Las mareas del Pino son la señal de que ahora viene lo bueno". Eduardo Acosta, tres veces campeón de España de surf, acaba de abrir una academia para moldear a futuros profesionales en esta modalidad. Como buen surfista, es conocedor desde hace muchos años de las mareas del Pino y confiesa que no son más que un símbolo, un aviso de que la temporada de buenas olas -el Gran Azul, como la película- se acerca, pues según Eduardo "es en invierno cuando se puede disfrutar de olas grandes de verdad". Las mareas del Pino son lo que los surfistas llaman el primer swell, que viene a significar el primer oleaje de la temporada. Aun así, muchos de los que estaban ayer con su tabla en al arena mojada de la Cícer creen que en esta época las olas son más largas.

Los días rebosan claridad y los surferos y bugueros, acostumbrados a adentrarse en el agua en la penumbra de la panza de burro, abarrotan la Cícer en Las Canteras aprovechando los pocos rayos de sol de este verano. Todos quieren coger las mejores olas que estos días están rompiendo con fuerza en la orilla. Pero al hablar de mareas del Pino, hay tantas opiniones como colores. Los más jóvenes, como Álvaro Ramos o Carlos Jiménez, cuentan que "las mareas vienen con mucha fuerza y hay que tener bastante cuidado" porque además el agua está revuelta. A José Díaz, un joven de 18 años de Las Palmas, le gusta surfear en esta temporada, sobre todo en luna llena, porque se "incrementa la ola y sube más la marea". Sin embargo considera que "con las mareas del Pino viene demasiada gente a coger olas y el agua está plagada de tablas". Como él, Alexandra Tous también cree que "ahora las olas son más largas", y es la única que coincide con Eduardo Acosta al señalar que ahora "damos la bienvenida a la temporada de buenas olas".

Al otro lado de la balanza están algunos veteranos para los que "ya no hay olas del Pino" porque han sido testigos de aquellas mareas que rompían contra los edificios de la avenida de Las Canteras. José Arcadio Santana lleva surfeando más de 30 años. Él lo recuerda a la perfección, vive encima del bar Ñoño y asegura que "las mareas ya no existen". Igual que su amigo Zebensuí Santiago, cree que "nos hemos comido las costas, y la cantidad de arena frena las mareas. Estos días el reboso se ha juntado con la luna llena y por eso crece la marea".