Llenaron de arte las medianeras que se asoman a Las Canteras. Delfines, aguavivas, olas, estrellas de mar, gaviotas, árboles de luz y lunas del mediodía se asomaron al paisaje de la playa de la mano de García Álvarez, Fernando Álamo y Manuel Padorno, en la que constituyó la primera experiencia de arte urbano de esta magnitud que vivió la ciudad. Quince años después muchos de esos murales han desaparecido porque se ha construido sobre ellos, algo que ya estaba previsto cuando se hicieron, pero otros han sido víctimas de la falta de mantenimiento y de auténticas agresiones.

La enorme chimenea de un restaurante se ha cargado, por ejemplo, uno de los murales del pintor José Antonio García Álvarez, situado a la altura de la calle Hierro. Ha pasado más de un año desde que le plantaron la chimenea al mural Atlántico, pero nadie ha dicho nada. El autor ni siquiera se ha molestado en protestar por el atentado, que fue denunciado en la página digital miplayadelascanteras.com. Cerca de La Puntilla, otro mural de Fernando Álamo, que fue pintado en 1998, ha sido presa de la humedad que ha desconchado parte de la obra y un grafitero se ha cargado una esquina con su firma.

Algunos de los murales, que fueron sometidos a una operación de mantenimiento hace unos seis años, se conservan bien, pese a las agresiones del sol y del marote, pero otros piden a gritos una manita de pintura. Lo que ocurre con los murales no es más que el reflejo del abandono que afecta a los edificios del paseo, muchos de ellos en ruinas, y a toda la zona Puerto-Canteras.

Fuera de Las Canteras, en la confluencia de Simancas con Fernando Guanarteme, una valla publicitaria se encarga de ocultar el magnífico mural de azulejos que diseñó García Alvarez en 2002 a petición del dueño del edificio. El negocio es el negocio. Nadie ha sido capaz tampoco de poner en funcionamiento la fuente de mosaicos que el pintor realizó en el minúsculo jardín frente al edificio.

"Nacieron con la filosofía", recuerda García Álvarez, "de adecentar un poco Las Canteras y coincidieron con el arreglo del paseo. Muchas de las casas del entorno empezaron a meter color, después de los murales. Éramos conscientes de que muchas de las obras iban a desaparecer, pero ha habido agresiones que se podían haber evitado".