto cristiano del Corpus, así el bien era su propio Dios y el mal aquellos danzantes cubiertos con piel de cabra. Por el papel desempeñado se les llamó desde entonces Diablos o Diabletes", señala el cronista de Teguise, Francisco Hernández

Y es que el macho cabrío era el símbolo de la virilidad y la fuerza para los majos y en los rituales, sus vestidos estaban relacionados con este animal. Así la careta actual del diablete de Teguise, con figura de buey, cuenta con cuernos de macho cabrío, ojos rojos con fondo blanco, larga lengua roja y nariz roja con bordes blancos. Por su parte, el vestido, que a lo largo de los años ha sufrido diversas modificaciones, es de muselina blanca, pantalón y camisola con pinturas formando rombos con puntos y rayas en color negro y rojo. De igual forma, va calzado con alpargatas y lleva dos correajes cruzados sobre los hombros de los que cuelgan las esquilas o cascabeles. En la mano lleva el garabato, palo corto del que cuelga un zurrón de piel lleno de papeles, trapos y un poco de tierra que usa para golpear y asustar mientras corre detrás de los mortales.

"Lo llevamos en la sangre". El presidente de la Asociación Cultural Los Diabletes, Víctor Padrón destaca que esta tradición se ha transmitido en la villa de Teguise de padres a hijos. "Yo entré en Los Diabletes con 19 años después de terminar la mili", añade Padrón que guarda con celo la careta de diablete que le entregó su tío que también formó parte de este particular linaje.

El cronista de Teguise asegura que son muchas las referencias que existen en los libros de actas del Cabildo General establecido en Teguise sobre los diabletes. "A los diablos danzantes, unas veces se les paga por danzar y otras se les hace regalos. En 1657 se les abona el coste de la danza, se les invitó a comer y se les reparó el vestido", destaca Hernández. Así por ejemplo, en la reunión del Cabildo del 2 de julio de 1658, se dice " haya de entregar al mayordomo 30 varas de cinta cardesa, que se compraron para las andas, con más de la carátula y vestido del Diablete, que haya de tener en su poder el dicho mayordomo para las demás festividades que este cabildo hiciere" .

Aunque originariamente las danzas de los diabletes tenían lugar en la festividad del Corpus fue a partir de 1777, a raíz de una Real Cédula que prohibe los bailes en las iglesias, sus atrios, cementerios ni delante de las imágenes de los santos, cuando se pone fin a esta danza . "Era el primer aviso para la desaparición de los Diabletes en la fiesta de Corpus, pero sería el Obispo Tavira quién suprima definitivamente a los Diablos de esa fiesta, quince años después", indica el cronista.

Sin embargo, la iglesia no pudo acabar con esta tradición. "Nuestros emigrantes llegados de países americanos motivan a los vecinos de la Villa para que, reformando la careta de macho cabrío por una de buey, salgan en las fiestas del carnaval", afirma Francisco Hernández.

Ha sido precisamente el cronista de Teguise el que se ha empeñado en recuperar la danza de los diabletes creando una coreografía en base a documentos donde se recogen bailes similares en culturas africanas. Una danza que se escenifica cada cuatro años, siendo en 2021 cuando vuelva a representarse. "Acordamos realizar la danza cada cuatro años tanto en el Corpus que se celebra en La Laguna (Tenerife) donde cada año vamos como invitados, como en el carnaval tradicional que se celebra en Teguise", afirma Padrón. Y es que los Diabletes forman parte del legado cultural de la isla de Lanzarote.