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Fallecimiento del director de cine canario

Roberto Pérez Toledo, en su última entrevista a LA PROVINCIA: "Quiero rodar mucho más en Lanzarote"

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Rodaje en Lanzarote de 'Antes de la erupción', el último corto de Roberto Pérez Toledo

El director de cine Roberto Pérez Toledo, fallecido este lunes a los 43 años, quería rodar "mucho más" en su isla natal, Lanzarote. Hace apenas dos semanas LA PROVINCIA dedicaba en su Dominical un reportaje a Pérez Toledo y su corto 'Antes de la erupción'. Allí se incluían declaraciones suyas extraídas de una entrevista que ahora publicamos de manera íntegra.

¿De dónde nace el proyecto Antes de la erupción?

Rodar en mi isla, en Lanzarote, era mi gran asignatura pendiente, pero no quería rodar en la isla porque sí o sin más. Quería encontrar una historia donde Lanzarote tuviera una presencia orgánica, intrínseca, como un personaje más.

En la isla se ha rodado mucho cine, sí, pero me cuesta encontrar una película que transmita lo que siento, por ejemplo, dando un simple paseo por las carreteras de Timanfaya. Esa sensación abrumadora y envolvente de formar parte de un paisaje único, creado hace tres siglos durante seis años de constantes erupciones.

Me entusiasmaba la idea de rodar cerca de casa y de plasmar mi vivencia personal de la isla, primero como niño y adolescente que creció en ella hasta que se fue a estudiar a Salamanca y también mi fascinación como adulto que regresa varias veces al año a Lanzarote y la redescubre en cada ocasión.

Y entonces a mi cabeza llegó el germen de Antes de la erupción. La identidad es su gran tema de base: la necesidad imperiosa de encontrar tu pequeño lugar en el mundo y ocuparlo. Y de pronto me imaginé a estos personajes entre volcanes. En la isla en la que nací.

¿Qué papel juegan los volcanes en esta historia?

El volcán es la metáfora. Enseguida imaginé a estos personajes entre volcanes. Y luego entendí por qué: porque nuestra identidad, lo que somos, es como un volcán que erupciona arrasando con todo. Puedes intentar que el volcán permanezca dormido, pero si tiene que hacerlo, tu identidad acaba brotando, como la lava. Porque no puedes silenciar ni aplacar lo que eres.

¿Conocías de antes a los cinco chicos de la historia? ¿Son todos actores aficionados ya contaban con experiencia? Cómo contactan?

A algunos sí y a otros no. Conozco a muchos actores, y he trabajado con muchos intérpretes jóvenes en los últimos años. Pero el reparto se fue formando con la ayuda también de la directora de casting Ana Lambarri, que me descubrió a Pablo Capuz, que interpreta a Em, o a Javier Orán, que es el narrador de la historia. Ellos junto a Jorge Alcocer, Edgar Córcoles y Javier Morgade forman una pandilla de ensueño. Con Edgar y con Jorge ya había currado.

En cuanto junté a los cinco, supe que funcionaría, porque el reto era contar su amistad de un modo muy físico, muy silencioso. Comimos un día todos en un restaurante de Lavapiés y enseguida me los creí como amigos. Y acababan de conocerse. Los cinco son jóvenes pero todos actores profesionales, muy formados, muy capaces, con trayectoria y con mucho futuro. A algunos les veremos en series que lo van a petar este año.

Roberto Pérez Toledo

¿Cuándo rodaron y cuánto duró?

Rodamos en junio de 2019, en una jornada. Poco después se paró el mundo con la pandemia, así que el corto no lo echamos a andar hasta principios de 2021, que empezó su recorrido en festivales y lo adquirió Movistar. El año pasado ganó 27 premios y recorrió más de 100 festivales de todo el mundo.

¿Se quedaron a las puertas de las nominaciones de los Goya 2022, ¿se les ha quedado mal sabor de boca?

