Bajo el paraguas de supuestas concentraciones deportivas", explica el fiscal, el chalé en el que vivían Fernando Torres Baena y su compañera sentimental, María José González Peña, se convirtió "durante al menos los últimos quince años" en la sede de "auténticas orgías sexuales, donde los menores no sólo se debían prestar a cualquier tipo de actividad sexual con Fernando Torres Baena y las que en los últimos años han sido sus lugartenientes, María José e Ivonne González, sino que eran inducidos a mantener las mismas prácticas con cualesquiera otros de los alumnos menores asistentes, sin distinción de edad, sexo o número de participantes".

Las dos imputadas, quienes impartieron durante años actividades docentes en diversos colegios e instalaciones como Martín Freire o el Centro Insular de Deportes, "con el propósito de mantener la adecuada renovación de las víctimas, aprovechaban su condición de monitoras de karate para derivar al Gimnasio Torres Baena a aquellos menores que por sus características consideraban más idóneos para los fines pretendidos, contribuyendo activamente a la preparación y ejecución de las actividades sexuales que se desarrollaban en el chalé de Vargas". Allí, "no sólo intervenían activamente en la conformación de parejas y grupos sexuales, sino que también se involucraban en los actos sexuales desarrollados".

El cuarto de los imputados, Juan Luis Benítez, no era un habitual de Vargas, pero "sí conocedor" de lo que allí ocurría y participó en supuestos abusos sexuales. Los padres pensaban que sus hijos iban a Vargas a concentraciones deportivas.