Un hotel de 30 plantas junto al Woermann, un rascacielos para tapar el centro comercial El Muelle, un muelle deportivo para un millar de yates, un auditorio denominado volcán en una eventual prolongación del Muelle Pesquero a la altura del de Santa Catalina y un puente levadizo para unir ambos, miles de metros cuadrados de jardines sobre una autovía subterránea, una nueva urbanización de 300 viviendas en el frente de La Isleta y una zona de atraque de cruceros junto al Muelle Grande. Eran los elementos más sobresalientes que salieron de la fusión de las ideas que Carlos Ferrater y César Pelli presentaron a aquel concurso restringido que ambos ganaron ex aequo, y que acabó tumbando el Ministerio de Fomento a instancias de la Comisión Europea por vulnerar el principio de libre concurrencia en certámenes públicos.

En enero de 2005, Ferrater y Pelli salían ganadores de aquel concurso promovido por la entonces alcaldesa, Pepa Luzardo, antes de las navidades en medio de una fuerte polémica por la firme oposición del Ministerio de Fomento a instancias de una denuncia del Colegio de Arquitectos de Canarias, que planteaba la vulneración de la normativa comunitaria en materia de contratación por no hacer público y libre el certamen.

Luzardo había hecho oídos sordos a las quejas de los profesionales de las Islas cuando anunció el concurso restringido, al que además de Pelli y Ferrater fueron invitados Ben van Berkel, Rafael Moneo, la pareja Nishisawa y Sejima y Nicholas Grimshaw, todos ellos arquitectos de primera línea mundial. Al ser desoído, el Colegio de Arquitectos denunció en Bruselas y se puso en marcha toda la maquinaria administrativa europea. A pesar de ese panorama, Luzardo siguió adelante con el concurso y lo falló, pero menos de cuatro meses después, en mayo de 2005, el Ministerio de Fomento declaraba el certamen nulo de pleno derecho con la ratificación del Consejo de Estado.

Ahora, más de seis años después, otro alcalde, Juan José Cardona, vuelve a mirar al istmo, pero esta vez prefiere ser cauto. "Aquel episodio, tal y como se desarrolló, nos enseñó muchas cosas, en lo bueno y en lo malo", reflexiona el regidor. "Mi propósito ahora es rescatar parte de ese proyecto, pero el qué y el cómo lo tendrá que decir un amplio consenso en el que estén el Ayuntamiento, la Autoridad Portuaria, el Cabildo y el Gobierno de Canarias, y después de un periodo de participación ciudadana".

Cardona cree que la ciudad está "en deuda" con Ferrater y Pelli. "No podemos hacer otra cosa que pedirles perdón", afirma el alcalde. Quizá ya esté pensando en llamarlos para hacer La Gran Marina 2.