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Pancho Corujo alaba la mezcla de tradición y vanguardia de Arrecife

El tenor hace un recorrido por la infancia y sus vivencias en su pregón de San Ginés hablado y cantado que rezuma añoranza

Francisco Corujo Perdomo, anoche, flanqueado por la alcaldesa y el concejal de festejos. | | FACEBOOK AYUNTAMIENTO DE ARRECIFE

«Tengo que romper el protocolo como sea, estoy muy nervioso, a quién se le ocurre invitar como pregonero a un músico», empezó su intervención Pancho Corujo Perdomo, con una sonrisa abierta y dotes de campechanía hacia el público presente anoche en la sala Teatro de los multicines Atlántida de la capital de Lanzarote. Y consiguió encandilar a su auditorio con sus palabras, pero sin olvidar su elemento más preciado, la música y los versos, ya que fue alternando la letra de sus recuerdos con el sonido de las voces de la tierra.

En sus Memorias sancochadas de un niño en San Ginés, el título de su pregón, Pancho Corujo , indicó que «dándole vueltas a qué les podría contar hoy aquí se me venían innumerables recuerdos, memorias gamberras, “rockanroleras” y felices, que tenían su epicentro en un pequeño portal de la Plaza de la Constitución, a la que todos conocemos por La Plazuela. Recuerdos entre la adolescencia y la vida adulta que ahora me doy cuenta que marcaron definitivamente a este personaje que les habla aquí hoy, sin saber muy bien qué hace, ni porqué le ha tocado esta suerte y a la vez encerrona, de pregonar sus fiestas, nuestros queridos “Sangineles”. He preferido para hoy, tratar de recuperar recuerdos anteriores, del niño que yo fui, de un niño y una ciudad que crecían conectados a sus tradiciones y a sus vanguardias»·

Cantó la primera copla que dijo recordar y finalizó con versos de Yeray Rodríguez

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El pregonero empezó a ahondar en su niñez, compartiendo vivencias y más de unas risas con el público. Así, dijo que «les voy a relatar algunos recuerdos que tienen que ver con las fiestas de San Ginés. Memorias que, mirándolo cariñosamente enretrospectiva, se corresponden de uno u otro modo al niño grande que sigo siendo. El primer recuerdo al pensar en aquel Arrecife en San Ginés es sobre un descampado que hay cerca del bar La Vidriera. Allí Rafael Arráez ponía un ventorrillo con un buen reclamo, un artefacto que estaba causando furor: el Karaoke. Recuerdo pedirle a mi padre que me llevara, dábamos una vuelta por la feria y allí nos íbamos dejando a mi hermana y a mi hermano con mi madre en los cochitos. Háganse la imagen, un niño de siete u ocho años gordito, risueño y probablemente armado con una pistola de plástico y una estrella de Sheriff en la pechera, subido al escenario cantando Granada o México lindo y querido. Aún no entendía el estímulo y la atracción

que me producía la música y el escenario, pero sin duda ya era una necesidad».

Continuó Corujo durante su intervención con las referencias musicales que le han marcado y añadió: «Podría hablar también de parrandas, de muchas parrandas. En el ventorrillo en el muelle de la Pescadería, recuerdo por allí a Los Toledo de La Graciosa con su particular folclore, o Los Gurfines cantando en su ventorrillo, o en el Club Náutico, la voz y la guitarra de Paco Toledo a quien tanto admiré, o en la Democracia a Ramón Martínez junto a Chente y más de una vez a Ico Arrocha, o el Festival de Los Amigos de Porto Nao».

Y se animó a cantar una estrofa «de la primera copla de isa marinera que recuerdo: ‘Yo no digo que mi barca sea la mejor del puerto, pero sí digo que tiene los mejores movimientos».

El pregonero evoca a quienes animaron a la capital con su música y su trabajo a la capital de la Isla

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Tampoco faltaron los versos y antes de cerrar el pregón con el deseo de unas buenas fiestas a los arrecifeños y visitantes, finalizó con unos versos del verseador Yeray Rodríguez, en concreto de Barranco abajo: ‘Porque este paisaje sabe mucho más de mí que yo, mucho antes que yo nació y estará cuando me acabe. Entre sus linderos cabe lo que tengo, lo que di, lo que olvidé y aprendí, lo que recibo y ofrezco, lo que celebro y padezco, lo que seré, lo que fui’.

Los aplausos no se hicieron esperar y el público ovacionó al tenor que había empezado nervioso y acabó en su salsa.

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