- ¿Qué sentido tiene hoy la Semana Santa?

- La Semana Santa es conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Como todo lo religioso, tiene que ver con la vida diaria. Cristo no es para quedarse en los templos. Llevar a Cristo a la calle es un derecho del cristiano que debe ser manifestado, sin más ni menos privilegios. Salir en procesión no es algo distinto a salir para defender la vida, a los pobres, a la familia. No entiendo por qué se nos dice que nos metemos en política. Como si esto fuera sólo una cuestión política y no moral en la que no pudiéramos decir nada. Tengo derecho a hablar y el que me quiera escuchar, que me escuche. Si no fuera así, seríamos los únicos a los que se les veta la libertad de expresión.

- Pero la Iglesia se prodiga en determinados temas y en otros parece que desaparece.

- ¿Qué desaparece? ¿Quién está en primera línea con los pobres y los emigrantes? La Iglesia está todos los días en la calle con Cáritas, Manos Unidas...

- No sale con megáfono a denunciar la pobreza.

- Aquí no hace falta megáfono, hay que ayudar. Siempre hay alguien de Iglesia defendiendo al pobre. Ahí está Cáritas todos los días. El año pasado propuse que los que pudiéramos ofreciéramos el 10 % de nuestro sueldo. Tengo que dar las gracias, aunque tendré que salir de nuevo. Gracias a las ayudas, Cáritas ha hecho frente a muchos casos. Sólo en dos meses, recogimos unos 250.000 euros para Haití y Chile. También esto es lo que la Iglesia hace hoy.

- ¿Cree que hay campañas en contra de la Iglesia?

- Me gustaría que de la Iglesia siempre quedara una cara positiva. Muchas veces, por nuestra impericia, da la sensación de que vamos contra alguien.

- ¿Atraviesa la Iglesia el vía crucis más duro de su historia con el tema de la pederastia?

- No, ¡por Dios! En absoluto. Sobre ese tema aconsejaría a todos que leyesen sólo la carta del Papa a la Iglesia de Irlanda. Es el documento más duro que hay contra la pederastia y, al mismo tiempo, el más comprensivo con la condición humana. Hace un análisis clarísimo y lucidísimo. Habla a las víctimas, a los niños, a los jóvenes. Dice que hay que reconocer el mal que se ha hecho. Se lo dice a los religiosos, a los sacerdotes y a los obispos. No tapa las cosas.

- Las familias irlandesas, sin embargo, señalan que el Papa ha sido muy benevolente.

- No ha sido nada benevolente. Lo que pasa es que el Papa le dice a la iglesia de Irlanda que necesita un proceso de curación, renovación y repa- ración. ¡De suave, nada! Cree en el ser humano y en que pueda salir de situaciones muy nega-tivas.

- Un obispo de Irlanda ha dimitido hace días por ocultar los casos. ¿No debería el Papa haberle retirado a él y también a los sacerdotes de sus puestos en cuanto surgieron las acusaciones?

- Cada caso hay que probarlo. A aquellos que han intervenido con el silencio, el Papa les ha aceptado la renuncia.

- ¿Podemos esperar algo más de él en este asunto?

- La Iglesia es tan consciente de la maldad intrínseca de este delito que lo tiene reservado a la Santa Sede. Es decir, yo como obispo no puedo juzgarlo. Hay países en los que, además, se debe denunciar a la justicia civil y otros donde no es obligatorio. Aún así, la Iglesia anima a las víctimas a denunciar. Hasta ahora, la Iglesia ha juzgado 3.000 casos en los últimos 50 años. Cuando juzgamos lo negativo de la Iglesia lo metemos todo en un saco. Eso no ocurre con ninguna otra institución. Se meten los errores y pecados desde el principio de la historia de la Iglesia con los de ahora incluida la Edad Media. La pederastia de la que se habla surgió en los años 70-80 en EE UU. No se trata de justificar nada. Pero cuando uno piensa cuántos sacerdotes ha habido en ese tiempo, los porcentajes disminuyen. Ha habido muchos buenos sacerdotes, y son los más. Contemplamos todo como un todo revuelto. Pero hablamos de un periodo de 50 años de una Iglesia extendida por el mundo.

- ¿Se le ha presentado algún caso en sus años de obispo?

- No, ninguno.

- ¿La Iglesia española puede verse afectada?

- En España ha habido algunos casos que se han hecho públicos y que se han atendido.

- El Papa dijo con respecto a este tema que "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra". ¿Por qué Benedicto XVI no aplica el mismo rasero a las mujeres que quieren abortar?

- Está dirigiéndose sólo a los curas y religiosos pederastas. El Papa no se ha limitado sólo a condenar el hecho, sino a abrir un proceso de renovación. La Iglesia sabe por experiencia que todos somos pecadores de una forma u otra. Cuando empezamos la misa todos decimos: "Confieso ante Dios, todopoderoso". No hay nadie que esté dispensado de decirlo. Pero sí somos capaces de salir del pecado por la gracia de Dios. Ésa es la grandeza del mensaje cristiano.

- ¿La campaña que han iniciado en favor de la vida en las redes sociales es consecuencia del fracaso de las manifestaciones contra la ley del aborto?

- Si llama fracaso a que la ley no salga, es un fracaso. Pero quizá hemos salido adelante con un mensaje más importante. Puede que la aceptación social de la ley y del aborto, de las dos cosas, sea menor hoy que ayer precisamente por esas acciones. La ley ha salido como salen las leyes, por consenso y pactos parlamentarios. No quiere decir que sean morales o respondan a voluntades generales.

- ¿El objetivo son ahora los jóvenes y no los padres?

- Ahora y siempre. A la gente hay que tratarla en el mundo en el que se mueve. Lo que estamos haciendo es usar las nuevas tecnologías. Todo lo de Tuenti, por ejemplo. Se ha jugado con las palabras "hay un tú en ti". Y eso no ha gustado nada a Tuenti.

- Andalucía se ha convertido en la primera comunidad autónoma en aprobar una ley sobre la eutanasia. ¿No está perdiendo muchas batallas la Iglesia?

- No es propiamente una ley sobre la eutanasia, sino que puede servir de coladero. Lo que me preocupa de estas leyes es que en los jóvenes se cree una mentalidad de indiferencia de lo que es bueno, correcto, o no. Se introduce en el lenguaje público algo que es confuso. Está aprobada la ley, luego es correcta moralmente. Esto es falso. Una ley aprobada puede no ser moral. Si no, justificaríamos todos los crímenes de Hitler.