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Yaiza

El abuelo que gobierna la vida

Víctor Avelino Ramos, de 102 años, es el vecino más longevo del municipio de Yaiza | Estudió Química y Farmacia y fue docente en la Universidad Central de Ecuador

El vecino centenario de Yaiza Víctor Avelino Ramos lee uno de sus poemas

El vecino centenario de Yaiza Víctor Avelino Ramos lee uno de sus poemas A. F./Ayuntamiento de Yaiza

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El vecino centenario de Yaiza Víctor Avelino Ramos lee uno de sus poemas Aránzazu Fernández

La vida parece no tener fin para Víctor Avelino Ramos Tirado, el vecino más longevo del municipio de Yaiza, de 102 años. Nació en Ecuador, donde se licenció en Química y Farmacia, y luego se fue a Alemania. Sobrevivió al terremoto de Ambato en 1949, pero reconoce que «el sufrimiento por la erupción del volcán de La Palma es más agonizante» que el fuerte seísmo en su país «porque se alarga más».

“Voy a seguir viviendo. No dejo que la vida me gobierne, sino yo a ella. Soy dueño de mi vida y de lo que hago. Ese es el secreto de mi longevidad”, comenta con desparpajo a sus 102 años Víctor Avelino Ramos Tirado. El abuelo de Yaiza sonríe a la vida cada día desde la agradable terraza de la vivienda en la que reside junto a su hija Constanze desde el año 2014. Desde allí lee a diario a primera hora de la mañana las noticias en la prensa. LA PROVINCIA es uno de los periódicos que elige para mantenerse informado y la sección a la que acude en primer lugar es la de Internacional “por si sale algo de mi país”, asegura.

Víctor Avelino Ramos con un ejemplar de LA PROVINCIA del pasado 17 de octubre en su casa de Yaiza. A. F.

Víctor nació en 1919 en una familia campesina de origen muy humilde en Pinllo (Ambato), localidad de Ecuador que pertenece a la provincia de Tungurahua, situada en la zona centro-sur del país. La nación está de triste actualidad estos días por la ola de violencia que la recorre y que ha llevado al presidente del Gobierno, el conservador Guillermo Lasso, a decretar el estado de excepción en todo el territorio. Una situación que contrasta con la tranquilidad del paisaje volcánico de Yaiza, donde el centenario Víctor va ganándole horas a su existencia.

Licenciado en Química del Petróleo y en Farmacia, Víctor ejerció de docente en la Universidad Central de Ecuador, en Quito, después de regresar a su país desde Alemania. Allí conoció en una fiesta de disfraces en Leipzig a la que fue su segunda mujer, la enfermera Briguitte Biewald, fallecida en 1972 en un accidente de tren en esa ciudad cuando contaba con tan solo 35 años y ya era madre de tres hijos.

Además de Constanze, que estudió Historia y se especializó en Arqueología, el matrimonio tuvo a Liloff, ingeniero informático residente en Alemania, y a Melino, técnico informático vecino de Lanzarote. Con su primera esposa, la ecuatoriana Olga, tuvo a Fridel, ingeniero civil que también ha elegido la isla de los volcanes para vivir.

En 1949 sufrió el terremoto de Ambato. «El volcán de La Palma es más agonizante», afirma

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Miembro de una familia de 10 hijos, Víctor sobrevivió al terremoto del 5 de agosto de 1949 que sacudió Ambato y se tragó la pequeña ciudad de Libertad. “Fue una situación muy dura porque se hundió una porción de tierra, pero más aún es la que están viviendo los palmeros con la erupción que comenzó hace más de un mes. En la isla de La Palma el sufrimiento se alarga, es más agonizante, como lo serían los seis años que duraron las erupciones en Lanzarote en el siglo XVIII y que se extendieron por Yaiza”, lamenta sin perderse ni un ápice de lo que ocurre en la Isla Bonita.

