El juicio por abuso y corrupción de menores contra Fernando Torres Baena y otros tres profesores de su escuela de kárate, entre ellos su pareja María José González Peña, dejó ayer otra sesión de duros testimonios en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Las Palmas. Las acusaciones y defensas interrogaron a cuatro testigos, entre ellos una alumna de Baena que iba a su gimnasio de la capital grancanaria con 13 años. "Ahora han cambiado mis sentimientos, pero entonces me sentía enamorada de María José. Ella me enseñó cómo tenía que enrollarme con una mujer", respondió la víctima a preguntas del fiscal Pedro Gimeno.

Fuera, en los pasillos de la Audiencia de Las Palmas, la madre de la testigo número 16 esperaba por su turno para prestar declaración. "Perdí a mi hija completamente y me siento culpable por no haberla protegido. Resulta muy difícil comprender que te han manipulado a ti también". La progenitora llegó a pedirle explicaciones a María José sobre el tipo de relación que mantenía con la niña, pues su hija le había confesado que estaba enamorada de su profesora de kárate.

Sin embargo, a pesar de que la madre prohibió a la menor ir al gimnasio, tanto María José González como Torres Baena se encargaron de echar tierra sobre la sospecha. "Fernando se presentó en el portal de mi casa y me amenazó con calumnias", añadió la testigo ante el tribunal. También le dijeron que eso era "cosa de niños", que allí "no pasaba nada", que todo era "normal...". Así hasta que la convencieron de que su hija volviera a clases para desarrollar las "excelentes" condiciones que tenía para el kárate.

La testigo, que en la actualidad tiene 19 años, comenzó a recibir clases de kárate en el Centro Insular de Deportes, pero al mes ya acudía al gimnasio de Torres Baena, todo a instancias de María José González, que era su profesora y la persona que la "instruyó" sexualmente en el altillo de la escuela. La víctima añadió que tuvo relaciones completas no sólo con ella, sino con Fernando y otros alumnos.

La afectada también reveló que llegó a escribirle una carta a María José González tras su detención en 2010. "Mi única forma de desahogarme era escribiendo, porque me sentía sola y no podía hacer nada sin ellos", explicó la joven para aclarar las razones de su misiva. "He necesitado un año para cambiar de perspectiva y hace dos que no tengo relaciones sexuales, pero mi psicóloga me anima y dice que pronto estaré preparada", agregó.

Madre e hija afrontan "momentos bastante difíciles", pero "poco a poco" lo van superando con "terapia familiar".