Una copa en un local de moda: siete euros. Una botella de ron en un supermercado: menos de diez euros. Para los jóvenes la cuenta está clara: sale más rentable comprar en el super y montarse la fiesta sobre la acera.

Con ese pensamiento se congregan cada fin de semana cientos de jóvenes en los principales puntos del botellón nocturno de la capital, una fiesta de alcohol que por lo general suele acabar de forma pacífica pese a los desperdicios y a los ruidos que suele generar. "¿Quién va a pagar siete euros por una copa cuando te puedes comprar una botella por poco más de nueve euros?", preguntaba un joven la noche del pasado viernes en el botellódromo oficial de la ciudad, el intercambiador de Santa Catalina. "Los que venimos aquí somos casi todos estudiantes, no tenemos trabajo, si no, ¿de qué?", ríe un compañero del anterior. "Si ganásemos pasta no estaríamos aquí, estaríamos allí", dice otro, señalando una terraza cercana, en el centro comercial El Muelle.

Los jóvenes del botellón son, por lo general, menores de 25 años y llevan varios años en la movida. "Yo llevo tres años viniendo y tengo mi grupito de amigos aquí, me lo paso bien y no molestamos a nadie", cuenta una joven de 20 años justo y que empezó con 17, como ella misma reconoce. Preguntados por si hay menores entre ellos, lo aseguran rotundamente. "Ahora no veo a ninguno", dice un acompañante de la chica anterior, "pero sí que vienen, hay muchos, pibes de 15 y 16 años". "Yo los he visto hasta de 14 años", apostilla otro mientras echa el ron en el vaso de plástico. "Sí es verdad, esos son los típicos machangos, mataíllos de menos de 18 que vienen a beber y a armar jaleo", vuelve a entrar en la conversación la chica.

Los jóvenes entrevistados aseguran que suelen alternar el Intercambiador con la plaza de la Música para hacer el botellón. "Dónde más tranquilo estemos, nosotros no molestamos a nadie, estamos lejos de las casas", agrega un joven que busca hielos en una bolsa que ya casi es sólo agua. ¿Y la policía?. "No pasa nada, mientras no hagamos ruido no nos dicen nada", dice otro del grupo. "Se pasan con el coche por delante nuestro, nos miran y siguen, hace tiempo que no nos piden el carné ni nos dicen nada, guay", señala el de los hielos.