Un guardia civil ha afirmado este lunes ante la Audiencia de Las Palmas que el joven de 22 años acusado de intentar asesinar a su bebé de 16 meses el 20 de octubre de 2018 en el aeropuerto de Lanzarote lo arrojó al suelo "con toda la fuerza del mundo", como si fuera "a estallar un melón".

El acusado, Rafael L.D., "se hizo hacia atrás, se subió a un escalón, cogió impulso y lanzó al niño", ha explicado este agente, que ha relatado que el "impacto fue asombroso" y que fue él quien socorrió al pequeño, que estaba inconsciente y no reaccionaba, por lo que le insufló aire y empezó a llorar el niño, que estuvo hospitalizado seis días y tardó 20 en curarse de las lesiones sufridas.

La madre del bebé, su abuela materna y otros testigos -entre ellos otros tres guardias civiles- han asegurado también que el procesado arrojó con "rabia" y fuerza al niño, que cayó junto a la cinta de recogida de equipaje, frente a la versión que ha ofrecido el acusado, quien ha sostenido que se puso nervioso y se lo lanzó a su exsuegra cuando se lo pidió, pero no con intención de matarlo: "Jamás le haría daño a mi hijo".

Los agentes de la Guardia Civil han señalado que se formó un gran revuelo en el aeropuerto y que tuvieron que llevarse al detenido porque temieron por la situación que se creó, ya que hubo pasajeros que comenzaron a dar patadas al procesado mientras lo tenían retenido en el suelo.

El acusado, que tenía una orden de alejamiento de su expareja por un delito de lesiones, ha negado también haber amenazado de muerte a ella y al bebé y haberla coaccionado, así como que la tirara al suelo y le diera una patada ese día en el aeropuerto.

Los hechos, según la acusación, se produjeron cuando el acusado y la madre del bebé llegaban de Sevilla en compañía de otra pareja que viajó con ellos porque temían que el acusado hiciera daño a su amiga y al niño, ya que habían convivido varios días en su casa de Villamartín (Cádiz) y presenciaron las amenazas y coacciones del procesado hacia a su excompañera sentimental y el pequeño.

El fiscal y la acusación han recalcado que fue un "calvario" y una "pesadilla" lo que sufrió la madre del bebé, quien se fue de vacaciones unos días y se encontró al acusado en la puerta de la casa de sus amigos y ya no se separó de ella hasta que regresaron a Lanzarote, adonde la obligó a volver antes de lo previsto y también a comprarle un pasaje para viajar con ella y el niño.

El acusado amenazó esos días -del 16 al 20 de octubre- con matar a la madre y al bebé y con hacer daño a toda la familia e incluso quitó a su expareja dinero, la cartera y el teléfono móvil, del que borró contactos y mensajes, según ha asegurado ésta y su amiga, aunque el procesado ha negado todo.

Según su versión, esos días fueron "maravillosos" y consentidos por la madre, pues, pese a la orden de alejamiento que pesaba sobre él, habían acordado estar juntos y fue su expareja quien le insistió en que regresara con ella y el niño a Lanzarote.

El fiscal y la acusación particular ejercida por la madre del bebé reclaman un sentencia condenatoria de 20 años y 3 meses de prisión, al entender que existe "bastante prueba de cargo" sobre los cinco delitos que le imputan, mientras que la defensa solo admite un delito de quebrantamiento de condena y otro de lesiones por los que pide una condena de 3 años de prisión.

Además, las acusaciones reclaman al acusado una indemnización de 121.000 euros para el bebé y la madre.

En su derecho a la última palabra, el procesado ha dicho que "está cansado de mentiras" y ha reiterado que "en ningún momento" tuvo intención de matar a su hijo.