El polígono de San Cristóbal, ahora Vega de San José, comenzaba tímidamente a elevarse hacia el cielo cuando Carmen Guedes pisó por primera vez el recinto del colegio público Castilla. El centro fue construido a principios de la década de los 70, en pleno desarrollo del plan de urgencia de puestos escolares y de implantación de la Educación General Básica (EGB).

"Era como un pueblo". Son los primeros recuerdos del almacén de la memoria de Guedes, entonces profesora de Lengua y desde hace años retirada de su profesión, aunque no de su vocación por enseñar. Sus recuerdos no han sido deformados por el tiempo. Provienen de su historia vital curtida en la escuela rural y del diseño faraónico que el franquismo proyectaba entonces en los edificios públicos. El Castilla se construyó para albergar a más de mil alumnos. Contaba con comedor y cocina, gimnasio, terrero de lucha, biblioteca, laboratorio y hasta garaje para el profesorado. "Era tan grande que cuando teníamos que ir de una punta a otra decíamos que íbamos a Castilla la Nueva o a Castilla la Vieja", recuerda Carmen Guedes. No en vano, sobre su solar de más de 12.000 metros cuadrados se construye hoy la nueva ciudad judicial de la capital.

Las relaciones de su primer director, Santiago Sáenz Tejera, hizo que en el colegio estudiasen los hijos de algunas de las sagas familiares más conocidas de la época como los Bosch, Bravo de Laguna o los O'Shanahan. También estudió allí José Francisco Tomás Martínez, un alumno aventajado que en 1975 conseguía para el centro, tras ganar el concurso Quiniela Cultural, la Enciclopedia Juvenil A-Z, que editaba Credsa desde 1967 en fascículos al precio de 25 pesetas -0,15 euros- la unidad.

La exalcaldesa de la ciudad y senadora por el PP, Pepa Luzardo, cursó toda la EGB en el Castilla e hizo sus primeros pinitos en la 'política' al ser delegada de clase. "Tengo muy buen recuerdo personal. Fue una etapa muy divertida y agradable. Recuerdo que hacíamos muchas competiciones deportivas y que éramos tantos que hubo que hacer barracones en el espacio libre que quedaba en el patio". La memoria transita también entre los desalojos por amenaza de bomba de los primeros años de la Transición y, cómo no, el viaje a La Graciosa como despedida de la EGB.

La historia dulce del Castilla se ha virado amarga en las últimas décadas. A principios del 2000 la administración canaria decide su traslado al instituto Doramas para ubicar en su solar a los juzgados. Hoy, su futuro vuelve a ser incierto ante la propuesta de la Consejería de cerrarlo y trasladar a los alumnos al Gutiérrez de Rubalcava.