La familia lanzaroteña de los Bonilla Perdomo acaba de vivir uno de los momentos más emotivos de sus vidas después de casi tres décadas sin reunirse en torno a una misma mesa los diez hermanos. Todos son hijos del matrimonio formado por José Luis Bonilla de León y Felipa Perdomo Díaz.

Las edades de todos los descendientes juntos suman 841 años, una cifra por debajo del recórd Guinnes de los doce hermanos Hernández Pérez de Moya (Gran Canaria), que presumen de 1.057 años en su conjunto, pero muy a tener en cuenta. Ningún Bonilla Perdomo faltó a la inolvidable fiesta que en su honor les organizaron los hijos y sobrinos y que se celebró el pasado 5 de noviembre en el teleclub de Mozaga.

Los Bonilla Perdomo proceden del pueblo de Tao, localidad perteneciente al municipio de Teguise que dista unos 2,5 kilómetros de Mozaga.

Contar aún hoy con sagas tan extensas, de avanzada edad y con todos sus miembros vivos es casi un milagro

Cada vez son menos habituales los núcleos de familias numerosas -en España se otorga ese título a partir de tres hijos-, por lo que contar aún hoy con sagas tan extensas, de avanzada edad y con todos sus miembros vivos es casi un milagro.

Los hermanos uno a uno

Carmen, con 92 años es la mayor. Le siguen Luisa (90), Angelina (88), José (86), Francisco (85), Mela (83), Marcial (81), Mariano (79), Lucía (79) y Amparo (78). Todo un lujo haber conseguido reunirlos teniendo en cuenta que dos de ellos residen en Gran Canaria (Mariano y Marcial) y otros tienen problemas de movilidad que dificultan su desplazamiento.

Diversas circunstancias, a las que sumó la pandemia, fueron retrasando el reencuentro hasta que por fin llegó el gran día de este extenso clan familiar, cuya descendencia a día de hoy la componen 23 hijos y 28 nietos. Ninguno de los Bonilla Perdomo ha tenido una descendencia tan numerosa, pues han traído al mundo entre uno y cinco hijos.

De izquierda a derecha, Amparo, Francisco, Marcial, Mariano, Angelina, Luisa, Lucía, Carmen, José y Mela. Familia Bonilla Perdomo

Una de las artífices de la fiesta fue Lorena Rocío Bonilla, hija de Mela. La iniciativa surgió a través del grupo de Whatssap de los primos. En 2019 se celebró la última reunión de los Bonilla Perdomo pero no consiguieron reunir a los diez hermanos como ahora, sino a nueve. Se lo propusieron y lo consiguieron. “Fue muy emotivo verse todos juntos después de tanto tiempo”, recuerda Lorena, que ya piensa en repetir la experiencia deseando que todos lleguen a la siguiente cita. Las Palmas de Gran Canaria, Tao, Tiagua, Teguise, San Bartolomé y Punta Mujeres son algunos de los lugares en los que residen los Bonilla Perdomo.

“A excepción de una de mis tías, es impresionante la memoria que aún conservan. Son de humor rápido y hay cosas que no cambian a pesar de los años. Si un tío te tiraba de la oreja cuando eras pequeño, todavía hoy lo sigue haciendo”, revive Lorena, a quien no se le borrará las caras de emoción de los hermanos al volver a verse y recordar anécdotas de sus largas existencias. En Mozaga se reunieron 49 familiares de distintas generaciones.

"Se fueron en paz"

Como en todas las familias, señala Lorena, “hay cosas buenas y también algunas rencillas. Sin embargo, tras el encuentro se fueron con la sensación de que se podían ir tranquilos y en paz”.

La música en directo con timple y guitarra amenizó la jornada y un vídeo con fotos de distintas épocas de sus vidas puso aún más emoción al momento.

"Sentí una alegría tremenda y al mismo tiempo emoción"

Amparo - 78 años

Los Bonilla Perdomo se dedicaron en su mayoría a las labores agrícolas y a cuidar de sus hijos. Dos de los hermanos (Mariano y Marcial) montaron el Bar Cafetería La Geria, en Lomo Apolinario, en Las Palmas de Gran Canaria, negocio que traspasaron hace ya unos años. Hicieron el servicio militar en Gran Canaria y se pusieron a trabajar con unos primos en un establecimiento de hostelería en esa isla hasta que compraron su propio local.

Amparo confiesa que sintió "una alegría tremenda y al mismo tiempo emoción" por el agradable momento, que siempre recordará, "con todos los hermanos unidos". Recuerda las andanzas que de pequeña protagonizó en complicidad con sus hermanos haciéndose los remolones para ayudar a sus padres en las atenciones a los animales. "Le decíamos que teníamos que quedarnos en la escuela a escribir porque la maestra nos arrestó y como ella no nos escuchaba, pues la pobre pagaba todo".

"Me encantó que nos sirvieran nuestros hijos, sobrinos y nietos. ¡Bastante que le hemos servido a ellos!"

Mela - 83 años

El campo les dio de comer "haciendo tierras de medias" y no recuerda haber pasado hambre. "Mi madre jamás en la vida nos dijo 'esta noche se acuestan sin comer'. Había leche, higos picones, fruta de higuera, batatas, papas, granos... de todo. Lo que no había era yogurt como hoy, pero sí leche ordeñadita que era mejor que la de ahora".

Las sensaciones que vivió Mela también fueron "buenísimas" y se lo pasó "pipa. Bailé y canté". Lo más que le llamó la atención fue el hecho de que "los diez hermanos estuviéramos reunidos en torno a la misma mesa y que nos sirvieran nuestros hijos, sobrinos y nietos. ¡Bastante que le hemos servido a ellos!". Confía en coincidir todos el año que viene.

Se despidieron convencidos de que habría una próxima vez.