El ritmo aún es muy lento pero los empresarios de la zona Triana tienen depositadas todas sus esperanzas de acabar el año con beneficios en la actual campaña de ventas navideñas. Sin embargo, desde la asociación de empresarios de la zona aseguraron ayer que la crisis obliga a ser pesimistas y calculan que el incremento de las ventas en esta campaña apenas llegará al 10% con respecto al resto del año, cifras que en los años de bonanza llegaban a subir hasta el 30%.

"La campaña de Navidad va muy lenta, la gente viene más ahora preguntando por los precios y por los productos y no se anima de verdad la venta hasta tres días antes del día de Navidad y lo mismo antes de Reyes", aseguraba ayer Mercedes Pérez, encargada de Galerías Lorens, en Triana. Esta comerciante explica que esperaban una subida en las ventas con respecto al resto del año aunque son realistas. "No podemos decir cuánto esperamos vender de más, pero con respecto a hace dos o tres años seguro que muchísimo menos", mantiene tras reconocer que ahora la plantilla es la mitad que en 2007. "La crisis existe y no se le esconde a nadie", dice Maribel Parres, de Jícara, en la calle Cano. "Por suerte yo tengo una clientela casi fija que siempre tiene algo que comprar, eso sí, se nota en que compran menos o se llevan cosas más económicas".

"La situación está bastante mal y es hasta preocupante", reconocía ayer el vicepresidente de la Zona Comercial Triana, José Antonio Hombre, "yo mismo tengo una tienda de chucherías y tabacos y se han reducido las ventas un 30%; hay gente que viene al quiosco a recargar sólo 5 euros en la tarjeta del teléfono, y otros que han variado las marcas de tabaco por otras más baratas". Desde la citada asociación comercial se apuesta por eventos puntuales como el de la Noche de Reyes, o las noches en blanco, para atraer a clientes a comercios y bares de la zona. "Gracias a la noche en blanco, las tapas a dos euros, y ahora Reyes, vamos escapando", señala Hombre. De hecho, desde Zona Comercial Triana se plantean ya la posibilidad de repetir la noche en blanco cuatro veces al año coincidiendo con la entrada de cada estación.

La iniciativa de la noche en blanco es aplaudida por los comerciantes que echan de menos a ese tipo de clientes la noche del 5 de enero. "Entiendo las quejas de los vecinos de Triana por la Noche de Reyes", afirma Maribel Parres. "La gente suele perder el control y sólo viene a hacer botellón, pocos vienen a comprar esa noche, no es como la noche en blanco, que es otro tipo de gente más educada", dice. Del mismo parecer son en Galerías Lorens, donde se asegura que la Noche de Reyes se las ven moradas para evitar que los gamberros bebidos se les cuelen en la tienda.

Ampliación

En lo que respecta a la iniciativa del Ayuntamiento capitalino de ampliar la zona de compras hasta el Guiniguada la Noche de Reyes, y cerrar varias calles para fomentar el paso de peatones, el empresariado, tanto comercial como de restauración, de Triana lo recibe con optimismo y como una interesante mejora. "Eso es bueno porque se descongestiona la zona y hay más oferta para los que vengan", aseguraba ayer Carmelo García, propietario del restaurante Las Lagunetas, epicentro de la fiesta la noche del 5 de enero.

"Nosotros sólo esperamos que la Noche de Reyes no llueva porque es la mayor caja que hacemos en todo el año con la barra que ponemos en la calle", manifiesta María Josefa Alemán, encargada del bar Jiménez, otro clásico del 5 de enero, esta vez en San Bernardo. Alemán, que lleva 26 años en el negocio, comprende las quejas vecinales pero ruega comprensión. "Sabemos que esa es una noche molesta para los vecinos que hasta nos han tirado agua, pero les pedimos paciencia y que nos dejen trabajar porque con la crisis lo estamos pasando muy mal y que sólo es una noche, no como el Carnaval en el Puerto".

Un local que se estrena este año en la Noche de Reyes es La Séptima con Broadway, en la esquina de Cano con Torres, un bar que aún no ha tenido tiempo de sufrir los embates de la crisis. "Tenemos muy buena perspectiva para la Noche de Reyes, de hecho vamos a montar una barra fuera con música en vivo para atraer a la gente", señala Javier Álvarez, uno de los encargados, "entiendo a los vecinos que se quejan pero lo normal es que un casco antiguo como este sea para disfrute de todos".