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Once años de cárcel a un hombre que violó a la hija adolescente de su pareja

La madre de la víctima forcejeó con el acusado hasta que logró abrir la puerta de la habitación, donde se los encontró desnudos | La Fiscalía pedía 12 años de prisión

Felipe Santiago durante el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Las Palmas.

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha condenado a un hombre que abusó sexualmente de la hija de su pareja a la pena de 11 años de prisión. El procesado, según la sentencia, besaba en la boca a la menor y la penetró en una vivienda abandonada del barrio en el que residían.

El tribunal representado por la magistrada presidente Pilar Parejo Pablos, el ponente Nicolás Acosta y José Luis Goizueta, ha considerado probado que el condenado, Felipe Santiago, inició una relación con la madre de la víctima en 2016 y en marzo de 2017 contrajeron matrimonio, por lo que empezaron a convivir en un barrio del municipio de Teguise.

El fallo, al que ha tenido acceso La PROVINCIA / DLP, revela que desde que comenzaron a residir juntos, el acusado, que tenía 31 años en la época de los hechos, “con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales” empezó a pasar tiempo con la afectada que tenía 12 años -un dato que conocía el procesado-. Además, intentó distanciar a la víctima de su madre diciéndole que su progenitora no la quería y que pretendía meterla en un centro de menores.

En un momento dado empezó a darle besos y a pedirle que se quitase la ropa “como prueba de su amor sometiéndola a tocamientos en los pechos y vagina. También “durante el desarrollo de esa relación”, reza la sentencia, el condenado llevó a la víctima a una vivienda abandonada que había junto a la casa en la que ellos vivían en una primera oportunidad e intentó penetrarla vaginalmente y ”no pudo completar su deseo por el dolor que experimentó la agredida”. Sin embargo, el 22 de junio de 2017, en una segunda ocasión, la llevó al inmueble donde logró su cometido “guiado por la intención de satisfacer sus deseos sexuales” la colocó en un colchón y la penetró hasta que la madre de la víctima apareció en el lugar y lo descubrió in flagranti.

Los forenses encontraron ADN del procesado en la zona genital de la menor afectada

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La Sala asevera que pese a que el procesado ha negado “tajantemente” haber tenido cualquier relación de índole sexual con la afectada, aunque sí admitió que conocía la edad de la adolescente y que tenía buena relación con ella. Mientras que la menor en un principio negó los hechos y fue en la vista oral ofreciendo un “testimonio claro y contundente” relatando que Felipe Santiago trató de alejarla de su madre, intentó convencerla de que esta no la quería y que era él quien le tenía cariño con lo que logró que se produjese el acercamiento en el que no solo hubo besos, ella se desnudó ante él porque Santiago le dijo que era “una prueba de amor”, sino que hubo tocamientos de índole sexual y además, llegó a penetrarla el día en que su pareja y madre de la agredida los sorprendió.

Es decir, la menor minimizó su relación con el condenado y fue en el procedimiento cuando contó lo sucedido. Por lo que el Tribunal señala que, lejos de restar credibilidad, “resulta coherente con el testimonio de la adolescente pues creyó que estaba enamorada del acusado y convencida de que iban a mantener una relación sentimental libremente cuando ella cumpliese los 18 años”.

Y es que así se lo hizo saber la víctima a su tía materna, a la que le comentó que habían mantenido relaciones sexuales en varias ocasiones. Asimismo, las psicólogas que la examinaron manifestaron que ella deseaba ocultar por lo menos una parte de los hechos, ya que creía que su madre estaba enfadada con ella “gracias a la labor del encausado”, además de la depresión y el sentimiento de culpa que arrastra.

La chica estaba convencida de que su padrastro y ella estarían juntos cuando tuviese 18

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A su vez, se une el testimonio de la madre que después de forcejear con el acusado, logró abrir la puerta y lo encontró tratando de subirse los pantalones con los genitales expuestos a la vez que repetía “no hice nada”, mientras que la menor estaba tumbada sin ropa interior en un colchón. Felipe Santiago, por su parte, no supo explicar el porqué su mujer le denunciaría y mucho menos que hacía su ADN en la zona vaginal de la afectada, ya que aunque no haya habido semen -como defendía la letrada del acusado- la Sala destaca que no se le acusa de eyacular, sino del acceso carnal a la agredida. El fallo recuerda que la menor no era capaz de consentir ninguna relación sexual.

Es por esto que han resuelto condenarle a 11 años de cárcel por un delito continuado de abusos sexuales agravado, le ha impuesto la medida de alejamiento hacía la menor durante 20 años e indemnizarla con 30.000 euros.

Se mudaron de domicilio


La madre de la víctima reseñó durante el juicio que tuvieron que mudarse a otra provincia porque los vecinos al enterarse de lo ocurrido atacaban a la menor y “le decían que se follaba a su padre”. Al punto de que, según la testigo, las miraban “como si fuésemos asesinas. La niña ya no quería salir de casa”, por lo que tuvo que tomar la decisión de trasladarse lejos para proteger a la adolescente y es que la afectada se sentía “enamorada” del procesado por lo que se enfadó con su progenitora al entender que esta la estaba “alejando del amor de su vida”. Igualmente, relató que se sentía “culpable por haber metido a ese hombre” en su casa. Explicó que además de la depresión que ha presentado la víctima por lo sucedido también ha tenido que hacer frente a un embarazo del que se enteró durante la instrucción del caso y cuyo hijo es del procesado al que no sabe “como explicar que su padre violó a su hermana”. | M. S. J.

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