La madrugada del 17 de octubre de 1960 se vivió una catastrófica explosión que acabó con la vida de siete personas. El transatlántico Capetown Castle, en su entrada en el puerto para el atraque, sufrió un accidente que hizo temblar su estructura y provocó un grave incendio.

El transatlántico de la compañía Castle Line, con bandera británica y procedente de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), arribaba al puerto de La Luz con intención de regresar a Inglaterra con 285 pasajeros a bordo. A las 4.49 horas, una explosión siembra el pánico entre los turistas, que tratan de huir desesperadamente de la embarcación hacia los botes salvavidas.

La sección de máquinas, fruto del estallido, se convirtió en un horno que mantuvo atrapados entre el fuego a algunos tripulantes del navío. Entre los desafortunados, el jefe de máquinas y algunos engrasadores. Ocho de ellos, con ayuda de los compañeros, logran escapar del infierno con quemaduras e intoxicaciones por el humo y son ingresados inmediatamente en la Clínica Santa Catalina. A otros siete, la explosión les cuesta la vida.

La causa de dicha catástrofe no fue otra que la rotura del tubo del pistón de una de las calderas, que no soportó el fuerte proceso de frenado que supone el atraque de un buque. La embarcación continuó ardiendo durante horas mientras se escoraba a estribor debido a una vía de agua en uno de sus costados. Esa noche, tras horas tratando de sofocar el fuego, las llamas quedan dominadas en el Capetown Castle.

Devueltos los cientos de pasajeros a Londres, una larga estancia en el puerto le devolvió su esplendor habitual y el 11 de noviembre de ese año el buque abandonó las aguas de la isla rumbo a Southampton.