La presidenta del Cabildo de Lanzarote, María Dolores Corujo, repasó ayer sus dos años al frente de un gobierno «pensado por y para las personas». Según Corujo, han sido «dos años en los que hemos trabajado para acabar con una larga década de oscuridad y que están condicionados, irremediablemente, por una pandemia que ha cambiado para siempre nuestra forma de vivir, de pensar y de actuar».

Corujo recordó los compromisos adquiridos en su investidura, «las líneas maestras de un grupo de gobierno que venía a trabajar para devolver la dignidad a esta institución, el respeto a las y los trabajadores de esta casa y la paz social a la plantilla de los Centros Turísticos; de un grupo de personas sensibilizadas con la situación que estaban sufriendo decenas de seres humanos y colectivos sociales en situación de extrema vulnerabilidad e ilusionadas con acometer los proyectos que tanto reclama y necesita esta isla. Un grupo de personas que se puso a trabajar de inmediato con rigor y transparencia para soltar las amarras que nos ligaban al pasado».

«Y lo cierto» explicó la presidenta insular, «es que, a pesar de los obstáculos que nos hemos encontrado en el camino y de los errores que hayamos podido cometer, porque nadie está exento de ellos, podemos decir que el balance es satisfactorio a pesar de la compleja y extraordinaria situación que nos ha acompañado durante el último año y medio».

«Hemos puesto punto final a las formas y las prácticas de la década más oscura de la democracia en el Cabildo de Lanzarote; hemos derribado los muros levantados durante esos años y tendido puentes con otras administraciones y con agentes sociales y económicos para construir juntos el futuro desde el diálogo y el respeto. Hemos devuelto la dignidad a esta Institución, humillada y pisoteada por el anterior presidente, y hemos dado un notable impulso a la labor de los servicios sociales. Hemos puesto punto y final a la cacería emprendida contra los trabajadores de esta casa y devuelto la paz social a la injustamente tratada plantilla de los Centros Turísticos. Y todo esto sin saber de las dificultades que íbamos a encontrar en la gestión de esta institución, ocultas tras insufribles sesiones de PowerPoint y monólogos encolados que alababan una más que deficiente labor».

En este sentido, la presidenta adelantó que «estamos trabajando en la aprobación de una serie de instrucciones de procedimientos que proporcionarán seguridad jurídica, agilidad y homogeneidad a la corporación, y el rigor y el carácter institucional que siempre ha debido tener».

María Dolores Corujo recuerda que «cuando nos encontrábamos tramitando la aprobación de nuestros primeros Presupuestos estalló la pandemia que lo cambió todo. El mundo se detuvo y entró en estado de shock porque nadie estaba preparado para algo así».

«La lucha contra la pandemia ha centrado todas nuestras energías y nos ha obligado a fijar nuevas prioridades. Nos pusimos a trabajar en la acción social para que nada faltase a los colectivos más desfavorecidos, y adoptamos medidas que nos permitieran afrontar una situación tan extraordinaria en una isla con una enorme dependencia del turismo. Menos mal» apuntó Corujo, «que hemos contado con la cobertura asistencial de los ERTE porque, de otra forma, lo hubiésemos pasado muchísimo peor».

«A pesar de los discursos alarmistas de los agoreros, nos negamos a un expediente de regulación temporal de empleo en los Centros de Arte, Cultura y Turismo porque hubiera significado que Lanzarote y La Graciosa se habían rendido, y eso no lo íbamos a permitir. Si permanecían abiertos» argumentó Corujo, «el mundo entero sabría que Lanzarote y La Graciosa permanecían abiertas para afrontar con esperanza el regreso del turismo y la recuperación de la actividad económica y el empleo. El ERTE hubiera sido, además, innecesario».