Ya ser candidatos, estar en la preselección final para la nominación, fue un regalo, el resultado de un año en el que el corto dio muchas vueltas. Nos pasaron cosas muy bonitas, hubo reacciones preciosas, mucha gente me escribió mensajes muy emocionantes que dan sentido a todo lo que hago… Claro que, llegados a esa preselección final, lo que quieres es rematar y ser nominado, pero también fui muy consciente de lo difícil que era, como lo era haber llegado hasta donde llegamos. Con mi primer largometraje, “Seis puntos sobre Emma”, también estaba en las quinielas para ser nominado como director novel y al final no pasó. Una vez que no pasa, me quedo con lo conseguido y sigo hacia delante sin pensar en premios, que creo que nunca debe ser el objetivo de contar una historia. En el grupo de Whatsapp que tengo con los actores nos mandamos emojis con caras tristes y corazones rotos y el mal sabor de boca se quedó ahí, jaja.

¿En qué momento el corto comenzó a respirar hacia un largo? Te rondaba ya la cabeza? ¿En qué parte del proceso se encuentra ahora mismo el futuro largometraje?

Siempre fue un largo. Escribí Erupción como largometraje y luego Antes de la erupción como corto para intentar allanarnos el camino de la financiación para un largo. Y en ello estamos, animados por los logros del corto, pero no está siendo fácil. Financiar una peli con un presupuesto digno es una locura, un camino lleno de obstáculos, y cada vez más. Siento que ahora es más difícil incluso que cuando hice mi primer largo, que ya costó.

El largometraje es la historia completa del viaje de Em y sus amigos a Lanzarote, de su viaje vital y emocional durante esos días. No puedo tener más ganas de rodarlo.

¿Te ves reflejado en alguno de los personajes? Y el resto te inspira a alguien?

Eso siempre, de un modo u otro, de forma más explícita o más inconsciente. Escribo con lo que soy, con lo que conozco, con el modo en que vivo mis emociones, con lo que me cuentan mis amigos que les pasa. Y luego me satisface mucho cuando los espectadores me cuentan que se han identificado con mis personajes. Creo que ese es el objetivo del cine, de contar historias: establecer una comunicación con quien las ve. Y compartir preguntas. Mis personajes son siempre personas que no saben gestionar sus sentimientos, que no saben cuál es la forma correcta de comportarse o qué hacer ante lo que sienten. Y luego a veces aciertan o la cagan, como todos en la vida.

Puedo contar una historia que no me ha ocurrido personalmente, pero para mí sí es necesario conocer bien de cerca los sentimientos por los que pasan mis personajes. Para entenderles aunque a mí no me haya ocurrido necesariamente lo que les ocurre a ellos. Al fin y al cabo, esta amalgama de sentimientos no es tan abundante sino más bien básica y todos la acabamos conociendo antes o después: deseo, amor, desamor, frustración, soledad… Son los pilares de mis historias y todos hemos pasado por ello en mayor o menor medida.

¿Quién ha sido importante en qué se lleve a cabo este proyecto? ¿Por cierto, con qué financiación contaron?

Sin duda, su productor, Rafael Álvarez, que ha creído en este proyecto y lo ha entendido siempre desde que se lo conté hace tiempo tomando algo en una terraza. Y aquí seguimos luchándolo. Antes de la erupción se hizo con una pequeña inversión suya y el apoyo de un equipo volcado.

¿Qué parte del equipo es canario y qué tal ha sido trabajar por ejemplo con Juanmi Márquez cómo director de fotografía?

El equipo, que ha sido pequeño, es un mix entre gente canaria y colaboradores míos habituales de Madrid. A Juanmi le conozco desde hace años y ha estado en el proyecto desde su origen. Siempre he querido currar con él y supe que esta historia era para que él la fotografiara y ha sido un lujo tenerle. Juanmi y su cámara son uno. Él es muy intuitivo y aquí era muy importante respirar la historia a través de las imágenes, sin marcas, sin encorsetarnos, convivir con los protas en las secuencias como uno más de la pandilla. Y fue un espectáculo verle trabajar y correr junto a los chicos.

Cartel de 'Antes de la erupción', el último corto de Roberto Pérez Toledo

Hay una imagen muy marcada en iluminación y textura e incluso el sonido, que parece escribir con el viento diálogos en el corto, juega a favor de la historia, ¿fue algo premeditado?

