El día grande de las Fiestas del Carmen llegó por fin a La Isleta, para gozo de los vecinos que veneran a la Patrona del mar. Aún era noche cerrada cuando las calles del barrio marinero, en Las Palmas de Gran Canaria, se desperezaban atestadas de fieles que aguardaban impacientes el comienzo de la procesión en honor a la Virgen Nuestra Señora del Carmen, que salió puntualmente de la parroquia a las 5.00 horas, tras la celebración de la Eucaristía.

Las calles principales se habían vestido para la ocasión, engalanadas con hileras de banderillas que pendían entre los balcones, mientras que los suelos lucían las espléndidas alfombras de sal pintada de colores, con dibujos de flores, candelabros e incluso un juego de la oca que, además, señalizaban el recorrido de siete horas que haría la Virgen del Carmen.

"Hoy sale a la calle toda La Isleta", exclamó, presas de la emoción, un grupo de vecinas isleteras, que esperaban ansiosas la aparición de la imagen de su Patrona, "para los que vivimos en el barrio, éste es el día más esperado del año". Pero lo cierto es que entre los cientos de peregrinos que acudieron a venerar a la Virgen se encontraban tanto vecinos como foráneos, procedentes de todos los municipios de la Isla. Éste era el caso de Juan García, antiguo residente de La Isleta: "Hace casi 20 años que no vivo aquí, pero nunca he faltado a un solo 16 de julio", contó orgulloso el isletero de corazón, "cada año es tan emocionante como el anterior". La primera procesión de la Virgen del Carmen tuvo lugar en el año 1913, por lo que el año que viene se convertirá en una tradición centenaria.

Amanecer

Al amanecer, el sol comienza a asomarse y a bañar las calles de La Isleta, mientras la imagen del Carmen se abre paso entre el gentío, calle arriba y calle abajo, a hombros de los costaleros y arropada por la dulce melodía del Ave María. Cientos de devotos de todas las generaciones se apiñaban en las aceras para flanquear a la Virgen a su paso y, luego, acompañarla hasta el final de su trayecto por las calles isleteras, aunque muchos vecinos preferían disfrutar de la procesión desde lo alto de sus balcones o azoteas. Algunos, incluso, abrieron las puertas de sus casas para que el resto de peregrinos pudieran subir y disfrutar de la vistas.

A medida que se acerca la imagen de la Virgen, los fieles estallan en vítores y aplausos totalmente emocionados , algunos incluso con el barniz de las lágrimas en los ojos. El corazón de los devotos vibra ante la llegada de su Patrona y eso se respira a pie de calle, entre oraciones, cánticos y gritos exaltados de "¡Viva la Virgen del Carmen!"

Durante la procesión, la imagen del Carmen realiza varios altos en el camino para que los devotos puedan admirarla con detenimiento desde lo alto de sus balcones, mientras los costaleros aprovechan para recuperar el aliento. Pero cuando el desfile avanza por la estrecha calle Menceyes en torno a las 8.00 horas, la parada que efectúa es algo más larga. Un silencio profundo invade el paseo y uno de los costaleros se coloca a la cabeza de la procesión para encender una maravillosa rueda de fuego, que comienza a girar velozmente hasta que los destellos de luz se extinguen en una gran humareda gris. Algunos vecinos lanzan fuegos artificiales desde sus azoteas, que brillan en el cielo.

Cuando la Virgen reanuda la marcha, la multitud vuelve a conmocionarse y a aplaudir con fervor. Bajo una lluvia de pétalos de flores, la venerada imagen continúa con su recorrido por el barrio arropada por sus fieles y custodiada por los orgullosos organizadores de este emocionante acontecimiento, Juansi Rodríguez y Mingo Nieves que, junto con otros colaboradores, trabajaron arduamente durante meses en la preparación de estas esperadas fiestas. "Empezamos a organizarlo todo desde marzo, porque hay mucho que preparar", explicó Juansi, miembro de la Comisión de Ornamentación de la Virgen desde hace años, "pero cuando llega el gran día, sabes que ha merecido la pena". También señaló que este año ha habido cambios en la vestimenta de la Virgen, "este año vuelve a estrenar manto, y también hemos adornado el trono con rosas de color rosado y calas holandesas", agregó Juansi.

Pero aun entre silbidos y gritos de alegría, resulta inevitable acordarse de los difíciles tiempos que corren hoy. "No se piensa en la crisis en las fiestas de la Virgen", exclamó María del Carmen González, una asidua de las fiestas de La Isleta, "pero yo le he pedido a nuestra Señora del Carmen que vengan tiempos mejores".

Se escucha un redoble de tambores y la banda La Pequeña Estefanía acompaña con su música el último tramo del tradicional peregrinaje. Los devotos aprovechan para pedir sus últimos deseos a la patrona. Después de casi siete horas de procesión, muchos vecinos presentan signos de cansancio, pero tienen claro que acompañarán a la Virgen hasta su regreso a la parroquia del Carmen. Las calles se van despejando, impolutas, gracias al equipo de limpieza, pero en el aire queda flotando la emoción de los devotos y el rastro del aroma a incienso.