«Pensaban que éramos espías»

Cuando era pequeño, nada más regresar del colegio Víctor tenía que ayudar en las tareas agrícolas y ganaderas de la economía familiar. “No quería hacerlas porque me quedaba poco tiempo para estudiar. Un día un profesor me dio una paliza porque no me sabía la lección. A partir de ese momento, mi madre ya no me encargó más trabajo”, recuerda. Desde chico le apasionaba leer libros de ciencia y, por ese motivo, se inclinó por los estudios de Química y Farmacia.

Tras concluir su formación universitaria trabajó de profesor en una escuela de Pinllo durante más de una década y en 1957, ocho años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial (1949), viajó hasta la entonces Unión Soviética al Festival de las Juventudes Socialistas. La travesía la hizo en el buque ‘Uso di Mare’ durante un mes desde Ecuador hasta Europa.

De la Unión Soviética dio el salto a Leipzig, donde participó en la reconstrucción de la República Democrática Alemana tras el conflicto bélico. “Pasé un hambre terrible. Había días en los que solo me daban de comer papas”, confesó. Allí se doctoró en Química gracias a una beca y trabajó en la industria de química de cueros Fettchemie.

En 1963 emprendió el viaje de regreso a Ecuador con su mujer alemana (embarazada de Melino), Constanze y Liloff. La vuelta no fue nada fácil porque coincidió con la dictadura de José María Velasco Ibarra. “Veníamos de un país socialista y pensaban que éramos espías. Mi padre fue perseguido por el régimen y lo querían meter en la cárcel. No podía trabajar y gracias a la ayuda de tres de sus hermanos salimos adelante. Mi padre se escondió en la hacienda del padre de una cuñada en la costa de Ecuador”, revela Constanze.

Su remedio para protegerse frente al coronavirus es un preparado a base de ajo, limón y cebolla

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Tras salir de su escondite creó junto a dos hermanos Itasa, una fábrica de mantas, hilos y manteles en 1968, año en el que Víctor comenzó su docencia en Química en la Universidad Central de Ecuador, enseñanza que compaginó durante algunos años dando clases en el colegio María Angélica Hídrobo.

“Los universitarios eran muy rebeldes, pero yo solito los puse en orden. ‘A las siete de la mañana comenzamos y el que no esté, no entra’, les decía”, rememora Víctor. La rectitud con su alumnado y la obediencia que consiguió de ellos le valieron que la misma universidad le premiara con un año sabático.

“Durante ese tiempo cobré mi sueldo sin trabajar”, por lo que decidió viajar a Alemania, donde se formaron sus cuatro hijos, y a otros lugares de Europa.

Tras jubilarse continuó viajando por el mundo hasta que cumplió 90 años. Colombia, India, Marruecos y Miami han sido algunos de sus destinos.

La inseguridad ciudadana que existe en Ecuador les obligó a emigrar de nuevo. En Lanzarote ya vivían Melino y Fridel y Constanze se estableció en la isla hace veinte años. Hace siete se trajo a su padre. Con él ha recorrido el archipiélago canario y parte de la Península.

Hombre de ciencias y letras

Víctor ha permanecido inmune frente al coronavirus, patógeno que se ha cebado con las personas mayores en esta pandemia. Su remedio es un preparado a base de ajo, limón y cebolla para “mantener el virus a raya”, revela.

Víctor Avelino Ramos en su casa de Yaiza junto a su inseparable gato 'Toulouse'. LP/DLP

Uno de los alimentos de su menú diario es el gofio, que lo mantiene fuerte y con ganas de seguir peleando por la vida junto a su inseparable gato ‘Toulouse’.

Tampoco se separa de su libro Cuentos de nuestro pueblo y los poemarios Poesía y Siglo 21, de los que es autor y publicó en Ecuador. Víctor es un hombre de ciencias y también de letras.

El pasado 8 de octubre, el Ayuntamiento de Yaiza rindió homenaje a Víctor y a las ancianas Margarita Machín Domínguez, María del Carmen Curbelo Morales, ambas con 98 años, y Eufemina Emilia Fernández Marrero, con 99 años recién cumplidos.

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