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Historia | Las erupciones volcánicas del siglo XVIII que moldearon el paisaje y a sus gentes

La colada del volcán, del caos a la vida

Peñas Blancas y el Albergue de Tegoyo son ejemplos de cómo las erupciones, además de la devastación, puede aprovecharlas el hombre para su beneficio

Higuera en un chaboco de la colada volcánica. La Provincia

Recientemente hemos asistido a comprobar cómo el volcán transforma el territorio y cambia los modos de vida de las personas, algo parecido debió de ocurrir en las erupciones del 1730 al 1736 en estos fértiles parajes de Mácher.

Según los mapas geológicos de Carracedo, Alex Hansen y Claudio Moreno, la colada debió de bajar aprovechando el desnivel y se coló entre las montañas de La Asomada y de Conil y formó un filamento usando el cauce del barranco con algunos desbordamientos.

Cruzó Mácher en dirección al mar por el lugar donde más tarde se levantaría el populoso caserío de El Volcán. En uno de estos desbordamientos, la lava se extendió sobre un malpaís de un volcán anterior, lugar conocido por Peñas Blancas. La colonización se empezó a desarrollar con el reparto de todas las tierras al sur de las montañas, puesto que las tierras fértiles de trasmontaña quedaron inservibles por las erupciones volcánicas acaecidas.

Peñas Blancas, un tesoro

Peñas Blancas es una zona donde la acción del hombre sobre la lava fue fundamental para buscar el fondo de los chabocos y encontrar tierra vegetal para plantar higueras, morales, guayaberos, parras, durazneros, tuneras, etc y, en un periodo corto de tiempo la zona se convierte en “la despensa del municipio de Tías”.

De ahí viene el dicho popular: “El poseer una higuera en Peñas Blancas era tener un tesoro y tener un parral de uvas moscateles era un capital”.

La lava que desvastó entre 1730 a 1736 a la Isla dejó su senda de horror y también su renacimiento

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En esta zona estaban localizados grandes paseros de fruta de higuera y de higos picones para convertirlos en porretos, éstos se almacenaban en barricas y constituía un alimento fundamental para la población en periodos de sequía y junto con el gofio de garbanzos tenían un gran valor añadido. El método de elaboración del porreto consistía en barrer los higos, luego se pelaba uno a uno con un cuchillo, tarea que siempre realizaban las mujeres y luego se llevaba al pasero. Los paseros disponían de una pared sobre el lajial volcánico, se le añadían ripios y un portillo para que no entrasen animales.

El Albergue de Tegoyo

En este paraje singular se levanta la casona de Tegoyo, construida en la orilla del volcán y se aprovecharon los chabocos para construir aljibes y la propia lava para realiza las acogidas de las aguas y otras dependencias, amplios patios centrales, huertos sobre aljibe, son llamativas sus alacenas encastradas en sus amplias paredes.

Parra moscatel en un chaboco de la colada. | | LP/ DLP

La casa dispone de una espectacular fachada con vistas al espacioso cortijo de casi tres fanegadas, que se extiende al poniente. No disponemos de la fecha exacta de su construcción, pero debió de ser por encargo de sus primeros propietarios, los Cabrera, ricos comerciantes de tiendas de ultramarinos aparecidas desde que la capital se traslada al puerto del Arrecife. Además, estos disponían de casas en muchas localidades de Lanzarote.

La casona y el cortijo son adquiridos por subasta, y pasa a manos del singular vecino de Tías Nemesio Rodríguez Borges (Tías, 1862-Arrecife, 1926). Nemesio era hijo de José Agustín Rodríguez Rodríguez, recaudador del Ayuntamiento y agente, estos cargos los avaló con sus fincas.

Agustín era natural de La Oliva y casado con una señora Borges de Tías. Sus hijos, conocidos por los majoreros , Nemesio, Santiago y Rafael, destacados ganaderos y vinculados con la lucha canaria, como es el caso de Santiago buen bregador y estilista. La saga de los majoreros continúa en el siglo XX en tercera generación de los majoreros con los hijos de Santiago; Mamerto y Ulpiano Rodríguez Pérez, este último también destacado luchador, por eso, el terrero de lucha del pueblo de Tías lleva su nombre.

Rico por su salsas y estofados

Nemesio emigra a Argentina donde aprende la profesión de cocinero en el hotel Madrid de Buenos Aires e hizo fortuna. Al regresar compra una casona en la plazuela de Arrecife en 1891. Y monta la Pensión Nemesio u Hotel del Inglés. En el libro Tierras sedientas, de Francisco González Díaz se escribe sobre Nemesio “que se enriqueció gracias a las salsas, guisos, ensaladas y estofados”.

Peñas Blancas se convirtió en la despensa de Tías y la casona de Tegoyo era un oasis y vergel

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Adquiere innumerables casas en Arrecife y el citado cortijo de Mácher. Nemesio contrajo matrimonio con una joven de San Bartolomé, Genara Perdomo Martín, posteriormente, a su fallecimiento ocurrido en el año 1926, esta casa y cortijo pasa a manos de la familia de su mujer. Desde entonces, pasa a conocerse como el cortijo de don Eloy Perdomo Martín y la finca produce buenas cosechas de tomates, y garbanzos, según uno de su últimos medianeros, Agapito Reyes.

Albergue de Tegoyo. | | LA PROVINCIA / DLP

La casa y el cortijo en los años sesenta llevaban varios años de abandono y es adquirida por el ciudadano americano Malcolm Brooks Davis en el año 1971. El americano le haría unas pequeñas intervenciones en sus forjados y dinteles.

El Ayuntamiento de Tías la adquiere en el 1988 y en el año 1994 se comienzan varias fases de restauración a través de programas de Escuela Taller en albañilería, carpintería, forja y otros, hasta convertirla en Albergue municipal de Tegoyo a finales de los años noventa.

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