Vuelta a casa. Las seis familias del número 38 de la calle Santa Luisa de Marillac, en el barrio de Los Arapiles, que el miércoles fueron desalojadas de sus viviendas por el desplome del techo de la escalera por el que se accede a la azotea durmieron anoche en sus casas después de que los técnicos del Ayuntamiento y los bomberos comprobaran que no había peligro para sus vidas ni problemas en la estructura del edificio.

La primera teniente de alcalde y concejala de Urbanismo, Vivienda y Aguas, María del Carmen Hernández, aseguró a pie de obra que el Ayuntamiento revisará las azoteas del antiguo Patronato Francisco Franco, al que pertenece el bloque afectado, para "prevenir cualquier incidente". Una fuga de agua de uno de los bidones instalados sobre la azotea del edificio de ocho viviendas fue, según los técnicos municipales, la causa del desplome del techo del último tramo de la escalera.

El agua se fue filtrando hasta que el techo se vino abajo el miércoles al mediodía; que a punto estuvo de coger a una vecina octogenaria que en esos momentos recogía la ropa. Los bidones, uno por vecino y de 500 litros de capacidad cada uno, están instalados sobre unos cuartos de lavadoras que, según los residentes, se realizaron hace unos años cuando las viviendas fueron reformadas al comenzar la entrega de escrituras a los entonces inquilinos tras la extinción del antiguo Patronato Francisco Franco, que construyó los bloques en el año 1959. Aunque no era la primera vez que el techo de las últimas viviendas se desploma. A Fátima Santana, una de las propietarias del cuarto piso, se le cayó en julio de 2010 parte del techo de una habitación.

A las cuatro de la tarde los vecinos retornaban a sus casas tal y como les habían prometido Hernández Bento y los concejales de Seguridad, Ángel Sabroso, y del distrito de Ciudad Alta, Óscar Mata, que desde primera hora de la mañana seguían los movimientos de la constructora Reyes Almeida, encargada de la obra. "Cumplieron sus palabras. Todo está bien acondicionado. Sólo tenemos precintada la azotea y nos han dicho que el lunes se ponen a trabajar", comentaba María Álamo, feliz en su casa.

Durante la operación, casi en tiempo récord, los técnicos del Ayuntamiento comprobaron que había un segundo techo en el zaguán y decidieron tirar el más viejo y mantener el nuevo mientras se apuntalaba el resto. El próximo lunes, los operarios volverán manos a la obra.

Ayudas

Algunos de los vecinos del bloque -tres viviendas, en concreto- se quedaron sin agua corriente ya que el caudal que entra a los pisos procede directamente de los bidones. Los técnicos del Ayuntamiento señalaron a los vecinos que hasta que no se sepa qué es lo que ha ocurrido y se repare la azotea no se podrán llenar de nuevo porque no conviene tener peso en el tejado.

La decisión de quitarlos o no depende de los propietarios de las viviendas. Y el tema se convertía a la hora del almuerzo en un dilema entre las familias afectadas. Alguna afirmaba que daba "tranquilidad" tener el bidón cuando se va el agua en la calle.

En relación a quién se hará cargo de los gastos del desplome, los vecinos reconocían que no tenían dinero para hacer frente a la reforma y solicitaban ayuda al Ayuntamiento. Algunos pedían que tirarán las casas y les construyeran una nueva.

La mayoría de los vecinos son pensionistas y parados y apenas tienen fondos en la comunidad porque paga seis euros mensualmente desde hace 16 años. Para colmo, hace poco pintaron la escalera.