Sí, claro. Yo quería que la historia tuviera los colores de Lanzarote y que, por momentos sonara como cuando intentas hablar con alguien en ese contexto, con el viento tan característico de la isla inundándolo todo, casi sin dejar que nos escuchemos. Es complicado grabar diálogos en una playa como la de Famara en un día de mucho viento como el que nos hizo, sobre todo si los actores van en bañador y no puedes ocultar un micro en su ropa y solo podemos grabar sonido con micro en pértiga. Pero en postproducción intentamos reproducir esa sonoridad tan conejera.

¿Crees que es momento para hablar de tolerancia? Te lo pregunto también porque parece que vuestra generación vive quizás un tanto de espalda a este tipo de historia.

Sí, ahora y siempre. Y ojalá la ficción hubiera hablado de tolerancia y diversidad desde siempre. En mi cine y mis historias, y ahora también en mi debú teatral con Manual básico de lengua de signos para romper corazones (estreno en el Teatro María Guerrero el 19 de enero), es esencial.

Que un chico me diga “gracias a tu trabajo, me ha sido más fácil aceptar mi sexualidad” o “he puesto un corto tuyo para decirles a mis padres que soy gay” da mucho sentido a lo que hago. Hace poco me escribió una mujer y me dijo “haces que entienda mejor a mi hijo”. Y es muy emocionante.

Es algo que me ocurre cada vez más a menudo y que me hace progresivamente más consciente del valor descomunal que tiene la ficción como herramienta de sensibilización, visibilidad y cambio en la sociedad, especialmente en lo que concierne a historias sobre diversidad, tolerancia, inclusión... Y a explorar esa diversidad me he dedicado en los últimos años como director y guionista.

Como parte de esa diversidad que es la vida misma, puse inicialmente el foco en las discapacidades o capacidades diferentes, responsabilidad que además siento de modo intrínseco, como cineasta en silla de ruedas que soy. La diversidad funcional la he abordado en varios cortos y también en mis largometrajes “Seis puntos sobre Emma” y “Como la espuma”.

Pero desde que escribí y dirigí Cupido in love, corto para El Corte Inglés con dos chicos gays, descubrí también el enorme público que demanda historias LGTBI+, historias que visibilicen realidades en las que muchos espectadores necesitan reflejarse e identificarse. He continuado creando personajes LGTBI+ en otros cortos para la red (Sí a todo, Zombie Kiss, Admirador secreto, Hola, mamá, hola, papá, Taras, Brújula, El poliamor explicado para madres y abuelas), en el mediometraje para televisión Los amigos raros, en Como la espuma y en la serie Amor superdotado, producida y estrenada por Facebook Watch.

Y aprendo del feedback constante que me llega. En los últimos años, la comunidad que he ido creando en la red ha crecido (700.000 seguidores en Facebook, más de 330.000 en YouTube y 80.000 en Instagram, con cortos de más de veinte millones de visionados) y cuento con la suerte de tener espectadores, muchos jóvenes, de muchos lugares del mundo que me enriquecen con sus mensajes y comentarios. Es el mejor termómetro, porque me hacen saber de inmediato su opinión sobre mis cortos y mis largos, lo que más gusta de mis obras, lo que les preocupa, lo que también les disgusta o no entienden… Y no puedo estar más agradecido por recibir mensajes de chicos y chicas que me cuentan que mis películas les ayudan a contar a sus padres que son gays, lesbianas o bisexuales, o que lo que cuento les inspira de un modo u otro.

¿Cuál es tu vinculación con las islas?

Toda. Soy de Lanzarote. Hace años que vivo en Madrid, pero allí está mi hogar y mi refugio. Aparte de las veces que he ido al Festivalito de La Palma y he rodado allí, en 2004 rodé el corto Vuelco, pero no en mi isla, sino en Tenerife, con la que también rodé mi primer largo, Seis puntos sobre Emma, con la productora La Mirada. Ahora quiero rodar mucho más en Lanzarote.

Homenaje de Roberto Pérez Toledo a Titerroy

Homenaje de Roberto Pérez Toledo a Titerroy La Provincia

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