Silverio Montero, uno de los vecinos que había dormido en el albergue de Vegueta, reconocía ayer que el centro estaba bien "pero para los años cuarenta. Las condiciones se podían haber mejorado". La noche había sido demasiado fría para él y su mujer aunque no sólo por las circunstancias por las que habían tenido que abandonar su casa precipitadamente sino por la baja temperatura que había en el centro. "Si llego a venir con el bebé, me niego a dormir", afirmaba el joven padre. La pequeña se quedó en casa de la abuela.

Fátima Santana y su marido también percibieron lo mismo. A pesar de que llevaron ropa para cambiarse seguían con lo puesto del miércoles. "No había agua caliente ni toallas".

Las dos parejas reconocían que salvo esa cuestión, la atención prestada por el Ayuntamiento había sido muy buena. "Desde los bomberos a los Servicios Sociales", señalaban también el resto de los vecinos que habían dormido en casas de familiares en la reunión improvisada formada al mediodía en la acera de enfrente a sus viviendas. El concejal Óscar Mata les avisó de que podían comer en el albergue, pero todos optaron por almorzar con sus familias.