Javier Cáceres Gómez tiene 47 años, está casado y es padre de un hijo. Hace cuatro años una rutinaria prueba analítica le detectó una hepatitis C que derivó en un cáncer hepático que le obliga a inyectarse quimioterapia una vez a la semana, así como a ingerir seis pastillas diarias de la misma medicación. Su estado de salud es muy delicado pero no baja la guardia. Está dispuesto a pelear para que su enfermedad sea lo más llevadera posible desde el punto de vista médico, pero sobre todo, social.

Javier no entiende por qué el Servicio Canario de Salud (SCS) le obliga a viajar desde Gran Canaria al hospital Nuestra Señora de la Candelaria, en Tenerife, sólo para pasar una consulta médica que debería realizar en el Doctor Negrín donde, gran contradicción, le someten a todas las pruebas diagnósticas que luego debe llevar a la otra isla.

Javier ha dirigido un escrito al Ministerio de Sanidad para denunciar el trato en su opinión "indigno" que reciben los trasplantados hepáticos del Hospital de Gran Canaria Doctor Negrín, además de hacer pública su intención de llevar a los tribunales al gerente del centro médico, Eduardo Estaún, por poner en peligro su vida al no dar soluciones a una carencia asistencial evidente. Ha escrito también el enfermo al Diputado del Común de Canarias y al Defensor del Pueblo.

Entiende fundamentalmente Javier Cáceres que no se puede permitir "el atropello y la falta de respeto al que la sanidad pública somete a los enfermos trasplantados de hígado". Este enfermo ha descartado finalmente uno de sus objetivos: encerrarse en el Doctor Negrín en señal de protesta por el continuo ir y venir de Gran Canaria a Tenerife al que le obliga el SCS. "Lo único que funciona en el hospital es la calidad humana de los médicos y las enfermeras de Digestivo que son los primeros que reconocen las carencias, pero ellos no pueden manifestar públicamente su malestar porque van a por ellos. Así es".

HISTORIAL. Para situar al lector habrá que contar parte del historial médico del denunciante. Hace dos años, Javier fue trasplantado en el Hospital de La Candelaria en Tenerife, como centro médico de referencia para los enfermos hepáticos quirúrgicos de las todas las islas. El asunto es que esos trasplantes se realizan en Tenerife, pero una vez que los pacientes son operados y dados de alta, los especialistas de sus islas de origen son quienes deben controlar su evolución de manera que el traumático proceso de recuperación sea lo más cómodo posible. Sin embargo, y tal como ya denunció en noviembre pasado la Asociación de Enfermos Trasplantados Hepáticos, la falta de especialistas en el Negrín impide un trato igualitario.

De manera que en Gran Canaria los enfermos trasplantados cuando llegan de Tenerife tienen distinto trato; los que pertenecen al Hospital Insular son atendidos por especialistas en ese centro pero los que tienen la mala suerte de estar adscritos al Negrín, al no haber médicos con la formación en trasplantados, tienen que viajar a Tenerife para que los médicos de allí los controlen. "Ese viaje, el pago de las dietas, pobres y tarde, el agotamiento que supone el traslado, es un pecado mortal. Cuando hablo de falta de respeto a los enfermos, me refiero a esto".